No puede ser: Tamara Falcó deja a todos boquiabiertos por su reacción a la muerte de Mario Vargas Llosa, expareja de su madre Isabel Preysler

Muertes que estremecen. Hay partidas que traspasan la esfera íntima y conmueven a sociedades enteras. La muerte de figuras universales como Mario Vargas Llosa activa un duelo colectivo que va más allá del afecto personal: es el adiós a una voz imprescindible de la cultura. Vargas Llosa no solo fue un novelista influyente, sino también ... Leer más

Apr 15, 2025 - 09:11
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No puede ser: Tamara Falcó deja a todos boquiabiertos por su reacción a la muerte de Mario Vargas Llosa, expareja de su madre Isabel Preysler

Muertes que estremecen.

Hay partidas que traspasan la esfera íntima y conmueven a sociedades enteras. La muerte de figuras universales como Mario Vargas Llosa activa un duelo colectivo que va más allá del afecto personal: es el adiós a una voz imprescindible de la cultura. Vargas Llosa no solo fue un novelista influyente, sino también un pensador que supo retratar con crudeza las tensiones de América Latina. Su muerte, a los 89 años, en su casa de Lima, ha dejado un vacío que difícilmente podrá llenarse.

La familia del escritor confirmó su fallecimiento a través de un comunicado oficial, sin dar detalles sobre la causa de la muerte. «Con profundo dolor, hacemos público que nuestro padre, Mario Vargas Llosa, ha fallecido hoy en Lima, rodeado de su familia y en paz», escribió su hijo Álvaro Vargas Llosa en la red social X. La noticia fue replicada también por su hija Morgana, en un intento de dar parte al mundo sin romper la intimidad del momento. Se ha anunciado que, por expreso deseo del autor, no se celebrará ninguna ceremonia pública.

«Su partida entristecerá a sus parientes, a sus amigos y a sus lectores alrededor del mundo, pero esperamos que encuentren consuelo, como nosotros, en el hecho de que gozó de una vida larga, múltiple y fructífera, y deja detrás suyo una obra que lo sobrevivirá», continuaba el mensaje.

Una despedida sobria, escrita con la elegancia que caracterizaba al propio Vargas Llosa. Los hijos detallaron también que seguirán las instrucciones de su padre «en las próximas horas y días», y pidieron privacidad en este proceso. Los restos del autor serán incinerados.

Una despedida íntima.

Desde su regreso a Lima en 2022, el Nobel había retomado su vida en el distrito bohemio de Barranco, con vista al Pacífico y rodeado de la atmósfera que tanto influyó en sus obras. Volvió a compartir techo con su esposa, Patricia Llosa, y a recorrer las calles de su ciudad adoptiva con una familiaridad que desmentía su celebridad. En uno de sus últimos paseos públicos, visitó el local limeño que inspiró Conversación en La Catedral, una de sus novelas más emblemáticas. La imagen, capturada por su hijo Álvaro, mostraba a un hombre físicamente desgastado pero aún conectado con su pasado.

Poco antes, también se le vio frente al colegio militar Leoncio Prado, escenario clave en su formación literaria y personal. Fue allí donde se gestó su vocación de escritor, en abierta rebeldía contra los deseos de su padre, figura autoritaria que marcó profundamente su vida. Ese conflicto originario entre deber y deseo, entre disciplina impuesta y libertad creativa, atravesó buena parte de su narrativa. Vargas Llosa transformó su experiencia vital en una literatura que resonó a escala global.

Ganador del Premio Nobel de Literatura en 2010, fue reconocido por su «cartografía de las estructuras del poder y aceradas imágenes de la resistencia, la rebelión y la derrota del individuo». El prestigioso galardón coronó una carrera que comenzó en los años sesenta con obras como La ciudad y los perros y La casa verde. Pero su legado no se limita a los premios: su influencia intelectual se extiende a la política, el periodismo y la defensa de la libertad individual. Su vida, en efecto, fue mucho más que literatura.

Más allá de la ficción.

