Arte y ciencia de la guerra

No era solo una cuestión de fracaso patriótico (hiriente aunque asumible, al fin y al cabo, en un tiempo de constante efervescencia combativa), sino de las características intrínsecas del mismo: el noble ejército prusiano, orgullo de una aristocracia que veía en la guerra la más alta de las misiones humanas, se veía derrotado por un... Leer más La entrada Arte y ciencia de la guerra aparece primero en Zenda.

Apr 19, 2025 - 06:03
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Arte y ciencia de la guerra

Carl von Clausewitz (1780-1831) fue un militar prusiano que ha pasado a la historia no tanto por sus hazañas militares cuanto por ser el autor de un ensayo, De la guerra, considerado de forma unánime como uno de los tratados más importantes e influyentes en el campo de los estudios militares (y estudiado incluso en otros ámbitos ajenos a lo militar). La alusión a la relativa ausencia de hazañas bélicas —en el sentido de éxitos deslumbrantes— en la biografía de Clausewitz no es casual pues conviene resaltar que un factor determinante de su propensión reflexiva deriva de que el ejército (de Prusia), del que formaba parte, sufrió en la batalla de Jena (14 de octubre de 1906) una de las más tremendas y humillantes derrotas frente a su rival tradicional, Francia.

No era solo una cuestión de fracaso patriótico (hiriente aunque asumible, al fin y al cabo, en un tiempo de constante efervescencia combativa), sino de las características intrínsecas del mismo: el noble ejército prusiano, orgullo de una aristocracia que veía en la guerra la más alta de las misiones humanas, se veía derrotado por un ejército, como el de Napoleón, compuesto de revolucionarios y gente del pueblo, ¡casi unos desarrapados, como quien dice! Ahora bien, desde un punto de vista más global, lo más adecuado es situar a Clausewitz no tanto en relación con una batalla concreta sino en el contexto general de las guerras napoleónicas, por cuanto prestó su concurso contra el Emperador en los más diversos frentes, de un confín a otro de Europa.

"Podría pues decirse que lo que convierte a De la guerra en una obra clásica e imprescindible es, por lo pronto, la sabia imbricación de tres aspectos: la experiencia militar del autor, su conocimiento histórico y la omnipresente perspectiva política"

De la guerra puede considerarse así el fruto de esas experiencias en el campo de batalla, pero también y de modo muy notable, la reflexión de un testigo privilegiado de unas convulsiones políticas que estaban poniendo patas arriba el mapa político europeo. Lo cierto es que Clausewitz consagró la mayor parte del tiempo en que no estaba enrolado en avatares bélicos a escribir sus impresiones y enseñanzas, no tanto con el fin explícito de publicarlas de forma convencional cuanto para ordenar ideas y encauzar su pensamiento. De hecho, su obra cumbre, la que ahora nos ocupa, apareció en forma impresa tras la muerte de su autor, en 1832. Fue su viuda, Marie von Brühl, quien se encargó de preparar la edición de una obra que con el tiempo se convertiría en referencia indispensable.

Podría pues decirse que lo que convierte a De la guerra en una obra clásica e imprescindible es, por lo pronto, la sabia imbricación de tres aspectos: la experiencia militar del autor, su conocimiento histórico y la omnipresente perspectiva política. Esquematizando al límite, se podría poner el énfasis en esta última vertiente, pues lo que distingue realmente este ensayo de otras muchas reflexiones sobre el fenómeno bélico es precisamente la inserción de la guerra en la esfera política con todas sus consecuencias. Dicho así, nos puede parecer elemental y hasta obvio, pero la novedad del enfoque y sus implicaciones son inmensas.

"Arte, porque requiere destreza, creatividad y virtuosismo. Ciencia porque se necesitan conocimientos técnicos, estudios profesionales y precisión de movimientos"

Clausewitz es muy consciente de las características del tiempo en el que vive y en el que se ubica en el plano cognoscitivo. Sabe por ello que ya no le sirven los tratados clásicos, desde los teóricos grecorromanos a Maquiavelo, porque el mundo ha cambiado radicalmente. Los ejércitos modernos son ejércitos de masas pero, aunque pueda parecer paradójico, son también multitudes conscientes, esto es, sus filas están compuestas de ciudadanos que se movilizan por razones políticas o patrióticas que el alto mando no puede desconocer ni mucho menos despreciar. Aunque al teórico prusiano abomine de ellas, sabe bien que las revoluciones han alumbrado un nuevo mundo.

