ZN25 – Astonishing X-Men, de Warren Ellis, Simone Bianchi, Phil Jimenez y Kaare Andrews

Hoy hablamos de la etapa del guionista Warren Ellis en Astonishing X-Men, colección en la que los hijos del átomo contaron con ilustradores como Simone Bianchi, Phil Jimenez o Kaare Andrews.

Mar 29, 2025 - 12:36
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ZN25 – Astonishing X-Men, de Warren Ellis, Simone Bianchi, Phil Jimenez y Kaare Andrews

Hace poco menos de seis años, el 29 de septiembre de 2019, reseñé para el 20 aniversario de Zona Negativa una de mis etapas favoritas de los X-Men creados por Stan Lee y Jack Kirby allá por 1963 y encumbrados a lo más alto por Chris Claremont y John Byrne en 1982, los Astonishing X-Men de Joss Whedon y el tristemente desaparecido John Cassaday. Lo curioso es que me decidí por esa cabecera no solo por parecerme de una calidad excelsa, sino porque cinco años antes, para el 15 aniversario de la web, ya hablé largo y tendido de los Nuevos X-Men, de Grant Morrison, Frank Quitely y compañía convirtiéndose aquella entrada en la primera, de extensión más que considerable, que dediqué a un cómic dentro de la que lleva siendo mi casa más de casi once años y siendo otra de mis colecciones favoritas de los mutantes.

Volviendo a aquel 29 de septiembre ya en los comentarios mencioné que en un futuro me gustaría hablar de la continuación de Astonishing X-Men, aquella que contó con Warren Ellis como guionista y Simone Bianchi, Phil Jimenez y Karee Andrews como principales ilustradores de los tres arcos argumentales que escribió el autor de Transmetropolitan o Nextwave. Finalmente, cuando casi en la expiración de 2024 comenzamos a planear estas entradas con las que estamos celebrando el cuarto de siglo, que se dice pronto, de vida de Zona Negativa, no vi mejor momento para hablar de este run que, estando bastante lejos de lo planteado por Whedon y Cassady, tiene los suficientes aciertos como para ser recuperado y revalorizado en su justa medida y eso es lo que, humildemente, voy a intentar defender con la siguiente entrada.

Warren Ellis, Simone Bianchi, Phil Jimenez y Karee Andrews, genetistas x

Warren Ellis (Essex, Inglaterra, 1968) es uno de los guionistas británicos más reconocidos de los últimos 30 años. Curtido en su Reino Unido natal en publicaciones como Deadline o su primer trabajo serializado, Lazarus Churchyard, su nombre comenzó a tomar renombre internacional con sus primeros trabajos para Marvel Comics como la serie Doom 2099AD, Excalibur o Thor. Pero sus mejores resultados llegaron al amparo de Wildstorm, siendo el creador de las cabeceras Stormwatch, The Authority o la que, para muchos, es su opus magna, Planetary; Image o Vertigo, destacando de esta última series como Transmetropolitan, una de las más personales de su carrera con la que amalgamó denuncia social y ciencia ficción, dos de sus temas predilectos. En las dos décadas posteriores alternó encargos para Marvel Comics como Thunderbolts, Astonishing X-Men o Iron Man: Extremis con piezas en las que tenía total libertad creativa para Avatar Press ya fueran Doktor Sleeples, Black Summer, Supergod o Wolfskin, la mayoría de ellas derivaciones de algunos de sus mejores trabajos. Su obra ha servido de inspiración para varias adaptaciones cinematográficas como Iron Man 3 para Marvel Studios o Red 1 y 2, que trasladaban a imagen real la serie homónima, y fue el guionista de la serie animada Castlevania, producida por Netfflix e inspirada en el mítico videojuego homónimo. En junio de 2020 fue acusado por varias mujeres de coerción y manipulación sexual, ya que mantuvo relaciones con varias de ellas sin el conocimiento de las demás; hechos estos que repercutieron de manera negativa en su carrera como escritor que también abarca el mundo de la literatua con novelas como Ritual de Muerte o Mister Sun.

