Azorín, el prolífico escritor que transitó por todos los géneros y pasó de conservador y republicano a franquista

Una biografía sobre uno de los grandes autores de la generación del 98 descubre una vida y una obra literaria llenas de cambios y contradicciones que definen el siglo XXAnagrama considera que “está en su derecho de publicar” el libro sobre Bretón, pero esperará “a las resoluciones judiciales” José Martínez Ruiz, Azorín, publicó más de 5.000 artículos y un centenar largo de libros, abarcando todos los géneros literarios, en una vida que se prolongó más allá de los 90 años (Monóvar, Alicante, 1873-Madrid, 1967). Figura destacada de la generación del 98, junto a Baroja y Unamuno entre otros, Azorín pasó de ser anarquista en su juventud a conservador durante años, más tarde republicano y, por último, franquista en su vejez. Una reciente biografía, Azorín. Clásico y moderno (Alianza editorial), del historiador Francisco Fuster, desvela las claves de los inmensos cambios en la literatura y en la política de un intelectual que el biógrafo califica de “compendio del siglo XX español”. “Azorín”, señala Fuster, “ha tenido mala suerte porque hoy se lee poco y mantiene etiqueta de franquista por su última etapa”. Lejos de ignorar o desdeñar la trayectoria del escritor alicantino por sus contradicciones, Fuster subraya que precisamente son las transformaciones de Azorín aquello que lo convierten en un personaje atractivo, a pesar de su imagen de un tipo aburrido, rutinario y anticuado. “Es cierto”, dice Fuster, profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de Valencia, “que no tuvo una vida novelesca, más bien fue un autor solitario y poco dado a los eventos sociales. Como ejemplos podría aportar que fue colaborador del diario ABC durante seis décadas y que cenaba y se acostaba siempre temprano y a la misma hora. Ahora bien, escribió varias obras maestras como La voluntad o La ruta de don Quijote, creó un estilo sobrio y elegante y arriesgó además con propuestas innovadoras tanto en la novela como en el ensayo o el teatro. De hecho, publicó libros raros y nunca siguió las modas literarias”. En Azorín sorprende mucho su asombrosa versatilidad, la pasión por escribir de un grafómano confeso que hizo incursiones en todos los géneros. En cualquier caso, el autor se sirvió del periodismo como medio de vida más que de la literatura. En su faceta de columnista y no de reportero encontró, pues, los ingresos económicos tras abandonar la carrera de Derecho. Por otra parte, sus numerosas colaboraciones periodísticas se convirtieron en la base de sus ensayos a partir de recopilatorios que luego publicó como libros. A juicio de su biógrafo, el formato del periodismo se le quedó corto a un intelectual que leía mucho, en especial a los clásicos españoles, y que escribía a diario. Fue en sus obras teatrales (Old Spain, Brandy, mucho brandy o Comedia del arte) donde Azorín optó por el simbolismo y la vanguardia en lugar del teatro burgués que imperaba en su época. Pero en ese género fracasó. No obstante, Pedro Ojeda, profesor de Literatura en la Universidad de Burgos y especialista en el autor alicantino explica que “todos los escritores del 98 fracasaron en el teatro, incluso el hoy aclamado Valle Inclán al que le costó mucho triunfar”. “Así pues”, añade Ojeda, “ni los empresarios ni las compañías de actores se atrevían a llevar a escena unas piezas tan experimentales”. Tanto Fuster como Ojeda coinciden en que Azorín irrumpió en la prensa cuando empezaba a gestarse un periodismo moderno que abría las puertas a los ensayos literarios. Así pues, tras los artículos aparecían construcciones ensayísticas. Como una firma presente en ABC y en otros medios españoles y latinoamericanos durante un largo tiempo, Azorín fue testigo de grandes cambios en la prensa que incluyeron aumentos en el número de páginas, huecograbado y fotos en la España de los años veinte y treinta del pasado siglo mientras aumentaban la alfabetización y también la polarización política. No descartó tampoco José Martínez Ruiz las autobiografías o los libros de viajes y recuerdos como los dedicados a Valencia, donde estudió; a Madrid donde residió durante décadas; o a París donde se exilió durante la Guerra Civil. Como hilo conductor de su literatura aparece asimismo el paisaje a pesar de que, según su biógrafo, no pasó de realizar viajes cortos por España. De todos modos libros como Castilla sobresalen en su abundante obra. Cambios de bando político Nacido en una familia burguesa de Monóvar, hijo de un abogado y político de la Restauración, Azorín despertó a la política cuando ya había cumplido los 30 años y se afilió al Partido Conservador. Amigo y seguidor de Antonio Maura, líder de esa formación, el ya escritor fue elegido diputado en cinco legislaturas entre 1907 y 1919. Es más, llegó incluso a ocupar otro cargo político como subsecretario de Instrucción Pública. Opositor durante la dictadura del general Primo de Rivera (1923-1930), se incorporó a las filas de los intelectuales q

