«No es normal vivir siempre deseando un descanso que nunca llega»
El psiquiatra Carlos Cenalmor sabe por experiencia propia cómo se siente estar quemado. Tras un episodio de ‘burnout‘ que le hizo replantearse su forma de trabajar, se mudó a los Pirineos y, desde allí, se dedica a la divulgación sobre el estrés laboral. En esta entrevista, ahonda en los temas de su libro ‘El síndrome del burnout’ (Vergara, 2025), en el que expone su método CIMA (conexión, identidad, manejo del estrés, acción y adaptación) y ofrece distintas claves para enfrentarse al malestar y recuperar la energía y la salud. Byung-Chul Han afirma que hemos pasado de una sociedad disciplinaria (donde […] La entrada «No es normal vivir siempre deseando un descanso que nunca llega» se publicó primero en Ethic.

El psiquiatra Carlos Cenalmor sabe por experiencia propia cómo se siente estar quemado. Tras un episodio de ‘burnout‘ que le hizo replantearse su forma de trabajar, se mudó a los Pirineos y, desde allí, se dedica a la divulgación sobre el estrés laboral. En esta entrevista, ahonda en los temas de su libro ‘El síndrome del burnout’ (Vergara, 2025), en el que expone su método CIMA (conexión, identidad, manejo del estrés, acción y adaptación) y ofrece distintas claves para enfrentarse al malestar y recuperar la energía y la salud.
Byung-Chul Han afirma que hemos pasado de una sociedad disciplinaria (donde la presión venía de afuera) a una sociedad del rendimiento (donde la presión surge desde adentro). ¿Hasta qué punto es el burnout el resultado de una autoexplotación que nos lleva a ser víctimas y verdugos de nosotros mismos?
A veces es difícil saber dónde empieza lo que hay fuera de nosotros y lo que hay dentro. El burnout claramente es fruto de causas externas a la persona individual unidas a elementos del entorno, como podría ser el entorno laboral o el propio entorno cultural. Por este motivo no me gusta simplificar al 100% el asunto y decir que el burnout es fruto exclusivamente de nuestra autoexplotación. Sin embargo, es innegable que hemos interiorizado un explotador dentro de nosotros y que una parte importante del problema tiene que ver con que nunca estamos satisfechos con nuestros resultados. Y que a la autoexplotación es difícil ponerle límites, a veces incluso más que a la explotación externa.
«A la autoexplotación es difícil ponerle límites, a veces incluso más que a la explotación externa»
Hoy en día se habla del «síndrome de la vida ocupada». ¿El burnout se está viendo como una «medalla de honor», una prueba de estatus, de que sí se está trabajando duro?
En cierto modo es así. Las personas con burnout a menudo no se plantean que deban vivir de otra manera. Es más, si empiezan a sentir que el estrés decae, se sienten mal, culpables, y rápidamente buscan nuevas tareas para hacer. Esto creo que tiene que ver también con la dificultad que tenemos para estar en contacto con nosotros mismos y con las emociones que hay debajo de todo ese ajetreo.
¿Cómo desprenderse de la concepción casi identitaria que hay hoy con lo laboral (que asocia el trabajo con la propia identidad y lo liga directamente con la autoestima)?
Creo que la relación entre identidad y trabajo ha existido desde siempre. De hecho, si pensamos en los antiguos guerreros, sacerdotes o dirigentes, sin duda tenían su vida 100% ligada a lo laboral. Yéndonos más a lo actual creo que hay una parte sana en relacionar nuestra identidad y nuestro propósito vital con el trabajo, siempre que se entienda dentro de unos márgenes de un contexto y permitiendo diversificar en qué ponemos nuestras energías más allá de lo laboral. El problema aparece cuando la persona pretende llenar una vida vacía solo con el trabajo o, como apuntas, cuando la persona pretende satisfacer las necesidades de una autoestima dañada a través del trabajo. En este sentido aparece la dependencia emocional del trabajo, al igual que la dependencia de una pareja o de una sustancia adictiva. Para mí la tragedia de esto aparece cuando encuentras a personas que han entregado su vida y su energía y su salud por un proyecto que realmente no era suyo y que antes o después va a prescindir de sus servicios dejándole una amarga sensación de traición y de inutilidad… Tenemos que aprender a llenar nuestros propios vacíos de manera más equilibrada y autónoma.
