Eternidad, de Manuel A. García Iglesias

Eternidad es la adaptación al cómic del relato de Ricardo Menéndez Salmón obra de Manuel A. García Iglesias que nos regala algunas páginas llenas de cruda belleza. Edita Cartem.

Mar 21, 2025 - 11:30
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Eternidad, de Manuel A. García Iglesias

Portada Eternidad de Manuel A. García Iglesias

Edición original: Eternidad (Cartem Cómics, 2025)
Guion: Manuel A. García Iglesias adaptando un relato de Ricardo Menéndez Salmón
Dibujo: Manuel A. García Iglesias
Rotulación: Germán Armpiee
Revisión y correción de textos: Elena Hernández
Director editorial: Daniel Díez
Formato: Cartoné. 64 páginas. 24,00€

Entre lo sublime y lo infame.

«Era cielo y tierra sin transición posible. Era la música de las esferas y el tiro en la nuca.»

La complejidad en la que siempre se mueve el ser humano provoca que existan individuos capaces de acometer los mayores horrores imaginables contra sus semejantes y a la vez sean capaces de que quedarse extasiados por la belleza del arte, algo que en la sociedad actual en la que se tiene a medir todo en valores absolutos a veces es difícil de entender. Una realidad cruel de la hemos tenido infinidad de ejemplos a lo largo de la historia y que es el tema principal de Eternidad, el cómic de Manuel A. García Iglesias (1967, Salamanca) que acaba de publicar Cartem hace unas semanas en su colección Ecos de tinta dedicada a los trabajos más arriesgados. Se trata de la adaptación al cómic de un relato homónimo de Ricardo Menéndez Salmón, publicado en el año 2005 en el volumen Los caballos azules.

Eternidad nos cuenta una historia que transcurre en la campaña rusa de la Segunda Guerra Mundial. A través de los recuerdos que uno de los veteranos supervivientes de la División Azul relata a un periodista con las facciones de Rubén Pellejero conocemos la historia que vivió mientras formaba parte de una compañía hipomóvil al mando del teniente Baumann, un oficial alemán melómano y cruel. Bajo su mando cada noche una orquesta de militares nazis interpreta la música de Schubert independientemente de donde se encuentren en medio del terrible invierno ruso. Unos conciertos que tienen unos espectadores de excepción en trece caballos extasiados por la belleza de la música clásica.

A lo largo de las páginas de Eternidad se van alternador la capacidad humana para la barbarie con la que tiene para disfrutar de la belleza. Un que conflicto que personifica el teniente Baumann, que, como Jekyll y Hyde, tiene dos caras que conviven, aunque deberían ser antagónicas. Frente a él nos encontramos con los caballos que son la metáfora de una naturaleza que observa la barbarie de la humanidad desde una posición mucho más primaria, pero también sirven como una representación simbólica de los soldados rasos que son obligados por sus superiores a cometer actos terribles con la belleza como única vía de escape a un destino que, al igual que sucede en la obra con el de los caballos, les resulta imposible de controlar. Un contraste entre la inocencia animal y la maldad humana que está presente en toda la obra no solo en los textos también en los colores y las imágenes. Quizás ese discurso que vertebra la obra puede pecar en algún momento de una cierta falta de matices, pero el resultado es realmente estimulante.

Como ya habíamos podido observar en trabajos previos de Manuel A. García Iglesias como La batalla de Esquizo (Nuevo Nueve) y Enlaces (Valnera) estamos ante una obra con un aspecto visual realmente impactante y capaz de ofrecernos unas páginas de belleza sobrecogedora pese a la terrible realidad de lo que nos cuentan. A lo largo del cómic nos encontramos con un estilo mutante con viñetas de un estilo pictórico realista como las de las escenas que abre la historia con otras donde vemos un estilo mucho más impresionista y en la que con unas pocas líneas podemos ver a los músicos tocando o a los caballos observándolos o cabalgando, para pasar a unas escenas en las que la maldad y crueldad humano hace acto de presencia en las que todo está apenas abocetado. Una mezcla de diferentes técnicas artísticas que funciona muy bien a la hora de reflejar el contraste entre la locura y el horror de la guerra y la belleza de música y de los yermo escenarios del blanco invierno ruso. Una capacidad para crear atmósferas de todo tipo que provoca que como lectores también sintamos la misma fascinación por el dibujo que los caballos experimentan por la música de Schubert. Algo a lo que contribuye decisivamente la gran edición que hace Cartem que permite disfrutar de los dibujos como se merece gracias a la perfecta reproducción y al tamaño álbum de un trabajo que nos evoca por momentos a autores como Ricard Castells o Pablo Auladell.

Eternidad es una obra arriesgada y exigente con el lector, que, aunque se le pueden poner algún pero, trata de alejarse de los cómics más pre-masticados que bombardean nuestras librerías. Un cómic que nos deja ver la barbarie de la que es capaz el hombre, un tema que, por desgracia, siempre está de actualidad.

Lo mejor

• La belleza de algunas de las imágenes.
• El estilo mutable del dibujo.
• La reflexión sobre la condición humana.

Lo peor

• Quizás faltan matices en el discurso que articula toda la obra.
• Si buscas una historia con introducción, nudo y desenlace no es un cómic para ti, ya que más que contar una historia busca crear unas sensaciones en el lector.