Baleares: el culpable de destrozar su futuro
Al culpable de destrozar el futuro de Baleares se le puede poner un nombre: "90.000". Esa cifra son las viviendas permitidas inicialmente para su uso residencial cuyo trasvase para la explotación turística acaban de aprobarse (Baleares: luz verde al plan que liberará 90.000 plazas desfasadas). "90.000". Es un porcentaje elevado teniendo en cuenta que el […]

Al culpable de destrozar el futuro de Baleares se le puede poner un nombre: "90.000". Esa cifra son las viviendas permitidas inicialmente para su uso residencial cuyo trasvase para la explotación turística acaban de aprobarse (Baleares: luz verde al plan que liberará 90.000 plazas desfasadas).
"90.000". Es un porcentaje elevado teniendo en cuenta que el parque de casas de las Islas es de unas 500.000. En solo una década, gobiernos autonómicos de los dos colores van a avalar este despropósito para el bienestar, el equilibrio y la defensa de identidad de los locales.
Si los dos principales problemas ciudadanos hoy día son el agudo encarecimiento de la vivienda y la saturación turística, cuesta verle alguna lógica a medidas como regularizar de golpe a "90.000" inmuebles destinados a residencias para que dejen de serlo.
"90.000" será el nombre que cuando se estudie en la historia quedará marcado como el de la era en la que Baleares decidió pegarse uno de sus peores tiros en el pie, dejando atrás años de crecimiento gradual y planificado, generando el máximo de empleo estable.
Ha ganado el miedo a enfrentarse a esos beneficiarios de los "90.000", cuyo interés privado va en contra del general. Hablan con mucha agresividad y se teme quedar en la diana, porque obviamente ni todo lo suyo es malo ni todo lo de los demás es bueno.
Pero la salida del mercado de estas "90.000" casas tiene más perjuicios que beneficios, de igual modo que el crecimiento paulatino de la oferta reglada medido en varias décadas en lugar de en una sola ha traído más bondades que daños.
El propietario de cada una de estas "90.000" seguiría sacando una buena renta si destinase su inmueble al alquiler de largo plazo, y con ello haría un gran beneficio a su comunidad, aunque sorprendentemente se haya decretado que su voracidad se imponga a costa del beneficio del conjunto.
Hay un culpable de la decadencia social que afrontará Baleares como referencia para el turismo, se llama "90.000", y hubieran hecho falta valentía y habilidades naturales de liderazgo para anteponer los intereses comunes frente a los que hacen mucho ruido sin pensar en si es lo mejor también en paralelo para el resto.
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