Recuerdos del tiempo viejo

Al grano. Hemos visto anuncios la mar de pintorescos y graciosos que mandaban insertar en el periódico vallisoletano los dulzaineros, que en el fondo denotaban una guerra larvada entre rivales. Los traemos aquí para transitar por ellos sin querer llegar a ninguna conclusión. Simplemente, pasar un rato por un tiempo viejo, que dijo Zorrilla. “EL... Leer más La entrada Recuerdos del tiempo viejo aparece primero en Zenda.

Mar 15, 2025 - 01:15
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Recuerdos del tiempo viejo

Lo que va de ayer a hoy en el negocio publicitario. Si caen en sus manos revistas o periódicos de los años cincuenta comprobarán que la publicidad de entonces y la de hoy ni siquiera son primas hermanas. Si alguno de ustedes tiene la suerte, como la ha tenido el arriba firmante, de encontrarse con textos publicitarios de los antesdeayeres, notarán que los conceptos de ambas publicidades son muy distintos.

Al grano. Hemos visto anuncios la mar de pintorescos y graciosos que mandaban insertar en el periódico vallisoletano los dulzaineros, que en el fondo denotaban una guerra larvada entre rivales. Los traemos aquí para transitar por ellos sin querer llegar a ninguna conclusión. Simplemente, pasar un rato por un tiempo viejo, que dijo Zorrilla.

EL ACREDITADO DULZAINERO de Renedo de Esgueva, Ángel Velasco, se ha trasladado a Valladolid y fijado su residencia en la calle de la Mantería, número 24; lo que pone en conocimiento del público por si gusta utilizar sus servicios, ya sea para funciones, bodas, bautizos, etcétera”.

Las “funciones” para las que se ofrece el dulzainero ―anotamos nosotros―  eran las funciones religiosas con misa y procesión, en las que el dulzainero era muy necesario, pues subrayaba con determinados toques los momentos más solemnes o festivos en este tipo de celebraciones. En estas circunstancias el dulzainero era un trabajador fijo discontinuo que se “daba muy buenas chaquetas” (según expresión del gremio) tocando durante horas con pocas pausas. El primer día que en un pueblo en fiestas entró el dulzainero en la iglesia, lo hizo para tocar el himno nacional en el momento de alzar. Antes no entraba nunca.

Debajo del anterior anuncio del acreditado dulzainero, aparece en la página de El Norte de Castilla (25-7-1954) este otro que hemos conservado por el significado que encierra.

CHIVA EN VENTA.- Se hace (venta) de una que ha estado lactando a un niño, y por ser ya innecesaria, se dará en buenas condiciones para el comprador. Calle de Santa Clara, número 39, casa del Veterinario, darán razón”.

El dulzainero que mandó insertar el primero de los anuncios aquí seleccionados, Ángel Velasco, tenía sobradas razones para decir lo que decía y presumir de lo que presumía. Como dulzainero debió de ser excepcional, pero como constructor fue transcendental. Aumentó la capacidad sonora de la dulzaina acoplándole nuevas llaves a la vieja dulzaina diatónica y convirtiéndola en un instrumento cromático, dándole más extensión, ya que le bajó una tercera menor al añadirle el Si Natural, Si Bemol y La Natural. La dulzaina, así, se había convertido en un instrumento capaz de ejecutar modulaciones y combinaciones que antes no estaban a su alcance. La ciudad de Valladolid le ha dedicado una calle a tan distinguido dulzainero, en la zona centro.

Por aquellos años 50 mandó insertar en el periódico otro anuncio que decía:

DULZAINERO.- El primero en su clase como dulzainero y constructor de dulzainas. Don Ángel Velasco, que siempre quedó en primer lugar luchando con los mejores dulzaineros de esta provincia y los de alrededor, los jurados le han calificado excuso decir… Ya sabe el público que el señor Velasco toca la dulzaina y que es constructor de nueva invención, pero bueno es recordarle que éste está deseoso de trabajar en contratas y en competencia con el que salga”.

En el fondo, el anuncio tenía un cierto tufo de provocación, casi de duelo, con la dulzaina como elemento diferenciador.

Al día siguiente, en la misma página, otro dulzainero, de acreditada fama y hasta con escuela de música abierta en la ciudad, le salía al paso con el siguiente texto a modo de réplica humorística: “DULZAINEROS INFERNALES.- Los peores y más malos en su clase. Esteban de Pablo (el Arandino) y sus discípulos Juan Zamora, segunda dulzaina y el redoblante señor Valle, ofrecen sus servicios como tales, tanto en España como en el extranjero”.

Ya que estamos en ronda, aprovechemos para recordar noticias irrepetibles en nuestros días. Los concursos de dulzaina. Nunca vi ninguno, pero los viejos dulzaineros me hablaban siempre de ellos. Eran los que daban y quitaban en el oficio.

En el año 1941, con motivo del cuarto Concurso Provincial de Arada, organizado en la pradera de San Isidro, se celebró un concurso de dulzaineros. Se presentaron cuatro parejas y Daniel Esteban obtuvo el primer premio con una jota castellana y una selección de bailes castellanos.

En 1942, los dulzaineros se ajustaban (se contrataban) por un salario que oscilaba entre las 30 y 35 pesetas. Por aquellos años, Daniel Esteban formó grupo con su hermano Narciso, también dulzainero, y con Gerardo Herrera, que tocaba la caja. Este Gerardo era hijo del famoso Modesto Herrera. Al abandonar Gerardo por razones laborales el grupo, entró “El Pendón”, que siempre que le nombraban advertía a la concurrencia que el mote era heredado por vía paterna y no materna, y no le concernía a él personalmente, pues era buen hombre de conducta intachable. Y es que la palabra “pendón” tiene varias acepciones en castellano. Unas nobles y otras innobles. Aparte de que define a un tipo de bandera militar, en plan coloquial suele llamarse “pendón” a una persona, especialmente mujer, muy alta, desvaída y desaliñada. Y aún peor se pone la cosa cuando el diccionario de la RAE dice: “despectivo coloquial: Dicho de una persona de vida irregular y desordenada. Mujer cuyo comportamiento es considerado indecoroso. Utilizase como insulto. Prostituta. Pendón desorejado”.

Con razón “El Pendón” (que se llamaba realmente Arcadio Blanco) salía al paso para lavar su linaje.

Daniel Esteban volvió a tomar parte en otros tres concursos provinciales de dulzai­neros celebrados en la plaza Mayor y en la del Poniente, ganando dos de ellos y que­dando el segundo en otro. Los premios eran en moneda contante y sonante: 250 pesetas para el primer clasificado, 150 para el segundo y 100 para el tercero. Los triun­fos de Daniel corresponden a los años 1944, 1952 y 1954. En el primero de estos años interpretó una de las jotas más duras que existen para ser interpretada con dul­zaina, pues no fue escrita para este instru­mento. Nos referimos a la jota de la zarzuela de Ruperto Chapí “La bruja” de la que había hecho una adaptación Modesto Herrera, que la tenía como pieza re­servada para actos excepcionales.

—Esta es la jota más dura que jamás he tocado. ¡Pega mucho! Hay que hacer veinticuatro compases sin tomar aire, por­que si lo tomas, o pierdes compás o pier­des notas.

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