Mar 21, 2025 - 23:43
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Azorín, el prolífico escritor que transitó por todos los géneros y pasó de conservador y republicano a franquista

Azorín, el prolífico escritor que transitó por todos los géneros y pasó de conservador y republicano a franquista

Una biografía sobre uno de los grandes autores de la generación del 98 descubre una vida y una obra literaria llenas de cambios y contradicciones que definen el siglo XX

Anagrama considera que “está en su derecho de publicar” el libro sobre Bretón, pero esperará “a las resoluciones judiciales”

José Martínez Ruiz, Azorín, publicó más de 5.000 artículos y un centenar largo de libros, abarcando todos los géneros literarios, en una vida que se prolongó más allá de los 90 años (Monóvar, Alicante, 1873-Madrid, 1967). Figura destacada de la generación del 98, junto a Baroja y Unamuno entre otros, Azorín pasó de ser anarquista en su juventud a conservador durante años, más tarde republicano y, por último, franquista en su vejez. Una reciente biografía, Azorín. Clásico y moderno (Alianza editorial), del historiador Francisco Fuster, desvela las claves de los inmensos cambios en la literatura y en la política de un intelectual que el biógrafo califica de “compendio del siglo XX español”. “Azorín”, señala Fuster, “ha tenido mala suerte porque hoy se lee poco y mantiene etiqueta de franquista por su última etapa”.

Lejos de ignorar o desdeñar la trayectoria del escritor alicantino por sus contradicciones, Fuster subraya que precisamente son las transformaciones de Azorín aquello que lo convierten en un personaje atractivo, a pesar de su imagen de un tipo aburrido, rutinario y anticuado. “Es cierto”, dice Fuster, profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de Valencia, “que no tuvo una vida novelesca, más bien fue un autor solitario y poco dado a los eventos sociales. Como ejemplos podría aportar que fue colaborador del diario ABC durante seis décadas y que cenaba y se acostaba siempre temprano y a la misma hora. Ahora bien, escribió varias obras maestras como La voluntad o La ruta de don Quijote, creó un estilo sobrio y elegante y arriesgó además con propuestas innovadoras tanto en la novela como en el ensayo o el teatro. De hecho, publicó libros raros y nunca siguió las modas literarias”.

En Azorín sorprende mucho su asombrosa versatilidad, la pasión por escribir de un grafómano confeso que hizo incursiones en todos los géneros. En cualquier caso, el autor se sirvió del periodismo como medio de vida más que de la literatura. En su faceta de columnista y no de reportero encontró, pues, los ingresos económicos tras abandonar la carrera de Derecho. Por otra parte, sus numerosas colaboraciones periodísticas se convirtieron en la base de sus ensayos a partir de recopilatorios que luego publicó como libros. A juicio de su biógrafo, el formato del periodismo se le quedó corto a un intelectual que leía mucho, en especial a los clásicos españoles, y que escribía a diario. Fue en sus obras teatrales (Old Spain, Brandy, mucho brandy o Comedia del arte) donde Azorín optó por el simbolismo y la vanguardia en lugar del teatro burgués que imperaba en su época. Pero en ese género fracasó. No obstante, Pedro Ojeda, profesor de Literatura en la Universidad de Burgos y especialista en el autor alicantino explica que “todos los escritores del 98 fracasaron en el teatro, incluso el hoy aclamado Valle Inclán al que le costó mucho triunfar”. “Así pues”, añade Ojeda, “ni los empresarios ni las compañías de actores se atrevían a llevar a escena unas piezas tan experimentales”.