Simone Bianchi (Lucca, Toscana, Italia, 1972) dio sus primeros pasos en el mercado del cómic italiano siendo la inacabada trilogía Ego Sum su labor más recordada. Ya en Estados Unidos, y al igual que muchos dibujantes europeos, ha desarrollado su carrera dentro de las dos editoriales más potentes, poniendo sus lápices a disposición tanto de DC Comics con Detective Comics, Green Lantern o Seven Soldiers: Shining Knight, como en Marvel Comics con Lobezno, Astonishing X-Men, Thanos: Origen, Amazing Spider-Man, Nuevos Vengadores, Thor: Por Asgard o Star Wars. Su particular estilo, espectacular para unos y excesivo para otros, ha lucido mejor en portadas que en miniseries o series regulares, algo que queda claro en las ilustraciones que suele compartir a sus redes sociales.

Phil Jimenez (Los Ángeles, California, 1970) es uno de los dibujantes estadounidenses más prolíficos de los últimos 30 años. Muy influenciado por George Perez y en activo en el mundo de la viñeta desde que fuera contratado en 1991 por Neal Pozner, director creativo de DC Comics por aquel entonces y su pareja hasta el fallecimiento de este por culpa del SIDA, es uno de los dibujantes más efectivos del mercado estadounidense siendo asiduo de las dos majores que solicitaron sus servicios para colecciones como Los Nuevos Titanes, Crisis infinitas, JLA/Titans o su larga etapa en Wonder Woman para DC Comics y The Amazing Spider-Man, Nuevos X-Men y Astonishing X-Men bajo el amparo de Marvel Cómics.

Kaare Andrews (Saskatoon, Saskatchewan, Canadá, 1975) tomó notoriedad cuando firmó contrato con Marvel Cómics para formar parte del equipo artístico de productos como Spider-Man’s Tangled Web, Ultimate X-Men, Spider-Man: Reign, Astonishing X-Men, AvX Thor vs. Emma Frost, Before the Fantastic Four: Ben Grimm and Logan o Spider-Man/Doctor Octopus: Year One y aunque ha realizado puntuales incursiones en otras editoriales como DC o Wildstorm con Thundercats/Battle Of The Planets o Gen¹³ e Image con Intrigue o Renato Jones, su carrera se ha desarrollado casi en exclusividad en la casa de las ideas. Su estilo cartoonesco, que lo emperenta con otros artistas como Chris Bachalo o Humberto Ramos, despierta tantas pasiones como odios entre el fandom.

Astonishing X-Men, de Joss Whedon y John Cassaday, back to basics

El puñetazo en la mesa que supusieron los Nuevos X-Men de Grant Morrison, Frank Quitely o Igor Kordey en el año 2001 supuso una bocanada de aire fresco para los hijos del átomo, que venían de tocar el cielo a principios de los 90 para (casi) bajar al infierno a finales de la misma década por la inconcreción tonal y narrativa con tramas endogámicas que no hacían otra cosa que dar vueltas sobre sí mismas y los lugares comunes que transitaban. El autor de Los invisibles o Batman: Arkham Asylum, estéticamente imbuido por la primera película de los personajes estrenada un año antes con Bryan Singer detrás de las cámaras, dejaba un poco de lado el germen superheroico de los personajes para adentrarse en la ciencia ficción mientras su plantilla de dibujantes ejecutaban acertadas revisiones de los arcos más icónicos de la insuperable etapa escrita por Chris Claremont y dibujada por John Byrne. Tres años después, cuando la cabecera perdía al guionista de Glasgow, al por aquel entonces editor jefe de Marvel Cómics, Joe Quesada, se le volvió a iluminar la bombilla y contrató los servicios de Joss Whedon, el hoy denostado creador de series icónicas como Buffy Cazavampiros, Ángel o Firefly y que años después se convertiría en uno de los pilares maestros sobre el que se construyó el UCM de Marvel Studios con su labor detrás de las cámaras con Los vengadores (2012) y Los vengadores: La era de Ultrón (2015).

