'Misericordia' es un ingenioso thriller sobre la tragicomedia de estar siempre cachondo en un pueblo muy pequeño
Si algo aprendimos de 'As bestas', 'Cuando cae el otoño' y 'Midsommar' es que los pueblos pequeños suelen ocultar venganzas muy grandes: cuando juntas en un hervidero a muchas personas hartas de su rutina, cualquier chispa que sirva como disrupción puede convertir el poblado en un polvorín repleto de gritos, amenazas, infidelidades y asesinatos. 'Misericordia' sigue este camino tratando de advertirnos de que la vida rural es muy bucólica y tranquila... hasta que todo arde. La boulangerie excitée 'Misericordia' empieza de una manera sorprendentemente arquetípica: un joven va en coche al pueblo donde pasó su niñez y su adolescencia porque el dueño de la boulangerie donde trabajó durante un tiempo acaba de fallecer. Para ayudar a pasar el mal trago a la viuda, decide quedarse unos días más mientras decide qué va a hacer con su vida. Hasta aquí sería un melodrama normal y corriente, la película francesa del año por excelencia, pero Alain Guiraudie solo quiere que te acomodes y te relajes mientras, poco a poco, te va inoculando su veneno. Realmente, tras este envoltorio de agradable cine rural se esconde una juguetona historia de acusaciones, violencia, muertes y sexo prohibido. Jerémie no quiere hacer ningún mal en ese pueblo (al contrario: quiere ser una fuerza del bienestar que viene desde fuera), pero acaba descubriendo que cada una de sus acciones, de manera concatenada y como si fueran fichas de dominó, aumentan la desesperación y el dolor de todos los que le rodean, hasta que todo explota y la onda expansiva se hace imposible de controlar. En Espinof Folk Horror: una introducción al terror rural y el paganismo en el cine desde 'El hombre de mimbre' a 'Midsommar' La película podría ser un thriller rústico, o un melodrama francés de andar por casa, pero gana enteros gracias a un tono viperino, una nube de comedia negra que no abandona en ningún momento las desesperadas andanzas de su protagonista, un diablo que viene a pervertir todo lo que toca, aunque sea de manera inconsciente buscando su propio hedonismo por mero aburrimiento. Por mucho que Guiraudie quiera que su película sea un misterio digno de Hitchcock, al final no puede evitar que se convierta en un escándalo tras otro con el aliciente, siempre prominente, del chisme. Eros y Tánatos en el pueblico Ante todo, y pese a cualquier cosa que pueda decir su campaña de márketing, 'Misericordia' es una película sexual y profundamente queer, en la que Jerémie acaba queriendo tener relaciones con todo el mundo. Y aunque para él, que viene de la ciudad -un mundo totalmente externo al fin y al cabo- es un simple juego, para los habitantes del pueblo es un desgarro en todo su sistema de valores, en el que, dentro de sus rutinas y su brutalidad mal entendida, se cuela un poso de ternura y pasión que nunca se habían siquiera planteado. Pero no penséis que estamos ante un thriller erótico, ni mucho menos. No hay nada de excitante en las insinuaciones de Jerémie, que juegan siempre en el terreno de la singularidad, añadiendo capas a la ambientación, un tanto sórdida, de la cinta. Dentro de esas paredes de piedra, esa botella de alcohol a medio beber, ese cura semi-erecto y esos encuentros micológicos en el bosque, los chocantes avances sexuales de su protagonista solo suman a la atmósfera de ese Saint-Martial que sirve como microcosmos de nuestra propia existencia. Pero por muchas palabras bonitas que pueda utilizar, al final 'Misericordia' es un simple juego con el público. No se trata de un thriller emocionante en el que debamos averiguar los motivos del asesino, ni un electrizante drama psicosexual, ni una descacharrante comedia amorosa a cuatro esquinas, pero al mismo tiempo tiene un poco de todo esto dentro de la propuesta de puro divertimento que nos propone: tiene muy clara la película que quiere ser, no le interesa contentar a todo el mundo y el resultado es un pasatiempo abrumadoramente ocurrente. En Espinof Las 16 mejores películas eróticas de la historia 'Misericordia' es una película que, dentro de su maldad intrínseca, te sonríe, muy consciente de que tú también estás esbozando una sonrisa malévola ante los avances de Jerémie. Hay algo acogedor en esta sordidez absoluta y absurda que hace que nos sintamos bien entre desviaciones sexuales, gritos, asesinatos y pasados oscuros. Y aunque puede que nunca termine de dar en el blanco del todo ni nos haga vivir en Saint-Martial en nuestra mente tiempo después de que la proyección haya finalizado, el tiempo de vacaciones que podemos pasar allí es tan agradable como macabro, tan alejado como presente. Porque al final, ¿qué hay más humano que estar eternamente cachondo en un pueblo muy pequeño donde la única solución es probar suerte? En Espinof | Las 9 mejores películas eróticas en Netflix En Espinof | Las mejores películas de temática LG

Si algo aprendimos de 'As bestas', 'Cuando cae el otoño' y 'Midsommar' es que los pueblos pequeños suelen ocultar venganzas muy grandes: cuando juntas en un hervidero a muchas personas hartas de su rutina, cualquier chispa que sirva como disrupción puede convertir el poblado en un polvorín repleto de gritos, amenazas, infidelidades y asesinatos. 'Misericordia' sigue este camino tratando de advertirnos de que la vida rural es muy bucólica y tranquila... hasta que todo arde.