Tanto Fuster como Ojeda coinciden en que Azorín irrumpió en la prensa cuando empezaba a gestarse un periodismo moderno que abría las puertas a los ensayos literarios. Así pues, tras los artículos aparecían construcciones ensayísticas. Como una firma presente en ABC y en otros medios españoles y latinoamericanos durante un largo tiempo, Azorín fue testigo de grandes cambios en la prensa que incluyeron aumentos en el número de páginas, huecograbado y fotos en la España de los años veinte y treinta del pasado siglo mientras aumentaban la alfabetización y también la polarización política. No descartó tampoco José Martínez Ruiz las autobiografías o los libros de viajes y recuerdos como los dedicados a Valencia, donde estudió; a Madrid donde residió durante décadas; o a París donde se exilió durante la Guerra Civil. Como hilo conductor de su literatura aparece asimismo el paisaje a pesar de que, según su biógrafo, no pasó de realizar viajes cortos por España. De todos modos libros como Castilla sobresalen en su abundante obra.

Cambios de bando político

Nacido en una familia burguesa de Monóvar, hijo de un abogado y político de la Restauración, Azorín despertó a la política cuando ya había cumplido los 30 años y se afilió al Partido Conservador. Amigo y seguidor de Antonio Maura, líder de esa formación, el ya escritor fue elegido diputado en cinco legislaturas entre 1907 y 1919. Es más, llegó incluso a ocupar otro cargo político como subsecretario de Instrucción Pública. Opositor durante la dictadura del general Primo de Rivera (1923-1930), se incorporó a las filas de los intelectuales que se pronunciaron por una República moderada en la línea de José Ortega y Gasset o Gregorio Marañón. Desencantado más tarde con el radicalismo de la izquierda, trabó amistad con el banquero Juan March, uno de los financiadores del golpe de Estado contra la República. Temeroso de ser atacado por la izquierda por su conservadurismo y por los franquistas, por su anterior defensa de la República, decidió exiliarse en París a principios de la guerra junto con su muy tradicional esposa, Julia Guinda, con la que no tuvo hijos.

“Es muy cierto”, explica el biógrafo Francisco Fuster, “que muchos le reprocharon a Azorín sus continuos cambios de bando, aunque él lo calificaba de cambios de opinión. Las acusaciones contra él por oportunista resultaron frecuentes a lo largo de las distintas etapas de su vida. Así, tras la victoria de los franquistas en la guerra se vio obligado o bien a mantener su exilio en París o bien a regresar a España y aceptar la dictadura. Azorín se acercaba a los 70 años y necesitaba seguir escribiendo y publicando. Por ello optó por las alabanzas a Franco al tiempo que cultivó su relación con Ramón Serrano Súñer, cuñado del caudillo y personaje fuerte del régimen. Aquella conversión al franquismo le permitió volver a Madrid y, poco después, colaborar de nuevo en ABC y ver cómo seguían publicándose sus obras”.

Muchos le reprocharon a Azorín sus continuos cambios de bando, aunque él lo calificaba de cambios de opinión. Las acusaciones contra él por oportunista resultaron frecuentes a lo largo de las distintas etapas de su vida

Francisco Fuster Historiador

Francisco Fuster, un joven profesor de Historia Contemporánea y experto en la generación del 98, opina que la izquierda siempre contempló con muchos recelos a los autores de esa época y, en el caso de Azorín, lo etiquetó directamente de franquista. Tachados los del 98 de nacionalistas españoles y carcas, este biógrafo cree que la inmensa obra de Azorín va mucho más allá de sus últimos años y de los clichés. “Fue clásico y moderno a la vez”, subraya Fuster recordando el título de su libro, “muy curioso y siempre abierto a las novedades. Buena prueba de ello se refiere a su afición tardía por el cine, que consideró un arte y no solo un espectáculo y que le servía además para romper su metódica vida cotidiana limitada al despacho-biblioteca de su casa del centro de Madrid de la que apenas salía”.

En la actualidad Azorín, que alcanzó la gloria literaria en vida y fue un autor leído y respetado, miembro de la Real Academia Española y galardonado con premios y distinciones en diversos periodos, apenas es conocido por los aficionados a la literatura. “Sus libros ya no se leen en el Bachillerato y poco en las facultades de Letras”, resume el profesor Ojeda. “España es un país desmemoriado”, añade, “y Azorín tenía además un estilo demasiado evidente y claro para el público de hoy. Pero, en definitiva, la literatura está desapareciendo poco a poco del panorama cultural”.

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