Las casas de los impíos, de Ed Brubaker y Sean Phillips

Nos adentramos en las retorcidas entrañas del Satanic Panic y sus secuelas con el último trabajo de la dupla criminal por excelencia. Edita Norma Editorial.

Apr 14, 2025 - 10:18
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Las casas de los impíos, de Ed Brubaker y Sean Phillips
Las casas de los impíos - Portada


Edición original: Houses of the unholy USA (Image Comics, 2024)
Edición nacional/España: Norma Editorial, 2025
Guion: Ed Brubaker
Dibujo: Sean Phillips
Color: Jacob Phillips
Traducción: Hernán Migoya
Realización técnica: Joan Moreno, Rocío Vargas
Formato: Cartoné. 144 páginas, color. 27,00€

El diablo detrás de cada esquina

El último Cómic Barcelona nos ha dejado una resaca importante y una tremenda pila de trabajo en la redacción indie. Y es que aprovechando el más importante evento comiquero de nuestro país, las editoriales se han venido arriba trayendo una avalancha de estrenos entre los que brillan con fuerza aquellos llegados desde el otro lado del Atlántico, siendo especialmente numerosos los de Norma Editorial. Y sin duda, uno de los más señalados es el nuevo trabajo del dúo criminal por excelencia.

En efecto, los incombustibles Ed Brubaker y Sean Phillips están de vuelta. El legendario equipo creativo autor de obras maestras como Sleeper, Criminal o The Fade Out no solo no ha aflojado su ritmo de producción, sino que lleva años sacando obras a un ritmo mayor si cabe, siendo Reckless probablemente la más brillante de todas las recientes. Una colección a la que pusieron punto y aparte para dejarla reposar y dedicar tiempo a otras historias cortas y diferentes como Night Fever y Donde vi el cadáver (si es que “diferente” es un término que se pueda usar cuando nos referimos a la producción de estos autores).

Ese hiatus continúa por el momento, pues a esas dos obras se ha sumado un nuevo lanzamiento. Hablamos de Las casas de los impíos, publicada originalmente como Houses of the unholy de la mano de Image Comics, la morada habitual de Phillibaker desde que aterrizaran allá por 2014 con Fatale. Una obra autoconclusiva de 144 páginas editada en formato novela gráfica, tuna costumbre que llevan practicando estos autores desde hace ya bastante tiempo, con aquel lanzamiento de Mis héroes siempre han sido yonquis que les mostró la bella alternativa de escribir lo que les viniera en gana sin tener que amoldarse al estricto tempo narrativo de la grapa americana.

Las casas de los impíos - Interior

Las casas de los impíos nos pone en la piel de Natalie Burns, una investigadora privada con la que entabla contacto un agente del FBI especializado en casos de sectas. Natalie estuvo relacionada en su infancia con un infausto juicio relacionado con el Satanic Panic de los años 80, y este agente está siguiendo una investigación que podría estar relacionada con aquello, algo para lo que la cooperación de la investigadora podría resultar crucial. Pero Natalie pronto descubrirá que el pasado es una roca que nunca para de perseguirte cuando uno huye cuesta abajo, y quizás el inesperado caso al que se está viendo arrastrada es más enrevesado de lo que parecía.

Qué puede uno decir, a esta gente le gusta lo que le gusta. Desde luego, lo que Ed Brubaker no va a recibir nunca es un premio a la transgresión: el veterano guionista cae una y otra vez en el mismo corte de historias, que se pueden definir como noir+[inserte otro género]. Pero nunca la frase “hacer lo de siempre” tuvo un significado más positivo que con estos autores, así que no será por ahí por donde yo al menos vaya a atacar su trabajo. Baste decir que Brubaker es un autor fundamentalmente de este género, y que cualquiera que se canse rápidamente de lo mismo no deberá esperar que le vuele la cabeza su trabajo.

Su maravilloso potencial ha estado siempre en su talento para contar historias. Hay algo en la prosa de Brubaker, en cómo sus palabras te pasan flotando y te embriagan como el humo de un cigarro, insertándote mediante cantidades ingentes de narración en off en la torturada psique de sus protagonistas. Protagonistas envueltos en historias trepidantes, pero no tan increíbles como para parecer querer realizar el giro de guion más-loco-todavía. Y eso es algo que vuelve a demostrar en este trabajo.

Con Las casas de los impíos, Brubaker aprovecha para adentrarse en uno de los muchos temas que le apasiona como es el Satanic Panic, esto es, la época de histeria colectiva generalizada que atenazó a la sociedad estadounidense alrededor de los años 80, cuando todo hijo de vecino estaba preocupado por las innumerables sectas de perversas motivaciones que solo buscaban la manera de corromper la prístina moral de sus niños y hacerlos adorar al Diablo o peor, servirle de alimento. Una enajenación social que dio lugar a cuantiosos casos de persecución legal a todo aquello que oliera mínimamente a culto, señalando hobbies como Dragones & Mazmorras, el heavy metal, etc.

