Juan Bas: Alacranes en su tinta
Idioma original: castellanoAño de publicación: 2002Valoración: RecomendableNo sé si puede ser una necesidad psicológica inconsciente o, lo más probable, simple casualidad, pero últimamente llevo varias lecturas de corte humorístico, lo cual es bastante inhabitual. Pero la verdad es que estoy teniendo bastante suerte, o mi olfato está funcionando sorprendentemente bien. A Juan Bas solo le conocía por algún artículo y pequeños flashes que publica regularmente en prensa, ese tipo de aforismos que ya he dicho alguna vez que no me gustan casi nada, y tenía curiosidad por lo que podía dar de sí este autor puesto a escribir algo de más empaque. Y la verdad es que tiene publicada una obra más extensa de lo que creía, en la que Alacranes en su tinta es la primera de una especie de trilogía cuyos dos relatos posteriores están ya publicados en ULAD (ver enlaces abajo).Miedo me daba, tengo que confesarlo, enfrentarme a este libro después de haber leído aquellas dos reseñas. Me esperaba algo muy pasado de vueltas, porque no parece Bas alguien que se muerda precisamente la lengua. Como quizá alguien también sepa ya, no me apetecen demasiado los excesos en un libro, y efectivamente los hay, pero vamos por partes.La verdad es que tampoco puede decirse que se trate del todo de un relato de corte humorístico. Hay humor, claro, humor ácido, corrosivo, sal gorda en abundancia, sarcasmo hiriente y desacomplejado. Casi todo puesto en boca de Pacho Murga, un pijo de manual, confundido porque su padre, ya hasta el moño de todo, le ha dejado con una asignación modestita que apenas le llega para la racioncita de ostras y los whiskazos de Glenmorangie. Se diría que con frecuencia Juan Bas descarga por la boca de Pacho la mala baba que en buena parte es seguramente la del propio autor. Dardos que casi con frecuencia se hincan sobre los iconos populares del nacionalismo vasco, como Olentzero* (‘carbonero borrachón’ o ‘aldeano autista rescatado de la mitología de un valle perdido de la Guipúzcoa profunda, valga el pleonasmo’) o Marijaia** (‘espantapájaros travestido que oficia de tótem de la espantosa semana grande de fiestas de Bilbao’), pero también sobre el propio Franco, en esta genial descripción: ‘un viejo antipático, un pequeñajo con cara de tortuga para sopa y una voz ridícula, de capado’.Franco, en efecto, tiene su papel en el relato, como objetivo de un rocambolesco intento para envenenarle, urdido por un grupo de protoetarras. Este episodio, montado en un formato de relato enmarcado, desencadena una segunda parte de la narración, que se podría definir como novela negra, repleta de planes para asesinar y rencores profundos que no se disipan con los años. El humor, sin dejar de estar presente, pasa a un segundo plano, y Bas disfruta inventando locas aventuras para materializar una venganza innegociable.Por el camino descubrimos el talento para montar una narración descabellada pero coherente, y también los tics característicos del autor bilbaíno. El bilbainismo es una de sus notas definitorias, con sus pros y sus contras: hará disfrutar viendo moverse a los personajes en calles y bares conocidos, en los ambientes que nos son familiares, aunque a los foráneos les costará más identificar su verdadero carácter. La sátira es despiadada y podríamos decir universal, porque nadie queda a salvo. Pero Bas es también bastante bestia, se regodea en lo sórdido buscando los contrastes más brutales, y hay que reconocer que a veces se pasa de frenada, revolcándose en la fealdad y en ramalazos de sexo que apenas cabrían en el concepto de realismo sucio. Pero también hay que decir que, al menos en lo que a este libro se refiere, las incursiones en esos submundos no son abusivas, y funcionan bien en ese híbrido de thriller, iconoclastia y desparrame cómico, generalmente bien equilibrado.* Olentzero es una especie de Papa Noel vasco, un carbonero que trae regalos por Navidad** Marijaia es una figura femenina que encarna el espíritu festivo de la Aste Nagusia de BilbaoTambién de Juan Bas reseñado en ULAD: Voracidad, Ostras para Dimitri

Año de publicación: 2002
Valoración: Recomendable
No sé si puede ser una necesidad psicológica inconsciente o, lo más probable, simple casualidad, pero últimamente llevo varias lecturas de corte humorístico, lo cual es bastante inhabitual. Pero la verdad es que estoy teniendo bastante suerte, o mi olfato está funcionando sorprendentemente bien. A Juan Bas solo le conocía por algún artículo y pequeños flashes que publica regularmente en prensa, ese tipo de aforismos que ya he dicho alguna vez que no me gustan casi nada, y tenía curiosidad por lo que podía dar de sí este autor puesto a escribir algo de más empaque. Y la verdad es que tiene publicada una obra más extensa de lo que creía, en la que Alacranes en su tinta es la primera de una especie de trilogía cuyos dos relatos posteriores están ya publicados en ULAD (ver enlaces abajo).