La boulangerie excitée
'Misericordia' empieza de una manera sorprendentemente arquetípica: un joven va en coche al pueblo donde pasó su niñez y su adolescencia porque el dueño de la boulangerie donde trabajó durante un tiempo acaba de fallecer. Para ayudar a pasar el mal trago a la viuda, decide quedarse unos días más mientras decide qué va a hacer con su vida. Hasta aquí sería un melodrama normal y corriente, la película francesa del año por excelencia, pero Alain Guiraudie solo quiere que te acomodes y te relajes mientras, poco a poco, te va inoculando su veneno.
Realmente, tras este envoltorio de agradable cine rural se esconde una juguetona historia de acusaciones, violencia, muertes y sexo prohibido. Jerémie no quiere hacer ningún mal en ese pueblo (al contrario: quiere ser una fuerza del bienestar que viene desde fuera), pero acaba descubriendo que cada una de sus acciones, de manera concatenada y como si fueran fichas de dominó, aumentan la desesperación y el dolor de todos los que le rodean, hasta que todo explota y la onda expansiva se hace imposible de controlar.
La película podría ser un thriller rústico, o un melodrama francés de andar por casa, pero gana enteros gracias a un tono viperino, una nube de comedia negra que no abandona en ningún momento las desesperadas andanzas de su protagonista, un diablo que viene a pervertir todo lo que toca, aunque sea de manera inconsciente buscando su propio hedonismo por mero aburrimiento. Por mucho que Guiraudie quiera que su película sea un misterio digno de Hitchcock, al final no puede evitar que se convierta en un escándalo tras otro con el aliciente, siempre prominente, del chisme.
Eros y Tánatos en el pueblico
Ante todo, y pese a cualquier cosa que pueda decir su campaña de márketing, 'Misericordia' es una película sexual y profundamente queer, en la que Jerémie acaba queriendo tener relaciones con todo el mundo. Y aunque para él, que viene de la ciudad -un mundo totalmente externo al fin y al cabo- es un simple juego, para los habitantes del pueblo es un desgarro en todo su sistema de valores, en el que, dentro de sus rutinas y su brutalidad mal entendida, se cuela un poso de ternura y pasión que nunca se habían siquiera planteado.
Pero no penséis que estamos ante un thriller erótico, ni mucho menos. No hay nada de excitante en las insinuaciones de Jerémie, que juegan siempre en el terreno de la singularidad, añadiendo capas a la ambientación, un tanto sórdida, de la cinta. Dentro de esas paredes de piedra, esa botella de alcohol a medio beber, ese cura semi-erecto y esos encuentros micológicos en el bosque, los chocantes avances sexuales de su protagonista solo suman a la atmósfera de ese Saint-Martial que sirve como microcosmos de nuestra propia existencia.
Pero por muchas palabras bonitas que pueda utilizar, al final 'Misericordia' es un simple juego con el público. No se trata de un thriller emocionante en el que debamos averiguar los motivos del asesino, ni un electrizante drama psicosexual, ni una descacharrante comedia amorosa a cuatro esquinas, pero al mismo tiempo tiene un poco de todo esto dentro de la propuesta de puro divertimento que nos propone: tiene muy clara la película que quiere ser, no le interesa contentar a todo el mundo y el resultado es un pasatiempo abrumadoramente ocurrente.
'Misericordia' es una película que, dentro de su maldad intrínseca, te sonríe, muy consciente de que tú también estás esbozando una sonrisa malévola ante los avances de Jerémie. Hay algo acogedor en esta sordidez absoluta y absurda que hace que nos sintamos bien entre desviaciones sexuales, gritos, asesinatos y pasados oscuros. Y aunque puede que nunca termine de dar en el blanco del todo ni nos haga vivir en Saint-Martial en nuestra mente tiempo después de que la proyección haya finalizado, el tiempo de vacaciones que podemos pasar allí es tan agradable como macabro, tan alejado como presente. Porque al final, ¿qué hay más humano que estar eternamente cachondo en un pueblo muy pequeño donde la única solución es probar suerte?
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'Misericordia' es un ingenioso thriller sobre la tragicomedia de estar siempre cachondo en un pueblo muy pequeño
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Espinof
por
Randy Meeks
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