Cartearse en 2020

Luego de estar envueltos en recuerdos digitales, ¿se antoja volver a los recuerdos tangibles? ¿Acaso es posible? Por Carla Pascual

Mar 13, 2025 - 21:11
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Cartearse en 2020

La información no genera vínculo; los objetos, sí.
Byung-Chul Han

Los mensajes por chat en mi celular iban y venían en mayor cantidad que de costumbre. «No salimos ni al súper», «Mi hermano está contagiado», «Por fin puedo tomar el curso de arte que tanto quería, ahora es por videoconferencia». Estábamos confinados a raíz de la pandemia declarada como tal por la Organización Mundial de la Salud el 11 de marzo de 2020 y ocasionada por el virus SARS COVID-2 . Sólo nos quedó la virtualidad para seguir estando cerca.

Conforme pasaron los meses, la intensidad en los grupos de chat continúo, parecía que, a más mensajes, más vínculo. «Les mando una foto de hoy, por primera vez salimos, fuimos al Bosque de Chapultepec», nos escribió mi amiga Frinee. Me detuve y quise hacer memoria, ¿qué recuerdos estaba forjando con mis amistades? Cada nuevo mensaje anulaba el previo, las fotos que me enviaban sobre sus vidas pronto se perderían entre los cientos de piezas de información almacenada en la nube. Pensamos que volveremos a las fotos y a los videos porque lo digital sobrevivirá por siempre gracias a la gran capacidad de memoria en nuestros dispositivos y en la nube. La verdad es que es tanto volumen intangible que se nos olvida.

Sólo basta una carta o postal

No había forjado recuerdos con mis amistades durante los meses de aislamiento causado por la pandemia, ni recuerdos sobre los sucesos de su vida, ni sobre su sentir porque no había compartido momentos presenciales con ellos. ¿Qué hacer?

—Miren lo que me encontré—, irrumpió Óscar en el grupo de chat de mis amigos de la licenciatura. —Esta postal de Barcelona me la envío Gloria en el año 2000.

Quedamos asombrados. Gloria se arrancó a chatear sobre sus recuerdos en ese viaje. Yo recordé que era una asidua escritora de cartas en mi adolescencia, enviaba unas dos al mes a mis amigas, quienes me respondían, a veces con postales de sus ciudades o de los lugares que visitaban.

Yo estaba felizmente confinada en la Riviera Maya, en Quintana Roo, ¿por qué no enviarles postales de su bello arrecife de coral y de la zona arqueológica de Tulum, que mira al mar turquesa? Aproveché que algunos comercios comenzaron a abrir para buscarlas en Playa del Carmen. En un viejo portapostales pintado de blanco, oxidado y casi vacío, encontré suficientes.

Contagié a mi esposo y envío dos postales. ¿Se habrá debido a que el último regalo que le dio su mejor amiga antes de morir de cáncer fue el bonche de cartas y postales que ellos intercambiaron?

Salvador colgó en el refrigerador la postal que recibió de Carla Pascual

Como en los viejos tiempos

Cuando le escribí su postal a Maylin, recordé con ella los cursos de literatura que tomamos juntas; con Salvador, nuestras idas al teatro; con Dulce, Gloria y Tonatiuh, encuentros que se pospusieron por la pandemia y la promesa de retomarlos en cuanto fuera posible. Luego de tres semanas, me contactaron para agradecerme el detalle y Gloria tomó la estafeta, así que le compartí los domicilios de nuestros amigos de la licenciatura. Unos meses después Luis Pablo y yo recibimos sus postales de Mazatlán. Ella me escribió: «Carlita: disfruto de tomarme el tiempo de sentarme a escribir las postales junto con un café, de valorar lo más especial de mi viaje y escribirlo en la postal». Me sentí motivada para enviar una segunda ronda de postales, esta vez, de Morelia tomadas bajo el lente del cronista de la ciudad José Antonio Romo.

«Estuve en Morelia, donde crecí, un par de meses con mi madre. El home office ha sido un regalo para mí. Mi mamá me compartió recetas de cocina y yo le leí mi autobiografía sobre mi vida en Qatar, una obra que me llevó años escribir. Sabía de su enfermedad y mi madre sucumbió al cáncer en mayo», le escribí a Alejandro, cuya madre murió cuando éramos compañeros en la licenciatura.

A Alberto le envíe un abrazo especial por el fallecimiento de su padre por esas fechas. «Ahora ellos viven en nosotros», le escribí. Más adelante envíe una postal a Maylin: «Sigo en Morelia, viendo qué hacer con las propiedades, amistades, el hogar que fue Morelia para mí. Supongo que tuviste que hacer lo mismo cuando migraste de La Habana a la Ciudad de México”.

A Dulce le escribí: «Es momento de echar mano de tantos años de meditación, yoga, terapias, rituales; tú me has acompañado en ese camino». Y a Carmina, cuyo padre falleció hace varios años, le compartí que no supe cómo, pero de repente algo hizo click en mí y logré lo que anhelé por tanto tiempo: reconciliarme con mi madre. «Ahora me siento más vinculada con ella que nunca». Ironías de la vida y de la muerte.

También aproveché para echar una o dos fotos de recuerdo en el sobre junto con la postal, es decir, me di a la tarea de buscar dónde imprimir las fotos digitales almacenadas en mi computadora. Tristemente, solo Frinée, Leonardo y Dulce recibieron su sobre con la postal y fotografía y nunca me llegó la postal que me envió Luis Pablo desde Australia.

Postal del Jardín de las Rosas en Morelia, Michoacán, enviada a Frinée

También internacionales

Me queda el recuerdo de la postal que me envió Gloria de su viaje a Alemania. Está impregnada de uno de los sucesos más importantes en su vida: el nacimiento de la hija de su hermano, la única sobrina de la familia, y cuya llegada al mundo motivó su viaje, junto con la boda de su hermano y conocer a la familia política. Con razón escogió la postal de un jardín de tulipanes colorido, lleno de vida.

Si quieres aventurarte a enviar postales, envíalas en sobre y por correo certificado de Correos de México, así es más probable que alcancen su destino. Y si lo alcanzan, sentirás alegría de compartir un recuerdo tangible en la era digital.

Carla Pascual recibió una postal de Alemania por parte de Gloria

PD: Me gusta escribir cartas, me gusta recibirlas, pero me desmotiva que no alcancen su destino. Hace unos 15 años, propusimos una transformación para Correos de México; había que modificar la red logística. Puede sonar muy complicado, pero esta solución no resultaba amenazante porque no implicaba despedir personal ni introducir maquinaria, aspectos a los que se niegan los sindicatos y otros involucrados. Era un buen momento para la transformación del servicio postal mexicano, pues no había tantos proveedores de mensajería como ahora. Pero Purificación Carpynteiro, quien comenzó esta transformación, no quiso quedarse como titular, sino que se fue a buscar una subsecretaría. No alcanzó a escuchar nuestra propuesta y quien la sucedió, no tuvo interés en implementarla. Y así ha seguido pasando el tiempo y aumentando el deterioro de Correos de México.


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