El comandante yanqui, de David Grann
William Alexander Morgan aterrizó en Cuba y se unió a la revolución contra el dictador Fulgencio Batista. Estuvo al lado de Fidel Castro durante todo su ascenso al poder, pero cuando manifestó su oposición al comunismo, fue fusilado. En Zenda reproducimos el primer capítulo de la biografía El comandante yanqui (Big Sur), de David Grann.... Leer más La entrada El comandante yanqui, de David Grann aparece primero en Zenda.

William Alexander Morgan aterrizó en Cuba y se unió a la revolución contra el dictador Fulgencio Batista. Estuvo al lado de Fidel Castro durante todo su ascenso al poder, pero cuando manifestó su oposición al comunismo, fue fusilado.
En Zenda reproducimos el primer capítulo de la biografía El comandante yanqui (Big Sur), de David Grann.
***
I
El amigo fiel
La noche habanera lo ocultó por un instante. Como si fuera invisible, tal como antes de llegar a Cuba, en plena revolución. Luego una ráfaga de focos lo iluminó: William Alexander Morgan, el gran comandante yanqui. Estaba de pie con la espalda apoyada contra un muro lleno de impactos de bala en un foso vacío que rodeaba La Cabaña, una fortaleza de piedra del siglo XVIII sobre un acantilado con vistas al puerto de La Habana, ahora convertida en prisión. Unas manchas de sangre se secaban en el lugar donde un poco antes le habían disparado a su amigo. Morgan, de treinta y dos años, parpadeó ante las luces. Se enfrentaba a un pelotón de fusilamiento.
Era el 11 de marzo de 1961, dos años después de que Morgan ayudara a derrocar al dictador Fulgencio Batista y a llevar a Castro al poder. La revolución se fragmentaba desde entonces, sus líderes devoraban a los suyos, como Saturno, pero la visión de Morgan ante un pelotón de fusilamiento fue impactante. En 1957, cuando aún se pensaba que Castro luchaba por la democracia, Morgan viajó de Florida a Cuba, se adentró en la selva y se unió a la guerrilla. En palabras de un observador, Morgan era “como Holden Caulfield con una ametralladora”. Fue el único estadounidense en el ejército rebelde y el único extranjero, aparte de Guevara —un argentino—, que alcanzó el rango de comandante, el más alto del ejército.
Después de la revolución, el papel de Morgan en Cuba fue mucho más fascinante, pues la isla se vio envuelta en la gran batalla de la Guerra Fría. Un americano que lo conoció dijo que fue el “principal intrigante” de Castro, y la revista Time lo llamó el “taimado doble agente [de Castro] nacido en Estados Unidos”.
Ahora Morgan estaba acusado de conspirar para derrocar a Castro. El gobierno cubano declaró que en realidad siempre había trabajado para la inteligencia de Estados Unidos, que era en efecto un triple agente. Morgan lo negó, pero hasta algunos de sus amigos se preguntaban quién era en verdad y para qué había ido a Cuba.
Antes de que lo sacaran de La Cabaña, otro preso le preguntó si podía ayudarlo de algún modo. Morgan le respondió: “Si salieras vivo de aquí, cosa que dudo, intenta contarle mi historia a la gente”. Morgan comprendió que estaba en juego algo más que su vida: el régimen cubano iba a distorsionar su papel en la revolución, si es que no lo eliminaba de los registros públicos; y el gobierno de los Estados Unidos escondería los documentos que lo mencionaran en archivos clasificados, o los “sanearía” ocultando pasajes con tinta negra. Primero lo borrarían del presente y luego del pasado.
El jefe del pelotón de fusilamiento gritó: “¡Preparen!”. Los milicianos levantaron sus fusiles belgas. Morgan temía por su mujer, Olga —a quien había conocido en las montañas—, y por sus dos hijas pequeñas. Siempre supo doblegar las fuerzas de la historia y en el último momento rogó comunicarse con Castro. Morgan confiaba en que el hombre al que una vez llamó su “amigo fiel” nunca lo mataría. Pero ya los verdugos amartillaban sus armas.
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Autor: David Grann. Título: El comandante yanqui. Traducción: Sandra Caula. Editorial: Big Sur. Venta: Todos tus libros.
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