En febrero de 2023, Mario Vargas Llosa rompió una nueva barrera al convertirse en el primer autor en español admitido en la Academia Francesa. En su discurso, agradeció a Francia por haberle permitido descubrir «otra América Latina», en referencia a su etapa de juventud en París. Este gesto consagró su estatura internacional y subrayó su particular relación con la cultura europea. Nacido en Arequipa, Perú, en 1936, el escritor nunca se conformó con ser un autor regional: aspiraba a la universalidad.

Su carrera estuvo marcada también por incursiones sorprendentes en terrenos ajenos a la literatura. Se presentó como candidato a la presidencia del Perú en 1990, una experiencia amarga que lo enfrentó a las sombras de su país. También se subió a los escenarios como actor, demostrando que su inquietud creativa no conocía fronteras. Pese al fracaso político, nunca abandonó su defensa del pensamiento libre, incluso en momentos de impopularidad. Fue un intelectual incómodo, en el mejor sentido del término.

Quienes lo conocieron de cerca aseguran que conservó hasta el final la lucidez y el humor que lo caracterizaban. En los últimos meses, sus vecinos lo veían caminar apoyado en su bastón, saludando con cortesía. Ni Álvaro, ni Gonzalo, ni Morgana —sus hijos— revelaron la causa de su muerte inmediatamente. Fue un amigo cercano, el abogado Enrique Ghersi, quien finalmente rompió el silencio. Y su testimonio arroja luz sobre los últimos días del escritor.

Un adiós revelado.

«Una neumonía ha sido finalmente la causa de su fallecimiento. Eso es muy triste», declaró Ghersi en una entrevista con el programa de televisión peruano Panorama. Su intervención fue especialmente significativa porque no solo explicó lo ocurrido, sino que reconstruyó el último cumpleaños del autor. «Él ya estaba mayor, pero la pasó muy bien, estuvo haciendo chistes, le cantamos y comió tarta», relató con emoción. Según dijo, nadie en ese momento sospechó que sería la última celebración.

«Estas enfermedades pueden ser muy complicadas, y lamentablemente se nos ha ido», agregó el jurista. Para él, Vargas Llosa fue «un hombre luchador» y un «héroe de la libertad» que encarnó con coherencia sus ideas políticas y filosóficas. Ambos compartieron décadas de amistad y militancia, desde los años en que fundaron el Movimiento Libertad. La despedida, por tanto, no fue solo a un escritor, sino también a un referente ético e ideológico.

Las reacciones no se hicieron esperar: el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, expresó su pesar, al igual que la Casa Real. «El Olimpo de las letras universales le ha abierto sus puertas a Mario Vargas Llosa. Gracias siempre por toda su inmensa obra a nuestro hispano-peruano eterno», escribieron los Reyes. Numerosos escritores, académicos y figuras del mundo editorial han rendido homenaje a su legado. La literatura, sin duda, ha perdido a uno de sus más brillantes exponentes.

Silencios que hacen ruido.

En medio del tributo generalizado, llamó la atención el mutismo de Isabel Preysler, ex pareja del escritor, y de su hija, Tamara Falcó. Mientras los medios esperaban alguna reacción, Falcó apareció en redes celebrando el cumpleaños de una amiga. «Enhorabuena por esos 50 años maravillosos y ojalá cumplamos 50 más juntas», escribió, acompañando su publicación con imágenes festivas y música de Whitney Houston.

El contraste fue inevitable: mientras el mundo lamentaba la pérdida de un autor universal, Tamara optaba por mantener un tono festivo, completamente desconectado del duelo que muchos esperaban ver reflejado. Esta reacción ha sido ampliamente comentada y también criticada en redes sociales y medios de comunicación. Para muchos, se trató de una muestra de frialdad o falta de empatía, especialmente considerando los casi ocho años de relación entre Vargas Llosa y su madre.

Aunque cada persona elige cómo vivir el duelo —y aunque Tamara no mantuviera una relación estrecha con el autor—, su actitud pública ha sido interpretada por algunos como una omisión significativa. En una era donde lo simbólico pesa tanto como lo dicho, su silencio fue más elocuente que cualquier declaración. Mientras unos se despiden de un genio literario, otros, por decisión o por descuido, han pasado la página con demasiada rapidez.