El diseño del futuro: bioingeniería y control social
Contextualizadas entre los años 2037 y 2070, sus historias nos adentran en un escenario donde la bioingeniería y más en concreto, la edición genética, permite la selección y perfeccionamiento de los embriones dando como resultado seres humanos aparentemente libres de imperfecciones. Bajo el influjo de clásicos de la ciencia ficción y la distopía, como Frankenstein... Leer más La entrada El diseño del futuro: bioingeniería y control social aparece primero en Zenda.

“May you live in interesting times” —“Ojalá te toque vivir tiempos interesantes”—, se dice que reza una apócrifa y vetusta maldición china, aunque, en realidad, las pesquisas filológicas la remontan solo a las postrimerías del XIX y la devuelven, irónicamente, a su cuna anglosajona. En todo caso, este incisivo deseo resuena en el lector a lo largo de los ocho relatos que conforman Genes a la carta, magnífica obra de ficción de Maya G. Vinuesa. Profesora titular de la Universidad de Alcalá de Henares, traductora literaria y narradora, con este nuevo aporte a la colección especializada en literatura insólita, “Las puertas de lo posible”, de la editorial leonesa Eolas, nos transporta a un mundo que no es, pero podría ser y que, de hecho, podríamos decir que se encuentra en ciernes a la luz de nuestra contemporaneidad tecnológica.
Esta y una miríada de preguntas nos asaltan en cada relato. Aquí radica una de las muchas virtudes del volumen: la capacidad de enhebrar planteamientos relativamente típicos del género especulativo con nuevas perspectivas no solo a la luz de los últimos avances científicos sino, también, de las discusiones éticas más recientes. ¿Cabe posicionarse a favor de la imprevisibilidad de la transmisión genética natural renunciando a las posibilidades de mejora no solo estéticas, sino también sanitarias? Pero García de Vinuesa no se limita a esta sola diatriba, sino que la extiende a otra problemática que, sin duda, sobrevuela cualquier avance tecnológico en nuestros días: ¿qué ocurre con aquellos sectores sociales, aquellas otras culturas o países al margen de los pujantes sectores económicos blancos en Occidente? La escritora extrema las potencialidades del tema, a modo de panóptico, abriendo el abanico de casuísticas posibles. Retoman así algunos de estos textos planteamientos poscoloniales como ocurre en «Una pulsera de plata», «Uniformes blancos» o «Peces azules». Senegal es el escenario del primero, devenido geriátrico de Europa, donde los africanos editados y cuidadores de los ancianos extranjeros conviven con una amplia población local sin diseños genéticos y en un contexto de economía tradicional de subsistencia. El segundo de los citados relatos introduce una perturbadora propuesta: el uso y abuso de población inmigrante vulnerable en Europa como conejillos de indias para las experimentaciones genéticas. «Peces azules» trae a nuestro propio territorio nacional la consideración de la edición como herramienta de distinción y jerarquización social y cultural entre editados con mayores capacidades físicas frente una élite con un tipo de selección intelectual más refinada. Es decir, la autora traslada a un hipotético futuro las tensiones y desigualdades políticas, económicas, sociales y territoriales actuales dejando poco lugar a la esperanza de que estas, pese a todos los avances tecnológicos, puedan enmendarse.
¿Pero no es en definitiva la mejor ciencia ficción una reflexión sobre nuestro presente proyectado en un tiempo venidero? Aquí estamos ante una ciencia ficción de primer nivel donde, además, todos los relatos completan la panorámica abordando este «nóvum» científico desde perspectivas que profundizan en distintas y muy pertinentes vertientes sociales y psicológicas. Esto es un aspecto que aporta al volumen un indudable brillo. Lejos de las aproximaciones más planas a las personalidades de los protagonistas que en ocasiones aqueja a algunos textos clásicos de la ciencia ficción, en Genes a la carta el mundo interior de los personajes se examina con minuciosidad. De su mano, el lector se identifica con cuitas muy humanas que traspasan tiempos, espacios, edades y géneros. De hecho, la propuesta narrativa justamente demuestra un profundo trabajo de cohesión donde la autora se ha cuidado especialmente de exponernos a este nuevo mundo futuro a través de actores que son una amplia representación social de cualquier colectivo humano. En un relato como «Miyu, ginoide de compañía» se ahonda en el fenómeno del edadismo y el arrinconamiento al que se somete a los ancianos en nuestra contemporaneidad que, en el tiempo al que la autora nos proyecta, persiste en forma de un sistema de cuidados transferidos a androides. No se limita la escritora a apuntar hacia este particular, sino que, yendo más allá, elucubra sobre la más que probable fricción nacida de la convivencia entre humanos y humanoides. «Un cuerpo feliz» también prolonga un fenómeno bien conocido en nuestra actualidad: las pretensiones de máximo hedonismo y de consecuente postergación de las preocupaciones y molestias del vivir en que puede desembocar una concepción de la existencia perfeccionada hasta en los detalles más milimétricos. «Despedir un glaciar», dividido en secciones encabezadas por títulos dispuestos en forma de triada —guiño a los azares del tarot que domina nuestras vidas—, nos enfrenta a un protagonista cuya masculinidad y militancia en la ya obsoleta resistencia bioética parecen ya carecer de ningún sentido en un mundo donde los últimos glaciares y los resquicios de conciencia ecológica se hallan en trance de desmoronarse. En este relato se recoge también una de las frases más simbólicas del volumen: “En un par de generaciones podría haber dos especies humanas muy diferenciadas” (179). ¿Pero es que acaso no somos ya testigos de una deriva económica y social donde el muy diferente acceso de los individuos a los avances sanitarios, tecnológicos y estéticos profetiza un escenario no muy distante del pergeñado en estas páginas de ficción?
No se puede cerrar esta valoración de Genes a la carta sin aludir al hipnótico retrato de la japonesa Shiori Matsumoto que, siguiendo la estela ya tradicional en esta colección de adornar sus portadas con sugerentes ilustraciones, nos interpela a soñar con la inquietante belleza de la perfección. Sintetiza este dibujo el latir de un libro de imprescindible lectura donde los extremos de los avances humanos y de nuestras contradicciones existenciales se dan la mano en un ejercicio de reflexión sobre el futuro que es un inquietante anticipo de los senderos por los que nuestro presente se puede deslizar.
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Autora: Maya G. Vinuesa. Título: Genes a la carta. Editorial: Eolas. Venta: Todos tus libros.
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