Año de publicación: 2025
Valoración: Recomendable
Crisálida es la primera novela de Fernando Navarro. Su éxito inmediato (creo que el primer mes de su publicación ya iba por la segunda reimpresión) me recuerda mucho al de
Carcoma, de Layla Martínez. Ciertos rasgos de su factura también, en cierto modo.
Está narrada desde el punto de vista de una niña internada en un sanatorio, quien cuenta cómo su padre paranoico, alcohólico y drogadicto (apodado el Capitán) obligó a su madre, sus cuatro hermanos y ella a abandonar Granada para irse a vivir en las profundidades del bosque. Allí, el frío, el hambre, el miedo y quizá incluso cierto elemento sobrenatural llevan a toda la familia a la locura, la depravación y la violencia.
Los capítulos de Crisálida son contundentes y breves (pocos superan las tres páginas y, si no recuerdo mal, apenas tres rebasan las cinco). En todos hay, comprimida, mucha información, y aunque a ratos puede parecer que reiteran en demasía algún detalle, aportan siempre, pues logran que el argumento avance, los personajes ganen consistencia, el tono de la novela se defina y los temas barajados se desarrollen.
La prosa es magnífica. En primer lugar, porque por lo general resulta verosímil al fundirse con la edad, personalidad y registro oral de la narradora en primera persona. También porque es, como no podría ser de otra manera en una historia como esta, cruda, descarnada, feroz incluso, pero al mismo tiempo sensible, bella y lírica. A continuación adjunto un pasaje que lo demuestra (y a quienes conocemos el contexto nos impactará el doble):
«El cielo está negro negrísimo y se llena de estrellas que se mueven como los cometas de un lado a otro. Las estrellas son luces muertas, vasos de leche cósmica derramada en un mantel, nos dijo el Capitán. / Mis hermanos son igual que eso, estrellitas, gotas, fragmentos. / Mis hermanos duermen enrollaos como gatitos. Abandonados por la madre gata que vete a saber dónde anda. Metidos en una bolsa de plástico verde lanzada al río, con el nombre de un supermercado superdescuento. Cinco animales con el pelo sucio y hambre, apretujaos los unos contra los otros pa darse con la calor en la corriente que no se detiene.» (pg. 194).
Todos los personajes de Crisálida tienen rasgos reconocibles, aunque el Capitán es probablemente el más detallado, complejo y magnético. No es de extrañar, pues, que la protagonista sienta una particular fascinación por él. A mí me ha cautivado que sea tan odioso como tragicómico, tan creíble como literario.
Hay un elemento sobrenatural en Crisálida. Al principio desdibujado, apenas una insinuación, un toque enrarecido, hostil, inquientante, lo justo para espesar el tono y la atmósfera de la historia. Pero poco a poco va cogiendo cuerpo, y aunque de vez en cuando recurre a ciertos clichés (una mujer decrépita con garras, luces que parpadean...), nunca se llega a sentir formulaico. Además, en el clímax justifica un par de las mejores escenas de todo el libro.
Las únicas pegas que le pondría a Crisálida son dos. La primera es que la novela es un pelín más larga de lo que la historia requeriría. Pese a esto, en ningún momento me aburrió ni me pareció pesada, y la antes mencionada brevedad de sus capítulos permite que la lectura sea generalmente intensa y satisfactoria. El segundo defectillo que le encuentro a la obra de Navarro es que su estilo, aunque a todas luces efectivo y expresivo, no siempre es consistente. Y es que tanto la puntuación como el habla granadina de Nada se toman de vez en cuando licencias a mi juicio arbitrarias.
Sea como fuere, Crisálida es un estupendo "bildungsroman" en el que el horror no viene de los bosques ominosos y de las criaturas que en ellos moran, sino del hombre, del padre, de aquel que supuestamente debe protegerte y acompañarte en tu crecimiento pero que hace todo lo contrario.
Ah, la edición de esta novela es exquisita, incluso para los ya de por sí elevados estándares de Impedimenta. Tapa dura, cubierta con acabados, encuadernación en cartoné... Una delicia de objeto, vamos; una bella crisálida para una historia tan terrible como hermosa, tan fascinante como perturbadora.