Cuando los números son un desafío

La discalculia es un trastorno de aprendizaje que afecta a todos los aspectos de la vida infantil y adulta, según explica el profesor de la UOC Josep Maria Serra-Grabulosa. La entrada Cuando los números son un desafío se publicó primero en Ethic.

Mar 21, 2025 - 13:11
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Cuando los números son un desafío

Las matemáticas son uno de los grandes retos de la educación para muchos niños. Apasionante y terrorífica a partes iguales, el estudio de esta materia no es sencillo, pero algunos pueden encontrar más dificultades que otros. Entre las causas, encontramos la discalculia, un trastorno del aprendizaje que afecta a entre el 3 y el 5 % de la población, según explica Josep Maria Serra-Grabulosa, profesor colaborador de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), experto en dislexia y discalculia.

¿Qué es la discalculia?

«La discalculia es una dificultad en el aprendizaje de las matemáticas. Los niños que la manifiestan tienen un nivel que está, como mínimo, dos cursos académicos por debajo del que les corresponde por edad y nivel de escolarización», explica el profesor.

Las causas de la discalculia son distintas y de diferente calado. Sí podemos hablar de «unos marcadores biológicos muy claros: alteraciones estructurales en el volumen de sustancia gris en diferentes áreas cerebrales (surco intraparietal, por ejemplo) y en la integridad de la sustancia blanca que interconecta diferentes regiones. Además, en cuanto a la actividad cerebral funcional, se detectan alteraciones en diferentes redes neurales, como la default mode network (DMN), una red cerebral que se activa sobre todo en reposo, cuando el sujeto no está concentrado en ninguna tarea concreta, y se desactiva cuando se está ejecutando una tarea externa».

La discalculia estará presente durante toda la vida de la persona

Esta multicausalidad dificulta el primer paso para solucionar el problema: la detección. Además, las consecuencias de este trastorno en realidad van más allá las matemáticas y su aprendizaje. «En general, se ve afectado el procesamiento tanto de la magnitud simbólica como de la no simbólica. En este sentido, puede haber dificultades al hacer comparaciones (mayor-menor, más-menos) o estimaciones, posicionar números en una recta numérica, identificar cifras, resolver problemas o llevar a cabo cálculos estimados y exactos, por ejemplo. Es decir, en todos aquellos procesos que impliquen procesar una magnitud, ya sea en cantidad, tiempo o espacio». Esto podría servir de guía para padres, tutores y docentes a la hora detectar la discalculia en niños, lo que permitirá ayudarles a mejorar su comprensión de las matemáticas, aunque no llegará a cambiarla. «La discalculia es una condición de por vida. Se puede mejorar, sobre todo en el aspecto académico, a través de programas específicos de intervención, pero forma parte de la cognición de una persona», puntualiza el profesor.

Cómo ayudar a niños con discalculia

Entre los niños y jóvenes, este trastorno es capaz de generar una frustración que derive en abandono escolar al ver que el sobreesfuerzo para aprender matemáticas no se traduce en mejores resultados académicos. La discalculia puede perjudicar el rendimiento académico general del estudiantado y afectar incluso a su vida personal. «Diferentes estudios científicos indican que los niños con discalculia tienen una incidencia más elevada de trastornos psiquiátricos por ansiedad y depresión, así como de fracaso escolar», explica el profesor, y añade que «en términos sociales y laborales, hay estudios que indican que el nivel de matemáticas en primero y segundo de educación primaria se correlaciona con el estatus socioeconómico en la adultez».

Así, la discalculia supone una desventaja que va más allá de la etapa escolar y que incide en todos los aspectos de la vida de quienes padecen este trastorno, generalmente incomprendido por quienes pueden pensar que se trata de una falta de esfuerzo o de atención.

Por ello, es importante realizar un perfil cognitivo de los estudiantes que presentan dificultades en la clase de matemáticas para poder identificar la discalculia y elaborar un itinerario formativo específico que les ayude de forma especializada. «En la etapa infantil ya puede haber marcadores de riesgo. Por ejemplo, menores a los que les cuesta hacer comparaciones, identificar las primeras cifras o realizar los primeros conteos. En primero y segundo de educación primaria ya comienzan a tener dificultades para identificar las cifras y hacer cálculos, y se van quedando rezagados progresivamente respecto al resto de compañeros», explica el profesor de la UOC, que además alerta de que las personas con discalculia «tienen más riesgo de padecer dificultades lectoras o dislexia y dificultades atencionales o trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH). Estas condiciones son habitualmente comórbidas con la discalculia y, en caso de que se manifiesten las tres, las dificultades académicas son mucho más elevadas».

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