Y a su vez la industria, los nuevos descubrimientos y el desarrollo tecnológico ha transformado totalmente la fisonomía de esos grandes ejércitos. Sería suicida ignorarlo. Entre otras cosas porque esas nuevas condiciones materiales propician el surgimiento de virtudes diferentes en el arte de la guerra. Nunca hasta Clausewitz se había reparado lo suficiente en que hacer la guerra es una amalgama inextricable de arte y ciencia. Arte, porque requiere destreza, creatividad y virtuosismo. Ciencia porque se necesitan conocimientos técnicos, estudios profesionales y precisión de movimientos. En otras palabras, la guerra no se puede concebir mero juego de hostilidades ni como fenómeno aislado o autónomo.

"De este modo, junto a reiteraciones o imprecisiones, que es tema menor, hay grandes partes que el propio Clausewitz consideraba un mero borrador"

Por si a estas alturas a algún lector todavía albergaba alguna duda, despejemos ambigüedades. Si bien Clausewitz impugna de manera radical la consideración de la guerra como fuerza bruta o como despliegue de violencia aparatosa, eso no quiere decir que su reflexión contemple límites éticos en sentido pacifista o humanitario. La filosofía de la guerra de Clausewitz pone desde el principio los pies en la tierra: la guerra ha sido, es y será una realidad que ha acompañado a las sociedades humanas a lo largo de todos los tiempos y latitudes. De nada valen las condenas morales. Mucho más provechoso resulta estudiarlas. Estas premisas le resultan tan evidentes que ni siquiera se toma la molestia de explicitarlas.

Clausewitz deja claro que lo suyo no es un mero alarde teórico ni simples especulaciones. Aplicando la dialéctica hegeliana pero también un nutrido arsenal empírico, el analista prusiano disecciona de manera sistemática todos los ingredientes del fenómeno bélico y desciende hasta sus menores detalles. De la guerra se convierte así en una obra monumental, compuesta por ocho sublibros o secciones, que van desde los asuntos conceptuales clásicos —por ejemplo, definiciones— hasta los aspectos operativos o pragmáticos que rentabilicen al máximo las acciones en el campo de batalla: así, maniobras, rapidez, engaños, impacto psicológico o factor sorpresa.

Debido a ello o precisamente por ello, De la guerra no es una obra fácil, de lectura cómoda o rápida. Y si, en general, la maldición de los clásicos, a la que resulta casi imposible escapar, es la de ser más citados que leídos, en el ensayo que comentamos a esa contingencia aviesa se une el carácter mismo de un texto extenso y prolijo que, para más inconvenientes, el autor no pudo pulir para su publicación, pues antes le sorprendió la muerte. De este modo, junto a reiteraciones o imprecisiones, que es tema menor, hay grandes partes que el propio Clausewitz consideraba un mero borrador.

"Por todo lo apuntado, no cabe más que felicitar la iniciativa de la editorial Alma al publicar esta edición de la obra clásica de Clausewitz"

En una carta fechada en 1827 decía: «Contemplo los seis primeros libros que ya están pasado a limpio como una masa todavía bastante informe, que ha de ser nuevamente elaborada». Y en una nota posterior, poco antes de su fallecimiento, señalaba: «El manuscrito sobre la dirección de la gran guerra que se encontrará después de mi muerte solo puede ser considerado, en su estado actual, como una recopilación de fragmentos (…) La mayoría aún no me satisface» y añade luego que el libro sexto «lo habría reescrito por entero y buscado otra salida para él».

Por todo lo apuntado, no cabe más que felicitar la iniciativa de la editorial Alma al publicar esta edición de la obra clásica de Clausewitz. Primero, por el acierto de escoger para la misma los tres primeros libros y el último (el octavo), todos ellos en su integridad, con una nueva traducción del original alemán a cargo de Carlos Fortea. Han omitido de este modo los libros intermedios, del cuarto al séptimo, que son considerados de forma unánime los menos relevantes y elaborados, así como los más anticuados. Y en segundo lugar, porque han conseguido un libro bellísimo, muy bien editado y con unas magníficas ilustraciones de Rafa Castañer. Solo por el aspecto formal, merece la pena.

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Autor: Carl von Clausewitz y Rafa Castañer. Título: De la guerra. Traducción: Carlos Fortea. Editorial: Alma. Venta: Todos tus libros.

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