Enrique Valentí regresa a Madrid para abrir Caja de Cerillas, su primer restaurante sin socios

El cocinero madrileño, que ha estado 20 años afincado en Barcelona, se instala en su ciudad para estrenar un formato de casa de comidas de solo 25 plazas en el barrio de Chamberí, que abre de lunes a viernes para despachar “comida cotidiana”. “Vuelta a... La entrada Enrique Valentí regresa a Madrid para abrir Caja de Cerillas, su primer restaurante sin socios aparece primero en Gastroeconomy.

Apr 13, 2025 - 23:45
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Enrique Valentí regresa a Madrid para abrir Caja de Cerillas, su primer restaurante sin socios

El cocinero madrileño, que ha estado 20 años afincado en Barcelona, se instala en su ciudad para estrenar un formato de casa de comidas de solo 25 plazas en el barrio de Chamberí, que abre de lunes a viernes para despachar “comida cotidiana”.

“Vuelta a los orígenes”, resume Enrique Valentí, que, tras 20 años en Barcelona, ha regresado a Madrid, donde nació, para instalarse definitivamente y, de paso, abrir su primer restaurante sin socios y en su ciudad: Caja de Cerillas.

Recién abierto hace una semana en la calle Donoso Cortés, en pleno Chamberí, el barrio donde este cocinero y creador de conceptos gastronómicos creció y vivió, implica también una vuelta a los orígenes desde el punto de vista culinario, ya que Caja de Cerillas asume un formato de casa de comidas, planteado como “una microproducción” de solo 25 plazas y 8 mesas.

Bagaje previo de Enrique Valentí

Hay que rebobinar un poco para poner en contexto quién es este emprendedor. Conocido en el mercado gastronómico barcelonés como ‘El Madrileño’ y autopresentado hace años en sus redes sociales como “madridista en Barcelona”, Enrique Valentí defiende un currículum plagado de experiencia y proyectos: de aprender en restaurantes como Lúculo y Viridiana (Madrid) o Drolma (de Fermín Puig, en Barcelona) y decantarse por la alta cocina francesa (en concreto, por los manuales de Escoffier), a crear su firma de consultoría Algo se está cociendo S.L. y liderar proyectos que fueron muy conocidos en Barcelona, como Casa Paloma (brasería de carne), Chez Coco (‘rotisserie’), BarBas (vermutería-restaurante), Marea Alta (marisquería) y Adobo (bar-coctelería). “Las ideas tienen que ir acompañadas de una conceptualización en torno a un negocio”, sostenía hace unos años.

En los últimos años, Enrique Valentí vivía entre Barcelona y Madrid, donde con su hermano Carlos Valentí, abrió Hermanos Vinagre, concepto de bar de tapas que ya suma tres sedes en Madrid. “Vivía entre Madrid y Barcelona, pasaba más o menos cuatro días en un sitio y tres en otro. Vivía muy bien como estaba, a la sombra, organizando proyectos. En el último año, estaba cada vez más aquí y, como somos mentes inquietas y nos gusta complicarnos la vida, encontré este local y decidí hacer algo por mi cuenta”, detalla.

Eso también significa que Caja de Cerillas es su primer restaurante sin socios, que Valenti emprende en solitario. “Nunca he montado nada yo solo en Madrid y nunca he montado nada mío. Es el primer proyecto que monto sin socios; he montado mi proyecto personal”.

Así es Caja de Cerillas

Ubicado en un esquina de la calle Donoso Cortés—“Buscaba un sitio en Chamberí, que es donde nací”—, se llama Caja de Cerillas porque ocupa un pequeño local de 70 metros cuadrados, que suma solo 25 plazas en 8 mesas, con un equipo de 6 personas. “Es una microproducción; buscaba algo manejable, porque siempre pienso que si cocinas para 25, más o menos puedes tener un poco todo organizado y controlado; está todo planteado como una caja de cerillas”.

Valentí busca defender un modelo de casa de comidas para dar bien de comer, “sin ánimo de generar expectativas”, en un acogedor comedor que dice que ha intentado que se parezca al salón particular de una casa. Eso sí, decorado con antiguas cartas y menús de restaurantes. “Lo puedes llamar bistró, pero se trata de montar una casa de comidas para envejecer como cocinero con esa tranquilidad que ese concepto te da. Simplemente, es una casa de comidas, que está montada con la idea de tener un concepto de autoempleo, pasarlo bien, cocinar para los amigos”, desgrana.