Para llevar las ideas del director de Serenity o Fray al arte secuencial el elegido fue el ilustrador estadounidense John Cassaday, que, junto a Warren Ellis, diseñó uno de los mejores cómics de la década de los 2000 y uno de los favoritos de Whedon, Planetary. Astonishing X-Men, título de una cabecera de los mutantes bastante olvidada y felizmente recuperada para la ocasión, se alejaba del tono sci-fi de los Nuevos X-Men y abrazaba de nuevo el sense of wonder propio de los años dorados de los personajes con una narrativa clásica repleta de aciertos, un tratamiento de la psicología de la Patrulla X de una fidelidad intachable y heredando poco de lo establecido por Grant Morrison en su paso por la vida editorial de los alumnos de Charles Xavier. Después de muchos retrasos el run de ambos autores llegó a su fin convirtiendo su labor en una de las épocas más alabadas de la historia reciente de los X-Men, dejando el listón muy alto para el equipo artístico que se atreviera a tomar el testigo de Whedon y Cassaday.

Cajas fantasma

Edición original: Astonishing X-Men v3, 25-30, Ghost Boxes 1 y 2 y Sketchbook USA.
Edición nacional/ España: Panini Comics 2014
Guión: Warren Ellis
Dibujo: Simone Bianchi, Alan Davis, Adi Granov, Clayton Crain, Karee Andrews
Aguados: Simone Bianchi, Andrea Silvestri
Color: Simone Peruzzi
Formato: Cartoné
Precio: 21.95€

Fue durante la San Diego Cómic Con de 2007 que Marvel Cómics, tras el inminente final de la etapa de Joss Whedon y John Cassaday en la serie Astonishing X-Men, anunciaba que esta no cerraría sus puertas, sino que un equipo a la altura de consecuencias y el nivel desplegado en los cuatro arcos argumentales que la compusieron llegaría para relevar a sus máximos responsables. Los elegidos fueron el británico Warren Ellis y el italiano Simone Bianchi, que se ocuparía de la primera miniserie para ceder los lápices a Phil Jimenez y este último a Kaare Andrews. Caja fantasma, Cajas Fantama, Exógenos y Xenogénesis compusieron toda la saga escrita por el autor de Caballero luna o El capitán Swing y los piratas eléctricos. El resultado quedó lejos de lo planteado por sus antecesores, pero, como hemos afirmado en el inicio de este artículo, con los suficientes hallazgos formales y narrativos como para no dejarla caer en un injusto olvido. La primera toma de contacto con estos Astonishing X-Men, que se materializa en la grapa que sirve como arranque de la trama, poco o nada tiene que ver con el espíritu que insuflaron Joss Whedon y John Cassaday en sus historias y no sólo lo decimos por el apartado artístico, en el que nos adentraremos más tarde, sino en cuanto al tono que, contra todo pronóstico, tiene más ideas en común con los ya citados Nuevos X-Men de Grant Morrison que con la anterior etapa de la misma colección a la que da continuación.

Aunque se recuperan la mayoría de personajes que usaron los dos autores estadounidenses, Warren Ellis se encuentra más cómodo con el contexto high-tech que, con el paso de los años, se ha convertido en indivisible a su impronta y que tan buenos resultados ha ofrecido en algunos de sus mejores trabajos. A la ciencia ficción se suma la feliz idea de que los mutantes dejan de ser «temidos y odiados», algo en lo que también profundizó Morrison que hizo de los profesores de la Masión X poco menos que estrellas del rock, y después de mudarse a San Francisco colaboran en dicha ciudad con la policía para investigar homicidios como el peculiar que da inicio a Caja fantasma convirtiendo a la Patrulla X en una especie de equipo de investigadores de escenas del crimen, al más puro estilo de la famosa franquicia de series de televisión creadas por Anthony E. Zuiker en 2000 con CSI: Las Vegas.

