La estatua acusada de asesinato, condenada al exilio y más tarde perdonada
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A la temprana edad de nueve años, Teágenes de Tasos se hizo famoso en el siglo V a.C. por toda Grecia por su extraordinaria fuerza y rapidez. Según se contaba, el pequeño Teágenes regresaba a casa caminando desde la escuela cuando vio una estatua de bronce de un dios en el mercado de Tasos. Por alguna extraña razón, quizá por admiración, Teágenes arrancó la estatua de su base y se la llevó a casa. Este acto indignó a los ciudadanos, que lo consideraron una gran falta de respeto, y debatieron si debían o no ejecutar al niño por su acción. Sin embargo, un anciano sugirió que el niño devolviera la estatua a su lugar correspondiente y al hacerlo se le perdonó la vida. Eso sí, la noticia de esta asombrosa hazaña se extendió por toda Grecia.
A medida que fue creciendo, Teágenes destacó en todo tipo de competencias atléticas y obtuvo numerosas victorias en los Juegos Olímpicos. En la 75ª Olimpiada del año 480 a.C. se impuso a todos sus rivales como boxeador. Según afirma Thomas Green en Martial Arts of the World: RZ, en el transcurso de sus 1406 victorias de boxeo, Teágenes mató a «la mayoría de sus oponentes». La leyenda popular entre los tasios era que Heracles era su padre.
Lo que ocurrió con Teágenes después de su muerte lo cuenta Chris Gosden en Magic a History: From Alchemy to Witchcraft, from the Ice Age to the Present. Después de la muerte del atleta, se erigió una estatua de bronce de él. Al parecer, un hombre que nunca había conseguido ganar a Teágenes acudía todas las noches hasta la estatua y la golpeaba. Una noche, sin embargo, la estatua se soltó, cayó sobre el furioso oponente y lo mató. Sus hijos la acusaron de asesinato, una acción perfectamente razonable según la ley griega (los griegos creían que todos los asesinatos debían ser castigados, independientemente de que el asesino fuera una persona, un animal o incluso un objeto). La estatua fue juzgada por asesinato y declarada culpable. Como castigo se le impuso el exilio, lo que, en su caso, significó ser arrojada al mar.
Años más tarde, la peste y una hambruna azotaron Tasos y el Oráculo de Delfos dijo que se debía permitir el regreso de todos los exiliados. Los tasios obedecieron la orden, pero las cosechas seguían sin crecer. Una vez más, pidieron ayuda al oráculo. La sacerdotisa respondió que se habían olvidado del gran Teágenes, así que unos pescadores sacaron la estatua del agua y esta fue devuelta a su lugar original. Finalmente la hambruna remitió y la estatua de Tasos se convirtió en el centro de un culto heroico, además de atribuírsele propiedades curativas.
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