La trayectoria insólita de Josefina de la Torre, la mala del cine de posguerra que fue también guionista, dobladora y empresaria

"Una gran artista que fue transmedia mucho antes de que se inventara el término”, según define su biógrafa a esta olvidada figura de la generación de 'Las Sinsombrero'Un documental para hacer justicia con Agustín Gómez Arcos, el “hito de la literatura española” censurado por el franquismo Resulta asombrosa la versatilidad artística de Josefina de la Torre (Las Palmas, 1907 - Madrid, 2002) en una trayectoria insólita para una mujer en la España de la primera mitad del siglo XX. Poeta, actriz de cine y teatro, guionista, cantante, dobladora, traductora y hasta empresaria teatral, Josefina de la Torre destacó desde bien joven en su Canarias natal y fue una escritora precoz que logró el apoyo de personalidades culturales de la época como Federico García Lorca, Rafael Alberti, Pedro Salinas o Luis Buñuel. Considerada una niña prodigio, nacida en una familia de la burguesía comercial de Las Palmas, escribió sus primeros poemas con apenas nueve años y rozando los 20 publicó el libro Versos y estampas influenciado por los autores de la llamada generación del 27. Desconocida y olvidada, un reciente libro, Josefina de la Torre. Una biografía (Renacimiento), obra de la profesora y filóloga Marina Patrón Sánchez (Madrid, 1993), recupera a una pionera de 'Las Sinsombrero'. “Tal vez esa increíble versatilidad de Josefina le haya pasado factura con el paso del tiempo”, señala Patrón. Por un lado, publicó sus poemarios con largos intervalos de tiempo entre uno y otro. Más tarde, ya en la posguerra, se volcó en su carrera de actriz más que en la de autora. Además, en el cine y en el teatro nunca llegó a tener papeles de protagonista. Todo ello, unido a que su figura no fue reivindicada durante la Transición, ya que permaneció en España durante el franquismo, podrían explicar el olvido de una gran artista que fue transmedia mucho antes de que se inventara el término“. Retrato de Josefina de la Torre Millares La biógrafa, que ejerce como profesora e investigadora en la Universidad de Zaragoza, ha dedicado cerca de una década a rastrear la huella de Josefina de la Torre en archivos y bibliotecas, en entrevistas con sus familiares, en películas y diarios, tras elegir a la artista canaria como objeto de su tesis doctoral. Ha sido, pues, Marina Patrón la primera que ha buceado en una intensa y longeva vida que recorre la historia cultural del siglo XX español. El muy documentado libro, escrito con un estilo ágil, incluye una amplísima bibliografía y un listado de su dilatada carrera. A pesar de que De la Torre dejó multitud de cartas, diarios y recortes de prensa, la redacción de la biografía ha obligado a la autora a una ardua labor de catalogación del material, a la vez que ha requerido de un trabajo periodístico para visitar los lugares relevantes de la trayectoria de Josefina. De esa investigación surgen también dos personalidades clave en su vida: la madre y el hermano mayor de la poeta y actriz. “Podríamos afirmar que su madre tuvo una influencia un tanto tóxica y opresiva en Josefina, la hija pequeña y mimada de la familia que, además, quedó huérfana de padre cuando era todavía una niña. No solo tuteló la carrera profesional de su hija, como se observa en sus cartas, sino que también se permitió terciar en sus relaciones amorosas o de amistad”, señala la biógrafa. “En lo que se refiere a su hermano mayor, el dramaturgo y cineasta Claudio de la Torre, premio Nacional de Literatura en 1926, tuvo un papel de orientador, pero en ocasiones la dejó en la estacada y no impulsó sus oportunidades artísticas. Digamos que su familia la apoyó, pero también la frenó en una actitud de claroscuros”, añade. A propósito del relativo fracaso de Josefina de la Torre en el cine y el teatro, su biógrafa lo atribuye en buena medida a que la actriz canaria no respondía al cliché que la posguerra española exigía a las intérpretes que triunfaban. De belleza

Mar 31, 2025 - 22:37
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La trayectoria insólita de Josefina de la Torre, la mala del cine de posguerra que fue también guionista, dobladora y empresaria

La trayectoria insólita de Josefina de la Torre, la mala del cine de posguerra que fue también guionista, dobladora y empresaria

"Una gran artista que fue transmedia mucho antes de que se inventara el término”, según define su biógrafa a esta olvidada figura de la generación de 'Las Sinsombrero'

