Cómo un campesino descubrió la Venus de Milo antes de acabar en el Louvre

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Mar 14, 2025 - 23:29
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Cómo un campesino descubrió la Venus de Milo antes de acabar en el Louvre

Creada durante el período helenístico, probablemente entre el 160 y el 110 a.C., la Venus de Milo se convirtió rápidamente en una de las piedras angulares de la colección de antigüedades del Louvre tras las Guerras Napoleónicas y no tardó en inspirar a artistas del siglo XIX y principios del XX, entre los que se encontraban, por ejemplo, los surrealistas, convirtiéndose en una de las obras más famosas e icónicas del mundo de la escultura griega antigua. Hoy en día esta célebre representación de Afrodita ha aparecido en toda clase de manifestaciones culturales, desde el cine a la publicidad, pasando por otro tipo de proyectos artísticos o audiovisuales.

Pues bien, la estatua fue descubierta en 1820 por un campesino llamado Yórgos Kendrotás en la isla griega de Milos mientras trabajaba en sus campos. Un oficial naval francés, Olivier Voutier, aficionado a la arqueología, presenció el descubrimiento y animó a Yórgos a continuar las excavaciones. Ambos descubrieron la escultura en dos grandes pedazos y un tercero, más pequeño. Junto a la estatua también se encontraron el fragmento de un antebrazo y una mano con una manzana, considerados parte de la estatua. No está claro si los brazos pudieron perderse después del hallazgo moderno de la escultura, ya que Yórgos dejó una mitad de la Venus en el mismo lugar donde la había encontrado por no poder desenterrarla (pesaba al menos 900 kilos), y la otra mitad se la llevó a su establo.

Fue Voutier, consciente de su valor, quien gestionó la compra de la estatua. Sin embargo, la transacción no se hizo de inmediato, y mientras se cerraba, el agricultor aceptó otra oferta de un clérigo ortodoxo. En aquel entonces, Grecia todavía se encontraba bajo dominio otomano y, para eludir a las autoridades turcas, el clérigo se puso en contacto con un oficial naval francés, Jules Dumont D´Urville, que enseguida reconoció también el valor de la estatua y medió con el clérigo para hacer la compra en nombre del embajador francés en Constantinopla, el Marqués de Riviere. Esta es la versión oficial, aunque algunos historiadores apuntan a que la estatua salió de la isla por la fuerza, perdiendo los dos brazos al golpearse contra las rocas; y también hay quien afirma que los turcos atacaron la embarcación y en la pelea la estatua perdió los brazos. En cualquier caso, la estatua, en última instancia, fue entregada al rey Luis XVIII, que la donó al Louvre, donde permanece hasta la actualidad.

Al parecer, junto a la Venus también se hallaron dos inscripciones. Una, transcrita por Dumont D’Urville, y la otra grabada en un dibujo de Auguste Debay, que conserva parte de la firma de un escultor. Ambas inscripciones se han perdido. Dumont D’Urville, además, escribió un relato del hallazgo. Según su testimonio, la estatua de Venus se encontró en un nicho cuadrangular. Si este lugar del hallazgo fuera el contexto original de la Venus, el nicho y la inscripción sugieren que la estatua estaría instalada en el gimnasio de Melos.

Contrariamente a lo que era habitual en la época, la Venus no fue demasiado restaurada, sino que se exhibió prácticamente en el estado en el que fue descubierta.

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