¿En el plato? “Cocina absolutamente y rigurosamente de mercado, de lo que nos trae el mercado. Un día hay esto y un día hay otra cosa”, dice. El formato de oferta es “una carta muy pequeña, en la que irá habiendo más sugerencias, con lo que nos regala el día”.

La carta de Caja de Cerillas

La carta —unos 20 platos salados— arranca con un apartado de ‘Tapas’ (cada una, con precios de 5 a 12 euros), como Anchoa preparada, Empanadilla de atún, Langostinos en gabardina o Tortillita de cebolla caramelizada. Se puede pasar a ‘Primeros’, como Judías verdes y patata chafada con jamón, Espinacas a la crema, Espárragos blancos cocidos con vinagreta o ‘Tomate pizza’.

Los ‘Principales’ abarcan desde los llamados Macarrones de campo o Potaje de Vigilia, a Guiso de almejas y judías blancas, Huevos estrellados con gambas al ajillo y Oreja, patatitas y brava. Se completa con varios productos ‘A la brasa’, como butifarra, pollo, solomillo y pescado de lonja. De postre, entre otras opciones, Buñuelo de anís o ‘El flan que no te comiste en tu infancia’. “Creo que la propuesta es diferente”, defiende el cocinero. Se puede calcular un tícket medio de 45 a 65 euros.

Su horario se alinea con la tendencia a calendarios ‘sui generis’ de la hostelería actual: abre de lunes a viernes en doble servicio de mediodía y noche. Es decir, no abre en fin de semana, “porque me apetece rodearme de personal que no vaya a cambiar y, en parte, son personas han trabajado conmigo en otra época”.

Modelo de Caja de Cerillas

Dice Enrique Valentí que Caja de Cerillas también surgió de “cuando uno se pone, a veces, un poco trascendental frente a la vida y piensa que le apetece cerrar el círculo. Cuando menos te lo esperas, ya que nadie es profeta en su tierra, surgen oportunidades como esta”.

Esa oportunidad también debe verse como un negocio que debe ser sostenible desde de punto de vista económico. “He montado algo que pretende ser una cosa honesta y romántica, más bien honesta, porque no sé si es correcto decir romántico, ya que, al final, es un negocio”.

¿Saldrán los números? ¿Ha calculado si abriendo de lunes a viernes, con 25 plazas y 8 mesas y un equipo de 6 personas, puede ser un modelo rentable? “Claro que lo he calculado; al final, depende un poco es lo que hagamos; se podría maximizar, pero no es lo que quiero. Lo que quiero simplemente es que funcione de manera orgánica y tengo claro que si no lleno cada servicio, quizás, no nos funcionará, pero eso es lo que hay que intentar”.

“Mucho que hacer en Madrid”

Llega a una ciudad como Madrid que aparenta plena efervescencia, pero también registra cierres de restaurantes, alquileres y traspasos disparados, tícket medios al alza y avance de grupos nacionales e internacionales que complican el emprendimiento por parte de pequeños empresarios. “En Madrid, hay mucha macroproducción, que contribuye generar una gran capital como si fuera Londres, pero a los pequeños artesanos como nosotros parece que nos han expulsado. Por eso, creo que hay que volver un poco a los orígenes y buscar nuestro hueco”.

En la pared, cuelga un menú de La Broche con fecha del 12 de enero de 1997, que Sergi Arola dedicaba entonces a Enrique Valentí: “El futuro es nuestro; ánimo. Hay mucho que hacer en Madrid”. Y casi treinta años después, Enrique Valentí sentencia: “Sigo pensando que hay muchas cosas que hacer en Madrid”, sostiene el cocinero madrileño.

El perfil de Caja de Cerillas en Instagram deja esta tarjeta de presentación: “Restorán. Comida cotidiana de lunes a viernes”.

Caja de Cerillas. Donoso Cortés, 8. Madrid. Tel 630 132 414. https://www.instagram.com/cajadecerillas_madrid/

Autor de las fotos: Marta Muñoz-Calero.

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