Marina Garcés: La pasión de los extraños

Idioma original: catalán y castellanoTítulo original: La passió dels estranys / La pasión de los extrañosAño de publicación: 2025Valoración: entre recomendable y muy recomendableA lo largo de mi vida siempre he tenido un marcado interés en aquellos ámbitos relacionados con el conocimiento de uno mismo pero también sobre el mundo que nos rodea, siendo la filosofía una disciplina que cubre marcadamente estos objetivos acercándose a ellos de manera racional. Pero claro, la profundidad que a menudo encontramos en los textos de este campo puede suponer un escollo a quién pretenda aproximarse a ellos. Por suerte, Marina Garcés sabe encajar su vocación didáctica con los amplios conocimientos que otorga y el resultado es un libro accesible en su mayor parte a la vez que sumamente interesante.A pesar de un título que puede llevar a cierta confusión, el ensayo trata sobre la amistad, desde su significado desde tiempos pretéritos hasta su concepción actual. Ya en el prólogo la autora confiesa cierto recelo del típico concepto de amistad afirmando que «la confianza y el confort con el que mucha gente se refiere a sus amigos me despierta una alarma que no sé si es una señal de sospecha o de envidia». Un recelo que se basa en su percepción de que «la amistad es un espacio de relaciones tan inquietante como temible, afectado por un deseo y un miedo que escapan a lo que podemos llegar a denominar: el deseo de ser amados porque sí y el miedo de no serlo». Con ello, afirma la autora que «este libro se propone recorrer los márgenes de la escritura sobre la amistad, recorriendo sus hilos conceptuales, pero también adentrándose en sus vacíos».En su análisis sobre la amistad, Garcés afirma que se está reduciendo la amistad a la «condición de remedio terapéutico: salvavidas de una vida huérfana y refugio de una vida amenazada. Después de años dando todas las vueltas posibles al amor, la pareja y las relaciones sexuales, la amistad aparece en los medios de comunicación, los apartados de psicología de los periódicos, a las páginas web de autoayuda y en investigaciones académicas como la poción mágica que puede curar todos los males de este tiempo en que vivimos: la soledad y el malestar» y esto va en contra de la naturaleza genuina de la amistad, pues «los amigos y las amigas no existen como un medio para un fin, sino que son, precisamente, aquellos seres únicos que amamos por ellos mismos. No responden a ninguna capacidad productiva ni reproductiva que los justifique» de manera que las relaciones de amistad no están asociadas a ninguna función ni están subordinada a ninguna finalidad, «la amistad es un bien muy preciado precisamente porque lo que nos importa de ella no se reduce a su utilidad ni a los beneficios que nos puedan proporcionar los amigos». Por ello, reincide en esta premisa básica e innegociable: «si la amistad es definida como aquella relación afectiva que no puede tener ningún otro fin que ella misma, si es un amor que debe mantenerse libre de cualquier forma de necesidad, solo aquellos que pueden considerarse libres en este sentido pueden aspirar a ser perfectamente amigos». Por ello, «todas las relaciones que implican dependencia, emocional o material, son enemigas de la amistad porque ponen en duda tanto la libertad en la que se basa el ejercicio de la virtud como la reciprocidad entre iguales. La amistad, y esta es la tercera constante, es el amor a la libertad del otro. Es compromiso, pero no obligación».La autora traza así un marcado terreno para su ensayo y despliega sus reflexiones de manera diáfana y con vocación expositiva. De todos modos, como ocurre en todo ensayo, hay partes más interesantes que otras, así como hay momentos más accesibles que otros y debo reconocer que el libro pierde parte su atractivo cuando abandona la idea de la amistad que comúnmente podemos tener para explicar su evolución a través de la historia y de su significado a través de la religión o la filosofía. Ahí entra en un terreno más complejo que por concepto o por creencia (o falta de) se vuelve más pantanoso y encallado; son párrafos en los que Garcés habla sobre la amistad exhibiendo su amplio bagaje intelectual y profundiza verticalmente en su significado a través de las tesis de San Tomás de Aquino, Agustín de Hipona, Hannah Arendt, Thomas Hobbes, Carl Schmitt o Aristóteles. De todos modos, superado ese ligero “bache” por el análisis histórico, la autora se centra en cómo la amistad nos influye como personas, como las relaciones que tenemos nos afectan y nos hacen tomar consciencia de nuestra manera de ser así como de ellas mismas en contextos diferentes a los de la individualidad de la relación cerrada que puntualmente suponen. Así, parte de los recelos indicados al principio, se fundamentan al lanzar la siguiente reflexión: «¿cuántas veces hemos podido sentir que los nuevos amigos de nuestros parientes, o incluso de nuestros amigos, ejercen algún tipo de hechizo sobre ellos que no nos deja tranquilos o, incluso, del cual lle

Mar 24, 2025 - 12:59
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Marina Garcés: La pasión de los extraños
Idioma original: catalán y castellano
Título original: La passió dels estranys / La pasión de los extraños
Año de publicación: 2025
Valoración: entre recomendable y muy recomendable


A lo largo de mi vida siempre he tenido un marcado interés en aquellos ámbitos relacionados con el conocimiento de uno mismo pero también sobre el mundo que nos rodea, siendo la filosofía una disciplina que cubre marcadamente estos objetivos acercándose a ellos de manera racional. Pero claro, la profundidad que a menudo encontramos en los textos de este campo puede suponer un escollo a quién pretenda aproximarse a ellos. Por suerte, Marina Garcés sabe encajar su vocación didáctica con los amplios conocimientos que otorga y el resultado es un libro accesible en su mayor parte a la vez que sumamente interesante.

