'Los nuestros': la familia, fuente de conflictos

La familia es el gran asunto en la historia del teatro; su asunto troncal, y se ha abordado de todas las maneras posibles y desde todos los puntos de vista. Y es que la familia es la raíz y el origen de todos los conflictos, y el conflicto es el motor fundamental del teatro. Lucía Carballal , una de las voces mejor timbradas en la dramaturgia española actual ('Una vida americana', 'La resistencia', 'Los pálidos'), tira en ' Los nuestros ' de ese hilo familiar y lo entrelaza con cuestiones tangentes o cruzadas como la identidad, las tradiciones, los ritos o el peso del pasado en nuestras vidas. Una mujer sefardí, descendiente de una familia expulsada en su día por los Reyes Católicos pero de vuelta en España desde hace unas décadas, ha muerto; su hija mayor convoca a su familia más cercana para que juntos celebren el ' Avelut ', una tradición judía en la que los familiares llevan a cabo el duelo durante siete días apartados del mundo. Surgen entonces las diferencias de carácter, los puntos de vista, los rencores, las cuentas pendientes... Con un leit motiv: la lucha entre la individualidad y lo colectivo, entre los deseos de crecimiento personal y el 'lastre' de los sentimientos familiares, entre la necesidad de abrir nuevos caminos y crear nuevas ramas y el poder atractivo de la raíz. Juan Mayorga suele decir que la dirección de una función completa la escritura del texto. Lucía Carballal sigue esta máxima y su faceta como directora ilumina un texto que es -en apariencia, y solo en apariencia- un 'drama familiar burgués'. Diseñado con el público a tres bandas, con lo que se incrementa la sensación de 'voyeur' del espectador y el marco de una espléndida y monumentalmente caótica escenografía de Pablo Chaves , Lucía Carballal plantea un espectáculo de un gran dinamismo -solo decae algo en la escena de la función navideña- y una arrebatadora e inquietante belleza estética y sonora -el baile de los dos niños-. El soberbio trabajo de los actores -con Mona Martínez y Miki Esparbé - redondea la bondad del espectáculo, que vuelve a demostrar que la creación contemporánea también puede ser 'teatro como Dios manda' -si es que este teatro existe, que lo dudo-.

Mar 20, 2025 - 21:25
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'Los nuestros': la familia, fuente de conflictos
La familia es el gran asunto en la historia del teatro; su asunto troncal, y se ha abordado de todas las maneras posibles y desde todos los puntos de vista. Y es que la familia es la raíz y el origen de todos los conflictos, y el conflicto es el motor fundamental del teatro. Lucía Carballal , una de las voces mejor timbradas en la dramaturgia española actual ('Una vida americana', 'La resistencia', 'Los pálidos'), tira en ' Los nuestros ' de ese hilo familiar y lo entrelaza con cuestiones tangentes o cruzadas como la identidad, las tradiciones, los ritos o el peso del pasado en nuestras vidas. Una mujer sefardí, descendiente de una familia expulsada en su día por los Reyes Católicos pero de vuelta en España desde hace unas décadas, ha muerto; su hija mayor convoca a su familia más cercana para que juntos celebren el ' Avelut ', una tradición judía en la que los familiares llevan a cabo el duelo durante siete días apartados del mundo. Surgen entonces las diferencias de carácter, los puntos de vista, los rencores, las cuentas pendientes... Con un leit motiv: la lucha entre la individualidad y lo colectivo, entre los deseos de crecimiento personal y el 'lastre' de los sentimientos familiares, entre la necesidad de abrir nuevos caminos y crear nuevas ramas y el poder atractivo de la raíz. Juan Mayorga suele decir que la dirección de una función completa la escritura del texto. Lucía Carballal sigue esta máxima y su faceta como directora ilumina un texto que es -en apariencia, y solo en apariencia- un 'drama familiar burgués'. Diseñado con el público a tres bandas, con lo que se incrementa la sensación de 'voyeur' del espectador y el marco de una espléndida y monumentalmente caótica escenografía de Pablo Chaves , Lucía Carballal plantea un espectáculo de un gran dinamismo -solo decae algo en la escena de la función navideña- y una arrebatadora e inquietante belleza estética y sonora -el baile de los dos niños-. El soberbio trabajo de los actores -con Mona Martínez y Miki Esparbé - redondea la bondad del espectáculo, que vuelve a demostrar que la creación contemporánea también puede ser 'teatro como Dios manda' -si es que este teatro existe, que lo dudo-.