Crónica medieval de una jornada histórica
La curiosidad me incitó a querer viajar en el tiempo, por lo que el pasado 8 de marzo decidí que la mejor forma de celebrar el Día de la Mujer era recorrer el pasado, a través de la Edad Media y el Siglo de Oro. Ya os adelanto que lo conseguí, aunque será mejor relatarlo.... Leer más La entrada Crónica medieval de una jornada histórica aparece primero en Zenda.

Como seguramente os sucede a muchos de vosotros, procuro emplear gran parte de mi tiempo en saborear las mieles de un buen libro. Por todos es conocido que entre sus páginas puedes viajar, soñar, jugar a vivir otra existencia y, sobre todo, aprender; pero ¿has pensado alguna vez en materializar dicha realidad?
Como sucediera en la mítica película de los años 80, subí a mi coche y, sin necesidad de plutonio, me desplacé al templo vivo de la Historia de España, es decir, me fui a Puy du Fou. Allí comenzaban una serie de jornadas rompedoras con todo lo conocido hasta el momento, que se prolongarían hasta el domingo 16 de abril. Un evento cultural, histórico, pictórico y literario que, desde luego, marca un antes y un después en la historia del arte.
El parque temático de Toledo organizaba, junto a la asociación Escritores con la Historia, su primera Feria del Libro. Puy du Fou España ampliaba el repertorio audiovisual, por cierto espectacular, y llenaba el parque de libros, conferencias, autores, lectores…
Mantuve el presente aparcado durante un día y me dispuse a penetrar en el pasado, con la ilusión de lo desconocido y la seguridad de tener al presidente de la asociación controlando todo.
Ya desde la puerta, la atención fue exquisita. Varias damiselas y otros tantos jóvenes caballeros sin armadura, aunque con sayo, calzas, sombreros y capas, se ocupaban de indicar la dirección correcta hacia un castillo y su aldea.
Nos reunimos en la Bodeguita del Tuerto Miguel, y allí el CEO de Puy du Fou España, Erwan de la Villéon, y el escritor Antonio Pérez Henares —artífices de la idea— nos daban la bienvenida. Ellos, como nosotros, se preparaban para disfrutar de un día glorioso. En el mesón, vino y cerveza, viandas dulces y saladas regaban saludos, encuentros y una buena conversación.
A continuación, y dejándonos llevar por la riqueza de la Historia, recorrimos fascinados una aldea donde cada rincón era más curioso que el anterior, desde jubones y camisas tendidas en las cuerdas de ropa hasta corrales con caballos y burros. Por aquí y por allá mesoneras, taberneros, mozas cargando cestos, artesanos culinarios y maestros con la pluma que mostraban su oficio a quien se lo pidiera.
De pronto, al girar una calle encontré la gran novedad, perfectamente ambientada en la época, brillando con la luz de las letras. Una Feria del Libro donde las casetas de Planeta, Penguin Random House, Sargantana, Escritores con la Historia, Harper y otros tantos exponían verdaderas joyas literarias, aunque lo mejor era la imagen que ofrecían. Sus autores firmaban, se hacían fotos y conversaban con lectores generando un ambiente de lo más afable.
Después, con varios libros entre las manos y la ilusión de conocer a tu escritor favorito, tocaba visitar la experiencia audiovisual. Espectáculos musicales como Pluma y espada nos presentaban la mejor versión de Lope de Vega y su Fuenteovejuna.
Una parada mesonera para digerir tanto arte, junto a comida y café, daban paso a dos conferencias. Debutaron en semejante lance Augusto Ferrer-Dalmau y Antonio Pérez Henares, con varios cuadros pertenecientes a la obra del pintor de batallas. Más tarde Santiago Posteguillo hablaba, como no podía ser de otro modo, de la Hispania romana.
Y cuando el reloj marcaba las ocho de la tarde, varios de los asistentes no pudieron seguir escondiendo cierta inquietud. Había llegado el momento más esperado y la hora más soñada por algunos. Comenzaba una gala donde se entregarían los primeros premios de pintura y relato Puy du Fou. Así, Augusto Ferrer-Dalmau y Antonio Pérez Henares, responsables de galardonar los mejores pinceles y plumas, enumeraban los finalistas. De este modo, entre aplausos, nervios y alegría recogían los premios los siguientes autores:
—Pintura: Roberto Fernández, David Santos Rodríguez y Dalila del Valle.
—Relato: Oscar Vázquez, María Vila, Jorge Braseras, Daniel Cota Lobato y Ángel Montoro Valverde.
Con ellos, fuegos artificiales y un vino español (bueno, y un poco de agua celestial bendiciendo el día) finalizaba una jornada que como poco calificaré de magistral.
Me gustaría señalar que aquello no fue una feria o una gala más, pues el esfuerzo, tanto de Escritores con la Historia como de los organizadores de Puy du Fou España, plantaba una semilla que sin duda permanecerá en el tiempo.
Concluiré con la acertada reflexión final de la conferencia del pintor Augusto Ferrer-Dalmau y el escritor Antonio Pérez Henares. Para terminar su intervención, el primero dijo “esta es nuestra historia”, a lo que el segundo respondió: “Y así la cuentan los libros”.
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