Pese a que son continuas las críticas a los cómics de superhéroes por parte de Warren Ellis, lo cierto es que, no solo vuelve regularmente al género con el rabo entre las piernas y la mano extendida, sino que sus conocimientos de los personajes más icónicos de Marvel Cómics y las historias más reseñables que protagonizaron, independientemente de la época en la que se publicaran, es digna de elogio. Caja fantasma asienta las bases de lo que serán los tres arcos argumentales sobre los que Ellis diseñará con los X-Men y el origen de las mismas es, nada más y nada menos, que Dinastía de M, el evento escrito por Brian Michael Bendis y dibujado por Olivier Coipel en 2005. En aquella serie Wanda Maximoff, la Bruja Escarlata, eliminaba el Gen X de la mayoría de los mutantes del planeta Tierra convirtiéndolos en humanos con la inolvidable frase «No más mutantes».

Esta excusa le sirve a Warren Ellis para desplegar todo su ideario heredero de autores de ciencia ficción literaria como William Gibson o Philip K. Dick, tomando como epicentro neurálgico al personaje de Hank McCoy, alias Bestia, y el uso de la investigación científica para crear más mutantes de manera artificial con las terribles consecuencias que dichos actos pueden dar lugar. La idea de jugar a ser dios para que los homo superiors recuperen el status perdido tras Dinastía de M vertebra toda la labor argumental del autor de Hellblazer abonando terreno fértil en el que sentirse cómodo mientras no deja de ser él mismo. Todas las inquietudes narrativas de su discurso están aquí de una u otra manera, mientras Marvel le deja jugar a placer con sus juguetes. La estructura de whodunit de estos primeros cinco números juega a favor de la propuesta, que en todo momento se revela interesante y adictiva, sin que por ello se facture una línea argumental original o rompedora.

Unos párrafos más arriba un servidor elogiaba lo bien que conoce Ellis a los personaje de Marvel Cómics con los que ha trabajado a lo largo de su intermitente relación con la editorial estadounidense, y los X-Men no son la excepción. Cíclope como jefe de campo, Lobezno funcionando mejor como secundario de lujo que soportando sobre sus hombros de adamantium mayor protagonismo, Bestia como la voz de la razón científica, Emma Frost como la deslenguada reina blanca fría como el diamante o Tormenta, por aquel entonces reina de Wakanda y recuperada para la Patrulla X por capricho del inglés con muy buenos resultados, son identificables con las versiones que vimos tanto en Nuevos X-Men como en la anterior etapa de Astonishing X-Men, si bien los ágiles diálogos y la interacción entre los personajes es, una vez más, similar a la expuesta por Morrison en Nuevos X-Men. Solo la psicología de Forja, convertido en el villano de esta primer arco argumental, parece fuera de lugar dentro de un tratamiento de los roles más que notable.

Simone Bianchi es un ilustrador de contrastado talento que ha demostrado su solvencia dentro de Marvel Cómics con trabajos como la polémica Thanos: Origen o Lobezno, pero su puesta en escena en Astonishing X-Men no se encuentra entre los mejores nacidos de su obra. La caótica secuencialidad del italiano, la rebuscada disposición de las viñetas o los aguados y colores oscuros convierten su composición en un abigarrado horro vacui que, pese a brillar en algunos momentos, no deja respirar a unos personajes encorsetados y transforma la lectura de los seis números que le fueron asignados en una, ocasionalmente, ardua tarea que regala algunos pasajes memorables, pero mayormente falla a la hora de hacer llegar el guion de Warren Ellis al lector. Esta sensación se agrava si comparamos la labor de Bianchi con la línea exauista del posiblemente mejor John Cassady de la historia en los Astonishing X-Men previos facturados al alimón con Joss Whedon.

