El Increíble Hulk (2008): Una bomba de acción atrapada entre dos épocas del cine de superhéroes
Retrocrítica a El Increíble Hulk (2008), la olvidada película del MCU con Edward Norton. ¿Infravalorada o fallida desde su origen? Te lo contamos. Esta noticia ha sido publicada por Cinemascomics.com

En retrospectiva, El Increíble Hulk de 2008 es una de las películas más curiosas del Universo Cinematográfico de Marvel. Ubicada en una fase inicial aún experimental, eclipsada por el éxito inmediato de Iron Man y arrastrando el peso del fallido experimento de Ang Lee en 2003, esta versión del coloso esmeralda se convirtió en un capítulo que, aunque olvidado por muchos, merece una segunda mirada.
Un Hulk en tierra de nadie
La película dirigida por Louis Leterrier aspiraba a ofrecer redención a un personaje que no había tenido suerte en la pantalla grande. Veníamos de una cinta de autor, introspectiva y freudiana, firmada por Ang Lee, que dividió al público con su tono sombrío y ritmo pausado. En respuesta, El Increíble Hulk giró el volante hacia el otro extremo: acción desatada, ritmo acelerado y un enfoque más físico y directo.
El resultado fue una película de persecuciones más cercana al estilo de Jason Bourne que al drama interior que uno podría esperar de una figura tan torturada como Bruce Banner.
Lo que la película hizo bien
A pesar de sus tropiezos, la película acierta en varios aspectos. La secuencia inicial en Brasil, con un Edward Norton casi ninja esquivando a las fuerzas especiales en un embotellado barrio de favelas, es intensa y cinematográficamente efectiva. La decisión de contar el origen de Hulk en un montaje inicial fue inteligente: todos conocen la historia, así que mejor ir al grano.
En su primera mitad, la cinta funciona como un thriller de huida. El tono es más sobrio, y se agradecen detalles como el guiño a la serie clásica de televisión con Bill Bixby y Lou Ferrigno —quien incluso hace un cameo y presta su voz al Hulk digital—. También hay pequeños momentos cómicos que alivian la tensión, como la búsqueda de pantalones elásticos o el chiste sobre evitar la excitación para no transformarse.
El reparto: sobrecalificado pero desaprovechado
Uno de los mayores atractivos de la película fue su elenco. Edward Norton, un actor de peso y talento indiscutible, aporta una fragilidad interesante a Bruce Banner, aunque el guion nunca le da el espacio para explorarla del todo. Su química con Liv Tyler como Betty Ross es tibia, y sus escenas románticas son algunas de las más flojas del MCU. Tyler, aunque es una actriz capaz, no recibe material suficiente para destacar.
William Hurt, como el General Ross, impone presencia, pero el conflicto emocional con su hija y la caza de Banner carece de desarrollo. Tim Roth, por su parte, comienza prometedor como el implacable Emil Blonsky, pero su evolución hacia Abominación se vuelve más caricaturesca conforme avanza la película. Aun así, su transformación física y brutalidad marcan uno de los puntos altos del clímax.
El monstruo en la sala: el Hulk digital
El Hulk de 2008 sigue sin convencer del todo. Mejor que el «globo verde» de Ang Lee, sí, pero todavía demasiado artificial y sin la expresividad que luego aportaría el motion capture de Mark Ruffalo. Aquí, Hulk es más bestia que héroe. La película lo presenta como una fuerza incontrolable, más temida que admirada, sin espacio para explorar la dualidad del personaje.
Este enfoque tenía su lógica: crear un Hulk más peligroso, más terrorífico. Pero con el tiempo, el MCU optó por humanizarlo, llevándolo a una dirección más humorística y carismática. Al compararlos, este Hulk salvaje queda desplazado.
Una historia que se desinfla
La segunda mitad del film pierde fuelle. Cuando Banner regresa a EE.UU. y busca la cura con la ayuda del Dr. Sterns (Tim Blake Nelson), el ritmo decae. La narrativa se vuelve repetitiva y los conflictos, poco profundos. El enfrentamiento final entre Hulk y Abominación en Harlem es destructivo, sí, pero carece de la emoción y la carga emocional de otras batallas del MCU.
Además, el gran pecado de El Increíble Hulk es su escasa relevancia posterior. Salvo por el regreso ocasional de Ross (y, más recientemente, de Abominación en She-Hulk y Shang-Chi), casi ningún elemento de esta película fue retomado. La historia quedó aislada y, con la llegada de Mark Ruffalo en Los Vengadores, incluso el rostro del personaje cambió.
Un film víctima de su contexto
Quizá el mayor problema de El Increíble Hulk fue su fecha de lanzamiento. Llegó tan solo unas semanas después del fenómeno que fue Iron Man, y las comparaciones fueron inevitables. Mientras Jon Favreau construyó una historia fresca, divertida y con personajes memorables, Leterrier entregó una cinta funcional pero impersonal. El cameo de Tony Stark al final, lejos de entusiasmar, subrayó la desigualdad entre ambas propuestas.
¿Vale la pena revisitarla?
A pesar de todo, El Increíble Hulk no es un desastre. Es un film entretenido, con secuencias de acción bien logradas, algunas ideas interesantes y un elenco que hace lo que puede con el material disponible. Es una película que nunca termina de romper, ni de hundirse. Un punto intermedio que sirve más como pieza de análisis que como piedra angular del MCU.
Hoy, vista con distancia, funciona como un experimento: una muestra de lo que Marvel estaba intentando ser antes de encontrar su fórmula mágica. Y aunque no logró destacar, sentó algunas bases —como el tono de los conflictos personales o la conexión con el universo compartido— que luego serían refinadas.
En definitiva, El Increíble Hulk es el eslabón olvidado de la cadena. Imperfecto, sí. Irregular, también. Pero con una furia contenida que merece ser recordada.
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