Las casas de los impíos - Interior

Brubaker aprovecha así su misterio para hacernos un pequeño repaso de aquella época y ponernos en contexto en un episodio interesantísimo de la historia de su país, uno que viendo el auge de la conspiranoia que mueven grupos como QAnon no parece que llegara a morir del todo, solo a mudarse a los foros de internet. Y lo hace con su talento narrativo habitual, moviéndonos por ello a través de una trama, la de Natalie, llevada con pulso firme y magnético, que a pesar de no innovar demasiado en nada ni sorprender, te atrapa con fuerza mientras la lees.

Precisamente, el personaje protagonista sea uno de los puntos a remarcar de la obra. Brubaker no ha destacado demasiado a lo largo de su carrera por cuidar a sus personajes femeninos, no por no desarrollarlos con cariño, sino por representarlas siempre en última instancia como los motores de la carga sexual de sus historias. Sin embargo, en los últimos años ha conseguido evolucionar en ese aspecto y salirse de su molde, con personajes como Friday o la Anna de Reckless. Una lista a la que Natalie podría sumarse sin ningún problema.

Pero ay, esta vez no me voy a poder quedar solo en las alabanzas, y es que Las casas de los impíos no logra alcanzar el nivel de otras obras del equipo. Y ha sido una pena, porque hasta fácilmente tres cuartas partes del volumen me tenían completamente conquistado con una trama que, aunque no fuera sorprendente, era adictiva. Pero es en los últimos giros de guion que desencadenan el clímax de la obra cuando Brubaker toma decisiones muy poco justificadas y que te dejan con la ceja levantada. El tipo de revelación que carece de coherencia con todo lo que hemos visto hasta el momento, y te hace salir de la historia justo en su recta final.

Tampoco podemos obviar su final, que me aventuro a predecir que resultará bastante cuestionable para muchos lectores. No quiero entrar demasiado en spoilers, pero nos encontramos ante ese tipo de final que te hace dudar sobre si estamos ante un recurso del guionista para decirnos algo o si sencillamente no sabía muy bien cómo terminar su historia. Yo personalmente apuesto por la primera opción: creo que Brubaker quiere lanzarnos aquí una reflexión sobre el estado actual de la psique americana y cómo la cultura de las fake news y las teorías conspiracionistas son una repetición de aquella época del pánico satánico, y que habrá que ver por dónde sale su país esta vez. ¿Pero funciona como final? Es posible que para muchos lectores no.

Las casas de los impíos - Interior

En el apartado artístico huelga decir que Sean Phillips está como siempre, y casi que no haría falta decir más. El artista británico desde luego tampoco va a ganar ningún premio a la innovación: su estilo lleva mucho asentado sobre los mismos rasgos, las mismas técnicas y las mismas costumbres. Pero sigue siendo un estilo irreprochable. Phillips es un narrador superlativo, y nos sumerge en el devenir de la trama con la solidez de siempre, llenándo la página de los tonos negros que piden una historia tan oscura como esta. Mención merece también Jacob Phillips en su trabajo de coloreado de las páginas. El Phillips Jr., que lleva ya varios trabajos asentado como colorista de cabecera de su padre, abandona ese estilo de colores algo apastelados y con textura de “brochazo” que le daban cierta luminosidad seca e inquietante a sus páginas en Reckless o en Donde vi el cadáver. Aquí se centra más en un acabado con colores más intensos y oscuros, en armonía con la gravedad de la temática tratada.

En definitiva, Las casas de los impíos no quedará en la primera fila de los trabajos de Ed Brubaker y Sean Philips. El equipo creativo logra entregar un thriller sobre cultos satánicos, reales o imaginarios, con un arranque magnífico, pero algunas decisiones argumentales del último tramo de la historia le hacen perder puntos a lo que podría haber sido otro gran trabajo de la dupla. Sigue siendo, eso sí, una obra muy disfrutable para los amantes del género, con una interesantísima reflexión de fondo sobre el devenir de la sociedad americana. ¡Pero es que nos tienen acostumbrados a tanto, que cualquier carencia duele!

Lo mejor

• La magnífica radiografía que Brubaker aprovecha para hacer del fenómeno social que fue el Satanic Panic en EEUU.
• La inquietante atmósfera teñida de rojo que ejecutan Sean y Jacob Phillips

Lo peor

• Algunos giros argumentales de la recta final resultan incoherentes.