El lunes por la mañana, mientras mi hijo se duchaba antes del cole, decidí revisar su mochila. No suelo hacerlo, pero noté que últimamente estaba más callado y distraído. Pensé que quizá había algún parte, alguna nota del profe… o un problema. Pero entre los cuadernos, encontré una caja de cartón decorada con pegatinas. En ... Leer más

Apr 21, 2025 - 21:13
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El lunes por la mañana, mientras mi hijo se duchaba antes del cole, decidí revisar su mochila. No suelo hacerlo, pero noté que últimamente estaba más callado y distraído.

Pensé que quizá había algún parte, alguna nota del profe… o un problema.
Pero entre los cuadernos, encontré una caja de cartón decorada con pegatinas. En la tapa ponía: “Para cuando te sientas triste”.

Dentro había una carta escrita a mano, dibujos recortados, un paquete de galletas de chocolate… y una pulsera mía que creía perdida desde hacía meses.

Cuando le pregunté qué era eso, bajó la mirada y me dijo:

—Es por si algún día estás triste, como cuando lloraste por el abuelo. Quiero que tengas cosas que te hagan sentir mejor.

Me quedé en silencio, con un nudo en la garganta. Me explicó que llevaba semanas haciendo “una caja de emergencia de felicidad” para mí. Que cada vez que yo sonreía por algo, él lo apuntaba en un papel, y si era una cosa que se podía guardar… la metía dentro.

Había dibujos nuestros, un papel que decía “cuando me haces cosquillas en la cocina”, una galleta que me robó del desayuno (“te encantan estas, lo sé”) y hasta una entrada vieja de cine de cuando fuimos los dos solos.

Así que sí… revisé su mochila buscando un problema, y encontré la prueba más bonita de amor que alguien me ha hecho nunca.