Mario Vargas Llosa, daguerrotipo
Ahora sabemos, ¿quién lo diría?, que su literatura surge del desamparo y del proverbial encuentro con unas páginas salvíficas que nunca han dejado de inspirarle; por lo que siempre vuelve a refugiarse en algunos determinados fragmentos de Madame Bovary, sobre todo cada vez que se siente perdido, para reflejarse en el espejo de Flaubert. Mario... Leer más La entrada Mario Vargas Llosa, daguerrotipo aparece primero en Zenda.

Tiene el rostro del virtuoso, del que nunca se ha despeinado ni se ha visto sometido a un esfuerzo titánico para obtener sus logros creativos, pero en cambio es un trabajador infatigable del surco cervantino, por mucho que el acento peruano de su escritura tenga hondos matices flaubertianos.
Mario Vargas Llosa es uno de los pocos escritores a los que se les ha concedido contemplar la inmortalidad de su obra; y que, a pesar de ese funesto don capaz de paralizar cualquier escritura, continúa escribiendo con el emocionado temblor de un pálido adolescente, como si cada palabra retenida fuese el latido necesario para seguir vivo.
En este retrato Jeosm radiografía el rostro del autor de Le dedico mi silencio, contemplando sus horizontes imaginarios. Sus ojos miran vueltos hacia dentro, no exentos de cierta perplejidad en su titánico afán por seguir poniendo en orden los conjeturales significados de la vida. ¡Qué otra función y finalidad tiene un escritor!
Por lo que, querido lector, parafraseando a René Magritte, este hombre que nos interroga con su desabrida mirada no es Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura, sino el surcado daguerrotipo de su escritura.
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Texto incluido en el libro No soy uno de los vuestros (Círculo de Tiza, 2023)
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