Un documental para hacer justicia con Agustín Gómez Arcos, el “hito de la literatura española” censurado por el franquismo

Resulta asombrosa la versatilidad artística de Josefina de la Torre (Las Palmas, 1907 - Madrid, 2002) en una trayectoria insólita para una mujer en la España de la primera mitad del siglo XX. Poeta, actriz de cine y teatro, guionista, cantante, dobladora, traductora y hasta empresaria teatral, Josefina de la Torre destacó desde bien joven en su Canarias natal y fue una escritora precoz que logró el apoyo de personalidades culturales de la época como Federico García Lorca, Rafael Alberti, Pedro Salinas o Luis Buñuel.

Considerada una niña prodigio, nacida en una familia de la burguesía comercial de Las Palmas, escribió sus primeros poemas con apenas nueve años y rozando los 20 publicó el libro Versos y estampas influenciado por los autores de la llamada generación del 27. Desconocida y olvidada, un reciente libro, Josefina de la Torre. Una biografía (Renacimiento), obra de la profesora y filóloga Marina Patrón Sánchez (Madrid, 1993), recupera a una pionera de 'Las Sinsombrero'.

“Tal vez esa increíble versatilidad de Josefina le haya pasado factura con el paso del tiempo”, señala Patrón. Por un lado, publicó sus poemarios con largos intervalos de tiempo entre uno y otro. Más tarde, ya en la posguerra, se volcó en su carrera de actriz más que en la de autora. Además, en el cine y en el teatro nunca llegó a tener papeles de protagonista. Todo ello, unido a que su figura no fue reivindicada durante la Transición, ya que permaneció en España durante el franquismo, podrían explicar el olvido de una gran artista que fue transmedia mucho antes de que se inventara el término“.

Retrato de Josefina de la Torre Millares

La biógrafa, que ejerce como profesora e investigadora en la Universidad de Zaragoza, ha dedicado cerca de una década a rastrear la huella de Josefina de la Torre en archivos y bibliotecas, en entrevistas con sus familiares, en películas y diarios, tras elegir a la artista canaria como objeto de su tesis doctoral. Ha sido, pues, Marina Patrón la primera que ha buceado en una intensa y longeva vida que recorre la historia cultural del siglo XX español. El muy documentado libro, escrito con un estilo ágil, incluye una amplísima bibliografía y un listado de su dilatada carrera. A pesar de que De la Torre dejó multitud de cartas, diarios y recortes de prensa, la redacción de la biografía ha obligado a la autora a una ardua labor de catalogación del material, a la vez que ha requerido de un trabajo periodístico para visitar los lugares relevantes de la trayectoria de Josefina. De esa investigación surgen también dos personalidades clave en su vida: la madre y el hermano mayor de la poeta y actriz.

“Podríamos afirmar que su madre tuvo una influencia un tanto tóxica y opresiva en Josefina, la hija pequeña y mimada de la familia que, además, quedó huérfana de padre cuando era todavía una niña. No solo tuteló la carrera profesional de su hija, como se observa en sus cartas, sino que también se permitió terciar en sus relaciones amorosas o de amistad”, señala la biógrafa. “En lo que se refiere a su hermano mayor, el dramaturgo y cineasta Claudio de la Torre, premio Nacional de Literatura en 1926, tuvo un papel de orientador, pero en ocasiones la dejó en la estacada y no impulsó sus oportunidades artísticas. Digamos que su familia la apoyó, pero también la frenó en una actitud de claroscuros”, añade.

A propósito del relativo fracaso de Josefina de la Torre en el cine y el teatro, su biógrafa lo atribuye en buena medida a que la actriz canaria no respondía al cliché que la posguerra española exigía a las intérpretes que triunfaban. De belleza rubia y perfil más bien germánico, de maneras elegantes y finas, Josefina de la Torre no daba el retrato-robot de las actrices preferidas en la época: morenas, bajitas y de formas redondeadas. Estos rasgos inclinaron a productores y directores a ofrecerle los papeles de mala en filmes de los años cuarenta en los que participó, como La blanca paloma, Misterio en la marisma, El camino del amor o La vida en un hilo, los dos primeros dirigidos por su hermano Claudio.