Miedo me daba, tengo que confesarlo, enfrentarme a este libro después de haber leído aquellas dos reseñas. Me esperaba algo muy pasado de vueltas, porque no parece Bas alguien que se muerda precisamente la lengua. Como quizá alguien también sepa ya, no me apetecen demasiado los excesos en un libro, y efectivamente los hay, pero vamos por partes.
La verdad es que tampoco puede decirse que se trate del todo de un relato de corte humorístico. Hay humor, claro, humor ácido, corrosivo, sal gorda en abundancia, sarcasmo hiriente y desacomplejado. Casi todo puesto en boca de Pacho Murga, un pijo de manual, confundido porque su padre, ya hasta el moño de todo, le ha dejado con una asignación modestita que apenas le llega para la racioncita de ostras y los whiskazos de Glenmorangie. Se diría que con frecuencia Juan Bas descarga por la boca de Pacho la mala baba que en buena parte es seguramente la del propio autor. Dardos que casi con frecuencia se hincan sobre los iconos populares del nacionalismo vasco, como Olentzero* (‘carbonero borrachón’ o ‘aldeano autista rescatado de la mitología de un valle perdido de la Guipúzcoa profunda, valga el pleonasmo’) o Marijaia** (‘espantapájaros travestido que oficia de tótem de la espantosa semana grande de fiestas de Bilbao’), pero también sobre el propio Franco, en esta genial descripción: ‘un viejo antipático, un pequeñajo con cara de tortuga para sopa y una voz ridícula, de capado’.
Franco, en efecto, tiene su papel en el relato, como objetivo de un rocambolesco intento para envenenarle, urdido por un grupo de protoetarras. Este episodio, montado en un formato de relato enmarcado, desencadena una segunda parte de la narración, que se podría definir como novela negra, repleta de planes para asesinar y rencores profundos que no se disipan con los años. El humor, sin dejar de estar presente, pasa a un segundo plano, y Bas disfruta inventando locas aventuras para materializar una venganza innegociable.
Por el camino descubrimos el talento para montar una narración descabellada pero coherente, y también los tics característicos del autor bilbaíno. El bilbainismo es una de sus notas definitorias, con sus pros y sus contras: hará disfrutar viendo moverse a los personajes en calles y bares conocidos, en los ambientes que nos son familiares, aunque a los foráneos les costará más identificar su verdadero carácter. La sátira es despiadada y podríamos decir universal, porque nadie queda a salvo. Pero Bas es también bastante bestia, se regodea en lo sórdido buscando los contrastes más brutales, y hay que reconocer que a veces se pasa de frenada, revolcándose en la fealdad y en ramalazos de sexo que apenas cabrían en el concepto de realismo sucio. Pero también hay que decir que, al menos en lo que a este libro se refiere, las incursiones en esos submundos no son abusivas, y funcionan bien en ese híbrido de thriller, iconoclastia y desparrame cómico, generalmente bien equilibrado.
* Olentzero es una especie de Papa Noel vasco, un carbonero que trae regalos por Navidad
** Marijaia es una figura femenina que encarna el espíritu festivo de la Aste Nagusia de Bilbao
También de Juan Bas reseñado en ULAD: Voracidad, Ostras para Dimitri