A pesar de un título que puede llevar a cierta confusión, el ensayo trata sobre la amistad, desde su significado desde tiempos pretéritos hasta su concepción actual. Ya en el prólogo la autora confiesa cierto recelo del típico concepto de amistad afirmando que «la confianza y el confort con el que mucha gente se refiere a sus amigos me despierta una alarma que no sé si es una señal de sospecha o de envidia». Un recelo que se basa en su percepción de que «la amistad es un espacio de relaciones tan inquietante como temible, afectado por un deseo y un miedo que escapan a lo que podemos llegar a denominar: el deseo de ser amados porque sí y el miedo de no serlo». Con ello, afirma la autora que «este libro se propone recorrer los márgenes de la escritura sobre la amistad, recorriendo sus hilos conceptuales, pero también adentrándose en sus vacíos».

En su análisis sobre la amistad, Garcés afirma que se está reduciendo la amistad a la «condición de remedio terapéutico: salvavidas de una vida huérfana y refugio de una vida amenazada. Después de años dando todas las vueltas posibles al amor, la pareja y las relaciones sexuales, la amistad aparece en los medios de comunicación, los apartados de psicología de los periódicos, a las páginas web de autoayuda y en investigaciones académicas como la poción mágica que puede curar todos los males de este tiempo en que vivimos: la soledad y el malestar» y esto va en contra de la naturaleza genuina de la amistad, pues «los amigos y las amigas no existen como un medio para un fin, sino que son, precisamente, aquellos seres únicos que amamos por ellos mismos. No responden a ninguna capacidad productiva ni reproductiva que los justifique» de manera que las relaciones de amistad no están asociadas a ninguna función ni están subordinada a ninguna finalidad, «la amistad es un bien muy preciado precisamente porque lo que nos importa de ella no se reduce a su utilidad ni a los beneficios que nos puedan proporcionar los amigos». Por ello, reincide en esta premisa básica e innegociable: «si la amistad es definida como aquella relación afectiva que no puede tener ningún otro fin que ella misma, si es un amor que debe mantenerse libre de cualquier forma de necesidad, solo aquellos que pueden considerarse libres en este sentido pueden aspirar a ser perfectamente amigos». Por ello, «todas las relaciones que implican dependencia, emocional o material, son enemigas de la amistad porque ponen en duda tanto la libertad en la que se basa el ejercicio de la virtud como la reciprocidad entre iguales. La amistad, y esta es la tercera constante, es el amor a la libertad del otro. Es compromiso, pero no obligación».

La autora traza así un marcado terreno para su ensayo y despliega sus reflexiones de manera diáfana y con vocación expositiva. De todos modos, como ocurre en todo ensayo, hay partes más interesantes que otras, así como hay momentos más accesibles que otros y debo reconocer que el libro pierde parte su atractivo cuando abandona la idea de la amistad que comúnmente podemos tener para explicar su evolución a través de la historia y de su significado a través de la religión o la filosofía. Ahí entra en un terreno más complejo que por concepto o por creencia (o falta de) se vuelve más pantanoso y encallado; son párrafos en los que Garcés habla sobre la amistad exhibiendo su amplio bagaje intelectual y profundiza verticalmente en su significado a través de las tesis de San Tomás de Aquino, Agustín de Hipona, Hannah Arendt, Thomas Hobbes, Carl Schmitt o Aristóteles. De todos modos, superado ese ligero “bache” por el análisis histórico, la autora se centra en cómo la amistad nos influye como personas, como las relaciones que tenemos nos afectan y nos hacen tomar consciencia de nuestra manera de ser así como de ellas mismas en contextos diferentes a los de la individualidad de la relación cerrada que puntualmente suponen. Así, parte de los recelos indicados al principio, se fundamentan al lanzar la siguiente reflexión: «¿cuántas veces hemos podido sentir que los nuevos amigos de nuestros parientes, o incluso de nuestros amigos, ejercen algún tipo de hechizo sobre ellos que no nos deja tranquilos o, incluso, del cual llegamos a sospechar? De la misma manera, puede resultar violento ver el comportamiento de un amigo o amiga con otras amistades porque se nos aparece como un extraño. No solo imita otros gestos sociales, hábitos o maneras de hablar que nos distancian. Lo que es inquietante es que vemos aparecer otra persona en alguien que creíamos conocer».

Afirma la autora que «la pasión por el amigo o amiga, la pasión entre amigos, no es el deseo de lo que es el otro, sino la inclinación por su manera de estar en el mundo»; quizá es por eso por lo que los amamos a la vez que nos causan cierta envidia y porque también, en el fondo, nos sirven de contrapunto y de espejo a través del cuál (auto)cuestionarnos. Por ello, asevera que «nos conocemos y desconocemos a través de los amigos» y no puedo estar más de acuerdo con ella: es a través de las conversaciones y las relaciones con nuestros amigos donde (re)conocemos nuestra personalidad, nuestras afinidades y temores, pero también los pilares y estructuras mentales y emocionales que sustentan nuestro ser. Es en esas relaciones donde nos sentimos seguros a veces y en otras notamos que zozobramos pues siempre hay en ellas cierto terreno inexplorado; de todos modos, y a pesar de ello, es en esas contadas amistades y la atracción que generan donde buscamos un armonioso equilibrio entre el confort de lo conocido y la desconfianza de lo extraño.

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