Cartel de la película 'Una herencia en París'

En cualquier caso, Marina Patrón opina que, sin el estallido de la Guerra Civil, Josefina habría alcanzado el éxito en la pantalla y en las tablas y se hubiera convertido en una Nuria Espert o una Margarita Xirgu. Así pues, no cabe duda de que su permanencia en España tras el conflicto, a diferencia de la mayoría de las artistas e intelectuales de la República, que marcharon al exilio, lastró su carrera y su memoria para las siguientes generaciones.

Dictadura y exilio interior

“La guerra sorprendió a Josefina y a su familia”, cuenta Marina Patrón, “en el Madrid republicano, pero lograron regresar a su casa en Las Palmas porque pensaron que en su isla estarían más seguros y podrían atender sus negocios. Luego, tras el final de la contienda, Josefina se afilió a la sección femenina de Falange, que supo aprovecharse con fines propagandísticos de la popularidad de la familia De la Torre en Las Palmas. No obstante, habría que matizar que no todos los intelectuales que permanecieron en España fueron incondicionales de la dictadura, ya que algunos como Josefina o Carmen Conde, por ejemplo, sufrieron una forma de exilio interior”.

Sea como fuere, Josefina de la Torre se vio obligada a sobrevivir en medio de un panorama desolador en cuanto a libertad en cine o en teatro. De hecho, las pantallas acogían mayoritariamente en la posguerra comedias de evasión, dramas históricos o películas de exaltación del régimen franquista. En ese periodo de pobreza material y miseria espiritual Josefina sufrió las carencias del país entero, sobre todo en esas giras teatrales de unos cómicos hambrientos, alojados en camerinos cochambrosos y pendientes siempre de unos contratos leoninos. Tanto en su faceta de actriz como en la de empresaria teatral con compañía propia tuvo que afrontar multitud de obstáculos a lo largo de los años cuarenta hasta que al final, de algún modo, arrojó la toalla.

A pesar de su talento y ya en su madurez, Josefina de la Torre hubo de compaginar sus actuaciones en la radio con el teatro o con el doblaje de actrices (de Marlene Dietrich, entre otras) en jornadas maratonianas que la agotaban. “De hecho, su versatilidad no solo obedecía a sus muchas cualidades y registros, sino también a una necesidad de supervivencia económica”, aclara su biógrafa. A partir de los años cincuenta, Josefina regresa a la literatura con nuevos poemas y con una novela en buena medida autobiográfica titulada Memorias de una estrella donde plasma las frustraciones del éxito que no pudo ser y de la amargura por no haber sido madre, un rasgo común al personaje literario y a la autora. Entretanto, en su vida íntima Josefina añora pasadas y fallidas relaciones amorosas, en especial la que mantuvo con el escritor e historiador Juan Chabás, miembro de la generación del 27, la gran pasión de su vida.

Tras el rápido desengaño de un matrimonio con el pianista Braulio Pérez Hernández, un tipo alcohólico con el que se casó a comienzos de 1954, Josefina se cruza poco después en el camino con un joven actor, Ramón Corroto, 23 años menor que ella. No obstante esta notable diferencia de edad, ambos se enamoraron y vivieron unos años de feliz convivencia hasta que pudieron casarse ya en democracia. Pero la mala suerte persiguió de nuevo a la artista, ya que Ramón falleció en junio de 1980. “Fue un golpe durísimo”, señala Marina Patrón, “para una mujer de 73 años que ya no se repuso nunca del todo de esa pérdida”. Mujer valiente y artista inquieta, Josefina de la Torre todavía haría algunas incursiones en series y obras teatrales de la televisión donde había comenzado a colaborar en los años sesenta.

Si bien su recuerdo sigue vivo en Canarias, que le ha dedicado homenajes y donde se ha reimpreso su poesía completa, la talla de la figura de Josefina de la Torre, fallecida en Madrid en 2002 no ha sido reconocida en el resto del país. En el ecuador de su vida, la artista escribió en su diario: “Tengo 40 años. Me parece extraño pensar en ello, porque alguna vez yo he creído que una mujer de 40 años ya era vieja. Ahora los tengo y me siento llena de ansias, igual que cuando era una muchacha. ¡Qué gran pena que los años pasen! Para mí han pasado sin concretarse. Sin definirse en un propósito o un deseo”. Después, en su vejez Josefina de la Torre lamentó no haber sido madre ni haber triunfado en su carrera. Pero el tiempo comienza a hacer justicia a una artista excepcional rescatada ahora del olvido. 

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