«La tragedia aparece cuando encuentras a personas que han entregado su vida y su salud por un proyecto que realmente no era suyo»
En esa misma línea, ¿cómo salir de la normalización del estrés que existe actualmente?
Esta es una de mis principales batallas divulgativas, porque a nivel de salud está muy claro que el estrés es altamente tóxico y destructivo para las personas y para la población. Pero esto está muy poco visibilizado realmente. Por ello, para mí la divulgación y la insistencia en esto es un primero paso. Si el mensaje logra calar en la gente, podremos empezar el cambio.
Porque el burnout no solo afecta la salud (física y mental) sino también la capacidad de sentir placer por la vida. ¿Por qué se ha vuelto tan difícil descansar? ¿Ya no es solo que está mal visto (por no ser productivo) sino que también se ha convertido casi en una incapacidad?
Creo que esta incapacidad como muy bien señalas está relacionada con la adicción. ¿A qué? Al estrés en sí mismo y a la hiperactividad. Esto es algo que yo vivo aún a día de hoy: después de un día de trabajo y de actividad, acercándome a mis metas y a mis objetivos laborales, llega la hora de descansar y desconectar del trabajo. Pero hay una voz dentro de mí que me dice «¿por qué no dedicas un ratito más y así acabas alguna tarea más, así tachas algo más de la lista y te acercas más a tus metas?». Esto es algo que yo tengo muy trabajado pero mucha gente vive presa de esos deseos a los que no es capaz de ponerles freno y que finalmente le llevan al agotamiento extremo. El correlato neurobiológico de esto está bastante claro: tiene que ver con el chute de adrenalina y de dopamina que generan las hormonas del estrés y con la dificultad que tenemos luego para sobrellevar el pequeño (o gran) síndrome de abstinencia que su ausencia genera.
¿Cuáles son los signos tempranos que deberíamos identificar antes de que se desencadene el burnout?
Cuando el agotamiento empieza a acumularse y a ser algo constante en nuestro día a día tenemos que empezar a preocuparnos. No es normal vivir siempre cansados y vivir siempre deseando un descanso que nunca llega. Lo mismo para el agotamiento mental, la falta de concentración o los fallos de memoria que van a peor últimamente. También, si empezamos a desconectar emocionalmente de nuestro trabajo, si perdemos la ilusión, las ganas de llegar a nuestros objetivos o incluso empezamos a sentir rechazo o irritación hacia nuestro trabajo o clientes también hay que preocuparse. Por último, si cada día somos presa de algún tipo de dolor o malestar que los médicos no son capaces de explicar (molestias gástricas, erupciones en la piel, dolores musculares o problemas de inmunidad) esto es una señal bastante frecuente de estar padeciendo un estrés excesivo.
Y, una vez que ya estamos quemados, ¿qué pasos deberían tomarse? ¿Es posible salir del burnout sin cambiar de trabajo?
Los pasos principales están claros: aprender a descansar y a desconectar, para volver a «conectar». Llevar una vida equilibrada a nivel de deseos y motivaciones (que no todo sea el trabajo), y respetar profundamente el autocuidado. Parece fácil, pero ¿por qué yo me dedico a ayudar a la gente a hacer este camino y no me falta trabajo precisamente? Porque es probablemente uno de los mayores retos que tenemos las personas en nuestra sociedad. Hay muchos bloqueos psicológicos internos, y también situaciones externas complicadas, que impiden lograr realmente vivir en equilibrio, y por eso una ayuda externa puede ser clave para lograrlo.
Hablemos del método CIMA, que tiene como un primer paso la conexión. ¿Cómo puede una persona que está agotada reconectar con su bienestar si no tiene la energía siquiera para identificarlo?
