Violaine Bérot: Como bestias
Idioma original: francésTítulo original: Comme des bêtesAño de publicación: 2021Traducción: Pablo Martín Sánchez Valoración: está bienEn un valle de los Pirineos viven Mariette y su hijo (supongo que son los Pirineos porque al parecer la autora ha vivido o vive en esa zona), aunque en verdad no viven en ninguno de los pueblos del valle, sino en una borda de pastor rehabilitada, en la ladera de un risco. La mujer no es demasiado sociable, pero es que el hijo, directamente vive casi al margen de la sociedad humana, tras un corto y frustrante paso por la escuela y prefiere, con mucho, la compañía de los animales. De hecho, hay quien le considera poco más que uno de llos, puesto que el chico, y luego hombre joven, no habla y se limita a los gruñidos y otros sonidos por el estilo, lo cual, unido a su envergadura y fuerza, le valieron de niño el apodo de el Oso por parte de sus compañeritos. Hasta aquí la historia, con ser peculiar, no resulta tan chocante, pero hete aquí que un día alguien detecta que el joven tiene escondida en una cueva, que los lugareños conocen como la Gruta de las Hadas, a una niña pequeña y se arma la de Dios es Cristo tremendo follón alboroto, con la policía acudiendo en helicóptero al rescate de la niña y la detención del mal llamdo Oso (en ningún momento conocemos su verdadero nombre).La historia se desplegando ante nosotros, de hecho, a través del interrogatorio de la policía (nota pedante: digo yo que serán los gendarmes, más bien, pero en el libro no se habla de este célebre cuerpo de seguridad de la República Francesa, en ningún momento o que yo recuerde)a diferentes personajes relacionados con el detenido, de forma que cada una de estas declaraciones integra un capítulo, resultando éstos de extensión variable, aunque en general, cortos (esta estructura narrativa, por cierto, me parece lo más destacable e interesante de la novela, por más que tampoco sea de una originalidad apabullante). Así, vamos conociendo lo que piensa del caso la antigua maestra del llamado Oso, uno de sus compañeros del colegio, diferentes vecinos, como el que le vendió la borda a Mariette u otro que les llevaba animales enfermos para que los curase el chico -quien, al parecer, tenía ciertos poderes sanatorios-, cazadores que solían pasar por la zona, Luc, un corredor de montaña que entrenaba por allí y era el único que conocía la existencia de la niña, el cartero, la farmacéutica... y, ya como colofón, el testimonio de la madre del reservado joven.Entre todos van perfilando una situación, incluso una trama, que, si bien comienza como un misterio rural, pronto adquiere unos tintes sobrenaturales o legendarios -de hecho, todos los capítulos están precedidos por unos asertos poéticos (no sé si en el original francés rimarán y todo) supuestamente emanados por ciertas criaturas propias de los cuentos populares. Esta deriva, primero dándole un toque magufo a la historia (pido perdón a quien pueda ofender9 y luego hacia lo fantástico no me disgusta o, al menos, no tiene porque salir mal, pero es que la autora de la novela, en mi opinión (y aquí puede haber un spoiler, si es que no lo he hecho ya), se precipita en concluir la novela, cuando yo creo que el camino que había tomado necesitaba de más rodeos y un poco más de trayecto para llegar a buen puerto. Bérot toma por un atajo para acabar cuanto antes, aunque, como sabe cualquiera que haya andado por caminos de montaña, hay más peligro de caerse al bajar que al subir, sobre todo si la pendiente es pronunciada. La novela, me temo, se cae, aunque el resultado es tan sólo un esguince, no llega a romperse la pierna ni mucho menos a abrirse la cabeza contra una piedra. Pero, que queréis que os diga, me parece una lástima...

Título original: Comme des bêtes
Año de publicación: 2021
Traducción: Pablo Martín Sánchez
Valoración: está bien
En un valle de los Pirineos viven Mariette y su hijo (supongo que son los Pirineos porque al parecer la autora ha vivido o vive en esa zona), aunque en verdad no viven en ninguno de los pueblos del valle, sino en una borda de pastor rehabilitada, en la ladera de un risco. La mujer no es demasiado sociable, pero es que el hijo, directamente vive casi al margen de la sociedad humana, tras un corto y frustrante paso por la escuela y prefiere, con mucho, la compañía de los animales. De hecho, hay quien le considera poco más que uno de llos, puesto que el chico, y luego hombre joven, no habla y se limita a los gruñidos y otros sonidos por el estilo, lo cual, unido a su envergadura y fuerza, le valieron de niño el apodo de el Oso por parte de sus compañeritos. Hasta aquí la historia, con ser peculiar, no resulta tan chocante, pero hete aquí que un día alguien detecta que el joven tiene escondida en una cueva, que los lugareños conocen como la Gruta de las Hadas, a una niña pequeña y se arma la de Dios es Cristo tremendo follón alboroto, con la policía acudiendo en helicóptero al rescate de la niña y la detención del mal llamdo Oso (en ningún momento conocemos su verdadero nombre).
La historia se desplegando ante nosotros, de hecho, a través del interrogatorio de la policía (nota pedante: digo yo que serán los gendarmes, más bien, pero en el libro no se habla de este célebre cuerpo de seguridad de la República Francesa, en ningún momento o que yo recuerde)a diferentes personajes relacionados con el detenido, de forma que cada una de estas declaraciones integra un capítulo, resultando éstos de extensión variable, aunque en general, cortos (esta estructura narrativa, por cierto, me parece lo más destacable e interesante de la novela, por más que tampoco sea de una originalidad apabullante). Así, vamos conociendo lo que piensa del caso la antigua maestra del llamado Oso, uno de sus compañeros del colegio, diferentes vecinos, como el que le vendió la borda a Mariette u otro que les llevaba animales enfermos para que los curase el chico -quien, al parecer, tenía ciertos poderes sanatorios-, cazadores que solían pasar por la zona, Luc, un corredor de montaña que entrenaba por allí y era el único que conocía la existencia de la niña, el cartero, la farmacéutica... y, ya como colofón, el testimonio de la madre del reservado joven.
Entre todos van perfilando una situación, incluso una trama, que, si bien comienza como un misterio rural, pronto adquiere unos tintes sobrenaturales o legendarios -de hecho, todos los capítulos están precedidos por unos asertos poéticos (no sé si en el original francés rimarán y todo) supuestamente emanados por ciertas criaturas propias de los cuentos populares. Esta deriva, primero dándole un toque magufo a la historia (pido perdón a quien pueda ofender9 y luego hacia lo fantástico no me disgusta o, al menos, no tiene porque salir mal, pero es que la autora de la novela, en mi opinión (y aquí puede haber un spoiler, si es que no lo he hecho ya), se precipita en concluir la novela, cuando yo creo que el camino que había tomado necesitaba de más rodeos y un poco más de trayecto para llegar a buen puerto. Bérot toma por un atajo para acabar cuanto antes, aunque, como sabe cualquiera que haya andado por caminos de montaña, hay más peligro de caerse al bajar que al subir, sobre todo si la pendiente es pronunciada. La novela, me temo, se cae, aunque el resultado es tan sólo un esguince, no llega a romperse la pierna ni mucho menos a abrirse la cabeza contra una piedra. Pero, que queréis que os diga, me parece una lástima...