Los tres números de Cajas fantasma, derivaciones de acontecimientos desarrollados en este primer arco argumental (que podrían ser herederos de Días del futuro pasado de Chris Claremont y John Byrne o su «remake» Bienvenidos al mañana a manos de Grant Morrison y Marc Silvestri) son historias que Warren Ellis pone al servicio del arte de Alan Davis, Adi Granov, Clayton Crain y Kaare Andrews. Relatos sin más interés que ver cómo se plantea la misma historia de las cajas fantasma en otros mundos que ponen punto y a parte a la primera fase de estos Astonishing X-Men que continuarían sus andanzas con el regreso de uno de los dibujantes que ya formaron parte de la nómina de artistas que ayudaron a Grant Morrison a configurar sus Nuevos X-Men.

Xenogénesis

Edición original: Astonishing X-Men 31-35 y Astonishing X-Men: Xenogenesis 1-5 USA Panini Comics 2014
Guión: Warren Ellis
Dibujo: Phil Jimenez
Color: Frank D’Armata
Formato: Cartoné
Precio: 22€

Con Exógeno, el arco de cinco números que da continuación a su trabajo en la colección, Warren Ellis sigue profundizando en un contexto sci-fi, pero si en Caja fantasma los ecos venían de una cierta narrativa de corte policiaco y reminiscencias cyberpunk (las menciones previas a los autores de Neuromante y ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? no eran gratuitas), aquí producciones como Aliens: El regreso (James Cameron, 1986) sirven como inspiración para un relato a mayor escala. Manteniendo el eje central de la creación artificial de mutantes mermados por la intervención de Wanda Maximoff en Dinastía de M, esta vez el punto de partida radica en la sustracción de algunas notas de Hank McCoy relacionadas con experimentos para dar vida a nuevos homo superiors por parte de un villano desconocido que finalmente resulta ser Kaga, personaje de nuevo cuño creado por Ellis y Jimenez, al que el guion proporciona armas como los eslizoides de El nido, que debutaron en 1982 dentro de The Uncanny X-Men #155, inyectando a la trama un hálito de thriller de acción que a la propuesta del escritor inglés le sienta como un guante.

El personaje de Abigail Brand, directora de SWORD y pareja de Bestia desde que en Joss Whedon y John Cassaday revelaran su atracción sexual por él, gana peso con respecto a su testimonial presencia en Caja fantasma y por medio del punto de partida que la interconecta con la Patrulla X, Ellis profundiza en la personalidad de Hank, el personaje con el que el creador de Spider Jerusalem más a gusto se siente a la hora de escribirlo y, seguramente, con el que más se identifica debido a su labor científica. Los choques de carácter moral de este con Cíclope en lo concerniente a quitar vidas porque Scott ha decidido tomar medidas más expeditivas a la hora de hacer su trabajo, la sorna de Emma Frost heredada de las etapas de Morrison y Whedon o la química cómica entre Lobezno y Armadura enriquecen el estudio de personajes de Exógeno mientras la acción espacial gana protagonismo con un ritmo endiablado, notablemente más pulido que el de Caja fantasma.

Phil Jimenez es la elección perfecta para extrapolar las inquietudes narrativas y estilísticas de Warren Ellis. Con ínfulas de space opera y una utilización espectacular de los pasajes más dinámicos o las splash pages, sumadas a su conocimiento del terreno gracias a su remarcable participación en Nuevos X-Men con varios de estos personajes, el autor oriundo de California nos hace olvidar el barroquismo sobrecargado de Simone Bianchi con una secuencialidad más clásica, limpia que no elude pretensiones estilísticas contemporáneas. El resultado del apartado artístico eleva la propuesta de Ellis con respecto a lo visto anteriormente, pero que la labor a los lápices de los dos ilustradores sea tan diferente no permite a Astonishing X-Men transmitir una sensación de coherencia estética que hasta el interminable baile de dibujantes de Nuevos X-Men consiguió mantener pese a que profesionales como Frank Quitely, Ethan Van Sciver, Chris Bachalo, Igor Kordey o el mismo Phil Jimenez tenían poco o nada que ver los unos con los otros en lo concerniente a sus respectivos talentos con las planchas.

