La religión es puro miedo
La novela que tenemos entre manos, Ve y dilo en la montaña, se sustenta sobre la voz de un narrador que nos habla de lo que rodea a la adolescencia del protagonista asfixiado. Nuestro adolescente es un mar de dudas que habita en unas calles marginales de Harlem, en una Nueva York racista. Se supone... Leer más La entrada La religión es puro miedo aparece primero en Zenda.

A principios de la década de los cincuenta, un muchacho de menos de treinta años se cuestionaba todo lo que había vivido y, lo que es más significativo, era capaz de llevarlo por escrito a un editor para que lo hiciera público. Esto no tendría nada de valiente de no ser porque lo que había vivido era, daba por supuesto la sociedad, los beneficios de la vida condicionada por la religión. Pero esa religión que atravesó la infancia y adolescencia de James Baldwin (Nueva York, 1924 – Saint-Paul-de-Vence, 1987) estaba hecha de la misma materia que el miedo. Lo que sucede es que el reino que promulga la religión puede no ser de este mundo, pero la religión sí lo es, y el miedo se ha ido convirtiendo en la emoción que lo mueve. Las glorias de la eternidad, nos dirá en algún momento el narrador, son inimaginables, pero la ciudad es real.
La novela que tenemos entre manos, Ve y dilo en la montaña, se sustenta sobre la voz de un narrador que nos habla de lo que rodea a la adolescencia del protagonista asfixiado. Nuestro adolescente es un mar de dudas que habita en unas calles marginales de Harlem, en una Nueva York racista. Se supone que el ambiente religioso podría servirle de sostén, podría poner suelo bajo los pies, pero forma parte del fracaso de la atmósfera, en la que se reproducen, de manera congestiva, una y otra vez las ideas de perdón, pecado, justicia de Dios y expiación más propias de una creencia castrante que de una religión que fomente el amor. Y quienes habitan en ese ambiente se comportan más como forofos de esa religión, de un Dios incontestable, que como devotos que al mismo tiempo atienden a lo que se supone que nos da la vida: bañarse en el mar, acariciar al perro, comer uvas o pasear de la mano de la persona amada. La única salvación posible vendrá a través del acto más inequívocamente religioso que existe, que es rezar. «Creían que el látigo los salvaría», escribe Baldwin en algún momento. De este modo, con lo que se enfrentan es con la locura, con la paranoia, con la densidad de la opresión.
La novela es una denuncia, en la que está muy presente la institución que tan unida ha ido, a lo largo de la historia, con las religiones que acotan, que es la familia. En un barrio habitado por perdedores, por humillados y ofendidos, el padre está convencido de que la única forma de sacar adelante una familia religiosa es convirtiéndose en un energúmeno. Así, todo lo que vendrá tendrá que ser interpretado bajo premisas estrictas, consignas, y se van estableciendo unas relaciones familiares en las que el caos que provoca el miedo se impone, en las que el peso del matrimonio se condensa. De ahí que Baldwin elija que buena parte de la novela deba suceder dentro de la cabeza de sus personajes. Conviene atender a las evoluciones de sus pensamientos, a las intensidades de sus emociones. Los acontecimientos que relata no son tantos, pero sí merece la pena detenerse en los retratos de los interiores de los protagonistas. Es fácil sospechar que Baldwin se plantea esta obra con intención de saldar deudas. Pero la literatura no es tan cauterizante como damos por supuesto. Baldwin comienza aquí su obra, que no cesará de tener la intención de colocar todo en su sitio a partir de las denuncias, siempre consciente de que los humillados y ofendidos son las personas por las que merece la pena apostar, son quienes merecen vivir una vida diferente a la que él retrata, en la que está tan presente la represión como el deseo.
—————————————
Autor: James Baldwin. Título: Ve y dilo en la montaña. Traducción: Ismael Attrache. Editorial: Sexto Piso. Venta: Todos tus libros.
La entrada La religión es puro miedo aparece primero en Zenda.