Cambio climático, producción de polen y alergias: ya no hay vuelta atrás
Seguro que en los últimos años ha escuchado a alguien cercano decir que parece que cada vez hay más gente alérgica. La realidad es que esta afirmación no es una especulación sin fundamento: en las últimas décadas la prevalencia de las alergias ha ido en aumento. La entrada Cambio climático, producción de polen y alergias: ya no hay vuelta atrás se publicó primero en Ethic.

Seguro que en los últimos años ha escuchado a alguien cercano decir que parece que cada vez hay más gente alérgica. La realidad es que esta afirmación no es una especulación sin fundamento: en las últimas décadas la prevalencia de las alergias y, concretamente, la rinitis alérgica y el asma, ha ido en aumento.
Este aumento gradual de las alergias es multifactorial. En él intervienen numerosos elementos ligados a nuestro estilo de vida actual, entre los que la contaminación del aire y el cambio climático desempeñan un papel fundamental.
El aire que respiramos está compuesto por una mezcla de gases que permiten la vida, además de otros que la actividad humana emite a la atmósfera (industria, combustión de los coches, etc.). Pero este aire no está compuesto únicamente por gases, sino que cuando respiramos también estamos inhalando otros elementos o partículas microscópicas que se encuentran en suspensión, como el polvo sahariano, partículas emitidas por la quema de combustibles fósiles del tráfico rodado o partículas de origen biológico, como esporas de hongos o granos de polen.
Los granos de polen son las células reproductoras masculinas de las plantas fanerógamas. Dependiendo del tipo de planta que los produzcan, el tamaño de los granos de polen pueden oscilar entre 10 y 150 µm y su estructura (forma) y composición química exterior también serán diferentes, por eso nos pueden dar alergia unas plantas y otras no. Pero ¿qué tiene que ver el cambio climático con todo esto?
Cambios en la fenología
El cambio climático es una realidad, aunque algunos traten de negarlo. El pasado año se superaron por primera vez los 1.5 ºC de temperatura desde niveles preindustriales y los últimos 10 años han sido los más cálidos desde que se tiene registro.
El incremento global de las temperaturas, acompañado del aumento de fenómenos extremos está afectando a la fenología de las plantas
Este incremento global de las temperaturas, acompañado del aumento en la frecuencia de fenómenos extremos (olas de calor, lluvias torrenciales, etc.) está afectando a la fenología de las plantas. La fenología engloba fenómenos biológicos cíclicos, como la floración, y que, normalmente, guardan especial relación con las variables climáticas. Si estas variables climáticas están alteradas, los ciclos biológicos también se verán afectados y, entre ellos, la producción de polen.
¿Cómo monitorizamos el polen?
En España, desde hace más de 30 años se han ido estableciendo redes de monitoreo en numerosas localidades gestionadas por entidades públicas o privadas. Estas se encargan de leer las concentraciones de polen en el aire de forma diaria. Gracias a estos registros históricos, podemos ver cómo ha ido variando el polen de las diferentes ciudades a lo largo de los años.
Estas variaciones pueden ser de dos tipos fundamentales: variaciones en la concentración o cantidad de polen que se emite cada año y en los periodos de emisión de cada tipo de polen.
Cambio climático y plantas alergénicas
Algunos de los grupos de plantas cuyos pólenes se encuentran entre los más alergénicos están sufriendo variaciones causadas por el cambio climático.
En el caso de las plantas de porte herbáceo, que son más dependientes de las variables ambientales a corto plazo y están sufriendo con más intensidad los períodos extremos de aridez (sequía y temperaturas extremas), encontramos especies muy alergénicas como es el caso de las famosas gramíneas o las ortigas. Estas especies poseen comportamientos más erráticos y es difícil encontrar un patrón global.
En el caso de las gramíneas, se han encontrado tendencias locales que indican una finalización temprana de su periodo de emisión de polen, pero no se han hallado variaciones en la cantidad de polen emitido; es decir, se emite la misma cantidad de polen en menos tiempo, lo que aumenta la intensidad.
Por su parte, las plantas leñosas, árboles principalmente, dependen en menor medida de las variables ambientales a corto plazo y son algo más resilientes a las variaciones climáticas puntuales. No obstante, también se han visto tendencias que responden a variaciones en el clima.
Un ejemplo sería el plátano de sombra (Platanus sp.), cuya concentración de polen está aumentando en el sur de España y parece que está influida en gran medida por el incremento de las temperaturas y el aumento en las horas de insolación (disminución de los días nublados) en los meses previos al periodo de emisión de polen.
Todas estas evidencias no hacen sino demostrar que la naturaleza está respondiendo a los cambios del clima. Son las primeras pistas de por dónde van a ir las tendencias en las próximas décadas. Aunque el futuro es siempre incierto, estos cambios indican que nada será como antes.
Pablo Hidalgo Fernández es profesor titular de Botánica, Universidad de Huelva y Nuria Montiel Martín, Estudiante de doctorado, Universidad de Huelva. Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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