Málaga empieza fuerte: plaza llena, dos triunfos y una faena... de categoría
Había preparado José María Garzón en Málaga la que sin ninguna duda era la mejor corrida de este inicio de temporada . Una manera de devolverle la categoría a la intermitente Corrida Picassiana que hasta no hace demasiado tiempo muchos dimos por sentenciada. Pero tuvo la genial ocurrencia de unir en una misma terna al torero de la tierra –aquel que cuajó el pasado verano, en su única tarde de la temporada, la que precisamente fue una de las faenas de la temporada–, al torero con mejor vitola del momento –con permiso de Morante, claro– y a l ídolo de masas . Una corrida que con un mínimo de promoción era sinónimo de éxito, como así ocurrió; primero en taquilla, y después en el ruedo. Respondió Málaga (y quienes no eran de Málaga) llenando su plaza hasta la bandera... y un poquito más: ese tendido anexo del mirador de Gibralfaro . Y cuando todo parecía rodado, incluso con los toros embistiendo, el viento hizo de las suyas, en forma de huracán. Si alguien necesitaba especialmente el triunfo en esta tarde era Fortes , primero para demostrar que lo del pasado verano no fue fruto de la casualidad, y después para reclamar el puesto que aún no le dan; pero también necesitaba reivindicarse Juan Ortega 'a las puertas' de Sevilla, y fuera de su corrida inaugural; y qué decir de Álvaro Núñez , ese genio de la crianza del toro bravo que también precisaba de una tarde redonda que lo avalara; y no menos José María Garzón , tan perseguido durante este invierno. Al final todos, en mayor o menor medida, lo lograron. Aunque en el ruedo, el mérito principal , y con permiso de los demás, fue de dos: de Roca Rey y de Álvaro Núñe z . Primero del peruano porque siendo el que menos tenía que perder, rico a sus veintiocho años por méritos propios, fue el que más salió a ganar . Y no sólo arrolló a sus compañeros y al viento, sino que marcó el punto de inflexión de la tarde, elevada tras su encomiable gallardía bajo el vendaval que tanto soplaba a las siete y cuarto de la tarde. Gustará más o menos, especialmente menos después de ver, por ejemplo este sábado, los naturales de Fortes, pero s u capacidad viaja en una dimensión bastante superior a la del resto . Y después del ganadero, por la categoría en las formas y en el fondo de su corrida. Entre el viento y su falta de ritmo, no se acopló Fortes al primero de la tarde. Nada que ver con lo del cuarto, cuando estalló su mejor versión y bordó momentos de enorme calidad. Cumbre durante dos tandas de naturales, entregado de hinojos y exultante con el acero. Una obra a la altura de la colosal embestida de Barredor , un toro de ensueño que hacía justicia con el enorme esfuerzo que durante estos años viene realizando Álvaro Núñez Benjumea. Lo citaba sigilosamente de largo Fortes para, casi al ralentí, redondear esas embestidas especiales hacia el otro extremo de la cadera. Una delicia que merece ser replicada en otras muchas plazas. Por parte del toro (ganadero) y del torero, claro. Las mismas dos orejas que cortó Fortes se las había llevado antes Roca, aunque con otro peso, fondo y estilo. De menos clase su faena, aunque llena de pundonor y entrega cuando más pendía la tarde de un hilo. Que no sólo espoleó a sus compañeros, sino que intimidó al viento y animó al pueblo . La diferencia entre pensar en el viento y pensar en el público. Chapó. A pesar de la oreja finalmente cortada, no fue la tarde de Juan Ortega . Ni por el resultado ni por la disposición demostrada. Falto de frescura . Como si no fuera con él, apenas se apretó en el segundo y mucho tardó en conectar con el también excelente quinto, al que robó sólo algunos naturales, excesivamente jaleados por la legión de palmeros. .
Había preparado José María Garzón en Málaga la que sin ninguna duda era la mejor corrida de este inicio de temporada . Una manera de devolverle la categoría a la intermitente Corrida Picassiana que hasta no hace demasiado tiempo muchos dimos por sentenciada. Pero tuvo la genial ocurrencia de unir en una misma terna al torero de la tierra –aquel que cuajó el pasado verano, en su única tarde de la temporada, la que precisamente fue una de las faenas de la temporada–, al torero con mejor vitola del momento –con permiso de Morante, claro– y a l ídolo de masas . Una corrida que con un mínimo de promoción era sinónimo de éxito, como así ocurrió; primero en taquilla, y después en el ruedo. Respondió Málaga (y quienes no eran de Málaga) llenando su plaza hasta la bandera... y un poquito más: ese tendido anexo del mirador de Gibralfaro . Y cuando todo parecía rodado, incluso con los toros embistiendo, el viento hizo de las suyas, en forma de huracán. Si alguien necesitaba especialmente el triunfo en esta tarde era Fortes , primero para demostrar que lo del pasado verano no fue fruto de la casualidad, y después para reclamar el puesto que aún no le dan; pero también necesitaba reivindicarse Juan Ortega 'a las puertas' de Sevilla, y fuera de su corrida inaugural; y qué decir de Álvaro Núñez , ese genio de la crianza del toro bravo que también precisaba de una tarde redonda que lo avalara; y no menos José María Garzón , tan perseguido durante este invierno. Al final todos, en mayor o menor medida, lo lograron. Aunque en el ruedo, el mérito principal , y con permiso de los demás, fue de dos: de Roca Rey y de Álvaro Núñe z . Primero del peruano porque siendo el que menos tenía que perder, rico a sus veintiocho años por méritos propios, fue el que más salió a ganar . Y no sólo arrolló a sus compañeros y al viento, sino que marcó el punto de inflexión de la tarde, elevada tras su encomiable gallardía bajo el vendaval que tanto soplaba a las siete y cuarto de la tarde. Gustará más o menos, especialmente menos después de ver, por ejemplo este sábado, los naturales de Fortes, pero s u capacidad viaja en una dimensión bastante superior a la del resto . Y después del ganadero, por la categoría en las formas y en el fondo de su corrida. Entre el viento y su falta de ritmo, no se acopló Fortes al primero de la tarde. Nada que ver con lo del cuarto, cuando estalló su mejor versión y bordó momentos de enorme calidad. Cumbre durante dos tandas de naturales, entregado de hinojos y exultante con el acero. Una obra a la altura de la colosal embestida de Barredor , un toro de ensueño que hacía justicia con el enorme esfuerzo que durante estos años viene realizando Álvaro Núñez Benjumea. Lo citaba sigilosamente de largo Fortes para, casi al ralentí, redondear esas embestidas especiales hacia el otro extremo de la cadera. Una delicia que merece ser replicada en otras muchas plazas. Por parte del toro (ganadero) y del torero, claro. Las mismas dos orejas que cortó Fortes se las había llevado antes Roca, aunque con otro peso, fondo y estilo. De menos clase su faena, aunque llena de pundonor y entrega cuando más pendía la tarde de un hilo. Que no sólo espoleó a sus compañeros, sino que intimidó al viento y animó al pueblo . La diferencia entre pensar en el viento y pensar en el público. Chapó. A pesar de la oreja finalmente cortada, no fue la tarde de Juan Ortega . Ni por el resultado ni por la disposición demostrada. Falto de frescura . Como si no fuera con él, apenas se apretó en el segundo y mucho tardó en conectar con el también excelente quinto, al que robó sólo algunos naturales, excesivamente jaleados por la legión de palmeros. .
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