Copyright, la industria que mueve el mundo

En los últimos cincuenta años, el copyright se ha extendido por todo el planeta, y sin apenas debate público. ¿Dónde se sembró por primera vez la idea, cómo brotó, se desarrolló y ramificó a lo largo de los siglos para acabar convirtiéndose en la mayor máquina de hacer dinero que ha conocido el mundo? La entrada Copyright, la industria que mueve el mundo se publicó primero en Ethic.

Mar 25, 2025 - 13:40
 0
Copyright, la industria que mueve el mundo

El 16 de diciembre de 2021 Sony Music Group hizo pública su adquisición de los derechos de explotación de la obra del cantante y compositor de setenta y dos años Bruce Springsteen a un precio, según The New York Times, de unos 550 millones de dólares. ¡Mozart no tuvo esa suerte! Ray Charles tampoco. Este [texto] trata precisamente del motivo por el que un catálogo de canciones y grabaciones puede venderse al precio de una pequeña flota aérea: el copyright.

Para quienes se han hecho con la obra completa de Springsteen, ese copyright significa el derecho a percibir un canon por todos sus usos (partituras, traducciones, emisión de grabaciones antiguas o streaming de las nuevas…) hasta finales del siglo XXI. Como Sony seguramente ha desembolsado menos de lo que espera recaudar, el tributo que se propone extraer del público mundial de seguidores de Springsteen a lo largo de este siglo alcanzará los miles de millones.

Para el resto de los mortales, en cambio, ese copyright significa que el grueso de la cultura moderna y contemporánea, no solo Springsteen o los Beatles, sino todas las películas, dibujos animados, novelas, obras de teatro, pinturas, ballets, videojuegos, software, listines telefónicos y disfraces de plátano hechos por creadores aún vivos de cualquier país, no estarán exentos de ese canon ni de estrictas limitaciones sobre su uso hasta que se jubilen nuestros nietos.

Las leyes que favorecen el secuestro y la explotación de creaciones de todo tipo durante tres o cuatro generaciones no están muy asentadas y solo en las últimas décadas han adquirido el alcance, la duración y el poder necesarios para permitir el acopio de cantidades ingentes de dinero. Por eso ahora el copyright significa más de lo que significaba antes y por eso conviene entender cómo ha llegado a desempeñar un papel tan importante en la vida moderna.

En este volumen explicamos dónde se sembró por primera vez la idea, cómo brotó, se desarrolló y ramificó a lo largo de los siglos para después, en un breve espacio de tiempo, convertirse en la mayor máquina de hacer dinero que ha conocido el mundo, y sin que nadie se diera cuenta.

Al principio, los cambios del copyright se produjeron en medio de ruidosos y elocuentes debates en los que tomaron parte grandes mentes de la época. En Inglaterra, donde empezó todo en el siglo XVII, John Locke, Daniel Defoe y Alexander Pope, y más tarde William Wordsworth, Charles Dickens y Thomas Macaulay, se vieron implicados en la creación del copyright. En la Francia del siglo XVIII, el dramaturgo Beaumarchais, el matemático Condorcet y Denis Diderot, que dirigió la primera enciclopedia exhaustiva, adoptaron posturas claras y públicas; muchos de los grandes escritores del siglo xix, en particular Honoré de Balzac y Victor Hugo, dejaron una huella profunda en el desarrollo de la ley de copyright. Pero en los últimos cincuenta años, el copyright se ha extendido por todo el planeta sin intervención visible de filósofos ni poetas, y sin apenas debate público.

En los últimos cincuenta años, el copyright se ha extendido por todo el planeta, y sin apenas debate público

¿Quién de entre los creadores actuales, y de entre los que consumen sus obras, ha oído hablar del Convenio de Ginebra para la protección de los productores de fonogramas contra la reproducción no autorizada de sus fonogramas, del artículo 107 de la Ley de Propiedad Intelectual estadounidense, de los ADPIC de la OMPI, de la Ley de Propiedad Intelectual en la Era Digital, de la CTEA? Sin embargo, esas medidas legislativas, que combinadas determinan ahora el valor del catálogo de Springsteen, se tomaron en 1971, 1976, 1994, 1996 y 1998, respectivamente, poco después de que el cantante de Asbury Park cogiera por primera vez una guitarra.

Esas leyes estadounidenses y sus manifestaciones globales a través de tratados internacionales han supuesto cambios fundamentales en los derechos de los individuos, en los privilegios de las empresas y en el estatus, la remuneración efectiva y las libertades creativas de los artistas de todos los ámbitos. ¿Por qué apenas hemos oído chistar a filósofos, poetas, músicos o creadores del amplio rango de disciplinas a las que se aplican dichas normativas? El marco en el que se organizan y monetizan ahora casi todas esas formas de creación e invención en el mundo entero se ha considerado una cuestión técnica, al margen del debate sociopolítico. Pero no es demasiado tarde para preguntarse si la situación resultante sirve a los intereses legítimos de quienes consumen el fruto del intelecto de otros, algo que hacemos todos.

El copyright moderno es un constructo social, no una realidad esencial. Cada paso de su enrevesada historia está hecho de palabras y, en virtud del principio jurídico de stare decisis, «atenerse a lo decidido», cada uno de esos pasos se ha basado en lo que ya había antes. Es decir, el copyright es la historia del copyright: no hay otra manera de explicar el estado actual de la protección y el control de los frutos del intelecto humano que contar cómo ha llegado a ser así. Lo curioso es que, a pesar de los grandes cambios que ha sufrido la forma en que se crea y se distribuye lo creado, la legislación del copyright sigue enmarañada por vocablos elegidos en sus mismísimos inicios.


Este texto es un fragmento de ‘Copyright’ (Península), de David Bellos y Alexandre Montagu. 

La entrada Copyright, la industria que mueve el mundo se publicó primero en Ethic.