He trabajado con muchas personas que tras recorrer mi método me han dicho frases como «he vuelto a sentir calma y era una sensación que no sentía desde hace décadas». De hecho, el otro día una directiva financiera de una gran empresa me confesó que cuando empezó mi programa no entendía bien a qué me refería cuando le decía que «estaba muy desconectada». Ella se preguntaba: «¿Desconectada de qué? No entiendo de qué me habla este hombre». Sin embargo, cuando acabó el programa entendía perfectamente a qué me refería. Llevaba décadas profundamente desconectada de sus emociones y de sus sensaciones corporales, y eso le había permitido quemarse hasta los niveles a los que había llegado debido a su elevadísima carga de trabajo, unida a la carga de la maternidad. La vía a la conexión es sencilla, y quizá por eso difícil. No hay más que detenerse, respirar y observarse por dentro. Pero todos sabemos que esto puede ser todo un reto con el nivel de ruido mental y de ruido exterior que tenemos, de tareas por hacer, de compromisos por atender. Pero es así de sencillo. ¿Quieres conectar? Cierra los ojos 3 minutos al día y pregúntate esto: ¿qué siento? ¿Qué me lleva a sentir lo que siento? ¿Qué quiero?
«Hemos perdido lo que más felices nos hacía: lo sencillo»
¿Por qué es tan importante darle nuevamente valor a lo sencillo como la naturaleza, el ejercicio, la respiración, la meditación…?
Es muy importante darle valor porque es lo que hemos perdido. Pero lo seguimos necesitando igual que hace 100.000 años. Hemos perdido la naturaleza, que te puedo decir por mi experiencia después de haber nacido y crecido en una gran ciudad y después haberme ido a vivir a un valle de los Pirineos, que la naturaleza es un gran tesoro y una gran maestra. La naturaleza nos pone en nuestro lugar, nos muestra que vivimos en un ecosistema profundamente conectado y profundamente vivo, con el paso del tiempo y de las estaciones. Pero en una gran ciudad nos olvidamos de eso y pensamos que solo existimos los humanos nuestros problemas y nuestras rumiaciones. Hemos perdido lo que más felices nos hacía que era precisamente lo sencillo. Te puedo decir que para mí los momentos de felicidad más grandes tienen que ver con estar sentado tranquilamente comiendo o paseando mientras simplemente me siento a mí mismo. Y me siento bien conmigo, me siento a gusto, feliz, en paz. Pero el estrés nos arrebata la posibilidad de esa sensación tranquila y gratuita. Como nos hemos vuelto adictos a lo impactante y a lo hiperestimulante, cada vez estamos más incapacitados para sentir esa felicidad gratuita que tenemos dentro.
«Una persona sana y feliz es siempre mucho más productiva que una que no lo es»
Finalmente, ¿qué cambios estructurales son necesarios para evitar que se siga expandiendo la epidemia de burnout?
En los entornos laborales es muy importante que se expanda la idea de que los seres humanos no somos máquinas, ordenadores, sino seres orgánicos con unas necesidades concretas para funcionar bien y producir bien. Al final siempre va a ser un «win-win» para las empresas, los Estados y las personas. Porque una persona sana y feliz es siempre mucho más productiva que una que no lo es. Un entorno laboral sano es aquel en el que se entiende que los humanos necesitamos tranquilidad y espacio para poder concentrarnos y así ser mucho más eficaces y disfrutar de nuestro trabajo. Es el que entiende que las relaciones del entorno laboral son claves para generar seguridad y una mayor creatividad, y por supuesto para reducir el estrés. Es el que entiende que una gran inversión es descubrir cuál es el talento y la vocación de cada uno de los trabajadores para poder asignarles tareas y roles que se acerquen lo más posible a eso. También es el que entiende que el descanso es necesario para la salud y la productividad de las personas. En definitiva, a nadie se le ocurriría comprarse un coche nuevo y pretender que funcione al 100% sin hacerle nunca revisiones ni mantenimiento. Pues de alguna manera el ser humano necesita sus propias revisiones, mantenimiento y necesidades que tienen que ver con que es un ser orgánico. Pero de forma muy frecuente no se cumple casi nada de esto en los entornos laborales y eso favorece que todo el mundo acabe quemado.
La entrada «No es normal vivir siempre deseando un descanso que nunca llega» se publicó primero en Ethic.