El tercer y último arco argumental, Xenogénesis, aunque sigue manteniendo el título de la colección en verdad pertenece a una línea posterior llamada Astonishing, de la que formó parte también Astonishing Spider-Man & Lobezno, de Jason Aaron y Adam Kubert y es, para el que esto firma, el mejor de los tres nacidos de la mente de Warren Ellis y en el que con más claridad se percibe su sello autoral. La ONG Mutants Sans Frontiéres, concepto creado por Chris Claremont allá por 2005 en un especial navideño, encomienda a la Patrulla X la misión de investigar un caso de nacimiento de bebés mutantes en Karere, un aldea africana localizada en la zona sur de Mbangawi. Allí los protagonistas tendrán un importante encontronazo con Joshua N’Dingi, líder de la tribu Gwan con la misión de ejecutar a todos los recién nacidos mutantes, idea que no será del agrado de Scott Summers, Emma Frost, Logan y compañía.

Warren Ellis, con la inestimable ayuda de un Kaare Andrews en el que haremos una parada a continuación, cierra su run en Astonshing X-Men siendo consecuente consigo mismo, la creación de nuevos mutantes por medio de la ingeniería genética sigue siendo el leit motiv conceptual de su narración, pero explicitando la carga sociopolítica que sobrevuela su estructura argumental y con la que el autor nacido en Essex parece sentirse como en casa. El villano de la velada, el en principio sádico Joshua N’Dingi, posee más aristas y claroscuros de los esperados, ya que Ellis le regala un trasfondo, un pasado trágico y una motivación, al fin y al cabo noble, para cometer tan deleznable acto. En palabras de este señor de la guerra Karere no interesa a las grandes potencias porque solo es un pequeño pueblo africano sin ningún interés económico y estratégico, por eso las desgracias que en él acontecen se ven diluidas dentro de un contexto localista en el que los propios habitantes deben solucionar sus problemas apelando a una moralidad ambigua y nada acomodaticia.

Kaare Adrews, que tuvo que adaptar su trazo caricaturesco a la hora de llevar al papel los guiones de Warren Ellis, ejerce de excelente storyteller sabiendo transmitir al espectador la amalgama de estilos y referencias vertidas por la pluma del autor de Global Frequency. La globalidad hig-tech reconocible en la serie se ve salpicada con algunas referencias visuales propias de los años 90 como el ejército cyborg surgido de la caja fantasma con armamento pesado que hubiera hecho las delicias de los Image Boys. Hablando de aquella década, si bien la caracterización a nivel visual de los personajes es magnífica (qué bien lucen esos uniformes de campo en las splash pages) la burda sexualización del personaje de Emma Frost se adentra puntualmente en los terrenos de la vergüenza ajena cuando Andrews se obceca en hacer resaltar sus pechos con poses tan exageradas que hacen que las de los personajes femeninos de series como Witchblade o The Darkness parezcan puritanos en comparación.

Valoración general

Es ineludible que los Astonishing X-Men de Warren Ellis, Simone Bianchi, Phil Jimenez y Karee Andrews no consiguieron estar a la altura de los que marcaron a fuego unos años antes los hoy desaparecidos Joss Whedon y John Cassaday y de hecho fueron puestos en entredicho por cierta parte del fandom, algo que puede verse claramente en el los prólogos que Bruno Orive escribió para los dos tomos Marvel Deluxe, de los que destacan unos contenidos adicionales bastante jugosos, que han servido como materiañ para las reseñas de este artículo. Si bien la calidad fue decreciente con respecto a Nuevos X-Men y los Astonishing X-Men de 2004 a un servidor se le antoja una lectura, puede que no imprescindible como sus antecesoras, pero sí entretenida, potente y con un, en general, retrato fiel de lo que en aquella época eran los hijos del átomo. Tras la marcha de Ellis y compañía fueron el guionista Daniel Way y el ilustrador Christos Cage los que tomaron las riendas dentro de la cabecera, ¿Será esta la etapa que reseñaré para el 30 aniversario de Zona Negativa si sigo formando parte de esta web a la que debo tantas satisfacciones y algún que otro quebradero de cabeza? Solo el tiempo lo dirá.