Yuval Noah Harari en cinco ideas clave

Hace casi quince años desde que el historiador Yuval Noah Harari publicó Sapiens: de animales a dioses. Desde entonces, se ha convertido en uno de los intelectuales más influyentes del mundo. Su estilo accesible, su visión panorámica de la historia y sus reflexiones sobre los desafíos que enfrenta la humanidad lo han convertido en un exponente de la enseñanza de Confucio según la cual, si uno pretende definir el futuro, primero debe estudiar el pasado.

A continuación, algunas de sus ideas clave sobre la evolución humana y la evolución digital.

Cómo llegamos a ser la especie dominante

Harari obtuvo relevancia internacional por exponer que el homo sapiens se convirtió en la especie dominante gracias a su capacidad para cooperar en grupos de hasta millones de individuos. Para esto fue fundamental otra habilidad innata: crear (y creer en) una serie de ficciones comunes. En Sapiens, el intelectual israelí llamó «realidades imaginadas» a conceptos como la nación o el dinero, del que llegó a decir que es «el más universal y más eficiente sistema de confianza mutua que jamás se haya inventado», ya que todos creemos en él.

La meditación en la visión de Harari

Se ha tendido a pasar por alto la importancia que tiene en su vida la práctica de la meditación vipassana, que consiste en observar las sensaciones corporales y pensamientos, y aceptar que no reaccionamos solo a causas externas, sino a lo que pasa en nuestro cuerpo y mente. Harari se centra en la contemplación de la experiencia humana para tratar de entender cómo funciona el mundo que nos rodea, y esto aparece de manera más o menos explícita en todos sus libros desde Homo Deus. En una conferencia de hace más de un lustro, él mismo lo definió de la siguiente manera: «Si no puedo observar la realidad de mi propia respiración durante diez segundos, ¿cómo puedo esperar observar la realidad del sistema geopolítico?».

Harari sostiene que desarrollar una IA supersofisticada hace que se descuide el desarrollo de la conciencia humana

Conocernos a nosotros mismos (o que lo hagan los algoritmos)

Harari, que ha sido tildado de tecnopesimista por sostener que el objetivo de la ciencia no ha sido alcanzar la verdad sino obtener poder, sostiene que el principal problema de desarrollar inteligencias artificiales supersofisticadas es que se descuida el desarrollo de la conciencia humana. Aunque no piensa que estemos amenazados por ninguna rebelión robótica en las próximas décadas, como él dijo, «sí que podríamos tener que vérnoslas con multitud de bots que saben cómo pulsar nuestros botones emocionales mejor que nuestra madre». A día de hoy, el ejemplo más claro es la publicidad personalizada, que nos conoce tan bien que es capaz de predecir qué productos y servicios deseamos consumir.

El contrato social de la modernidad 

Influenciado por la filosofía budista, para Harari la modernidad consiste en un pacto muy sencillo: los humanos estamos de acuerdo en renunciar a la idea de que desempeñamos un gran papel en el universo, mediante los mitos milenarios que hemos ido creando, si a cambio se nos da la posibilidad de obtener poder, algo mucho más gratificante en el plano inmediato. Esta idea se sostiene si pensamos en el vocabulario que hoy usamos incluso para referirnos a las reivindicaciones sociales. Por ejemplo, muchas veces no hablamos de alcanzar la igualdad de un determinado colectivo desfavorecido, sino de empoderarlo.

El poder de los datos 

El acceso a datos de calidad y la capacidad de usarlos mediante algoritmos es lo que define la cúspide del poder hoy en día para el pensador israelí. Esto, a la vez, puede suponer un peligro para las democracias liberales cuando la autoridad de los humanos es traspasada a la inteligencia artificial. También han avisado de esto, de manera más detallada, autoras como Shoshana Zuboff en su ensayo Capitalismo de vigilancia, para quien la extracción y uso de datos personales para obtener ganancias amenaza las libertades individuales. Para Harari, el liberalismo es otra ficción, pero es más benigna que una dictadura digital.

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