#ZNCine – Especial Una ballena, de Pablo Hernando
Entrevistamos a Pablo Hernando, director de Una ballena, auténtica sensación de la cartelera actual.



Dirección: Pablo Hernando.
Guion: Pablo Hernando.
Música: Izaskun González.
Fotografía: Sara Gallego.
Reparto: Ingrid García Jonsson, Ramón Barea, Asier Tartás, Kepa Errasti, Eneko Sagardoy.
Duración: 108 minutos.
Productora: Señor & Señora, La Fabrica Nocturna Cinéma, Sayaka Producciones.
Nacionalidad: España.
LA ASESINA NICTOFÓBICA
“Ni la muerte, ni la fatalidad, ni la ansiedad, pueden producir la insoportable desesperación que resulta de perder la propia identidad”. H. P. Lovecraft
Antes de que el próximo 2 de mayo se alce el telón de la 31ª edición del FANT, los encargados del festival bilbaíno han organizado algunos pases especiales para ir abriendo boca. Si el pasado mes de febrero se dejó ver por la villa bizkaina Nacho Vigalondo presentando Daniela Forever, en esta ocasión ha sido Pablo Hernando quien, acompañado de Ramón Barea, presentó Una ballena en los cines Golem Alhóndiga.
Natural de Vitoria-Gasteiz, Hernando cuenta con 38 años y un próspero futuro en el mundo del séptimo arte. Con un presupuesto ajustadísimo, el cineasta vasco llevó a buen puerto Cabás, cinta que llamó la atención de la crítica en 2012. Tres años más tarde, ya con Ingrid García Jonsson en el reparto, Hernando dirigió Berserker, película cuyo punto de partida era una cabeza humana pegada al volante de un coche y que cosechó el Premio Especial Nuevas Olas en el Festival de Cine Europeo de Sevilla. En su carrera también destacan los cortometrajes Salió con prisa hacia la montaña y El ruido solar. Por este último trabajo, nuevamente con la actriz nacida en Suecia y el defenestrado Carlos Vermut en sus filas, Pablo Hernando se llevó el gato al agua en el Festival de Málaga de 2021 consiguiendo el premio Biznaga de plata a la mejor dirección.
De esta guisa, Pablo Hernando preparó su siguiente trabajo. Como suele ser habitual en su carrera, el director vitoriano se ha encargado tanto de la escritura de guion como de estar detrás de las cámaras. Estrenada en el circuito comercial el pasado 28 de abril, Una ballena ha encontrado el aplauso unánime de la prensa especializada. A medio camino entre el neo-noir y el fantástico, Hernando propone una experiencia inmersiva en una historia cuya atmósfera atrapa sin remedio. Ingrid García Jonsson, actriz fetiche de Pablo, y el veterano Ramón Barea encarnan a la pareja protagonista ofreciendo una interpretación de muchos quilates.
García Jonsson da vida a una letal asesina a sueldo, parca en palabras, quien, en su día, tuvo un contacto con una criatura de otra dimensión, cambiando su futuro para siempre. Por su parte, el actor bilbaíno parece vivir una segunda juventud encadenando proyecto tras proyecto (Su majestad, Los aitas). Esta vez, Barea se sale por la tangente metiéndose en la piel de un mafioso (Melville) más peligroso de lo que pudiera parecernos en un primer momento. La lucha por el control del puerto con un viejo conocido provocará que los destinos de Ingrid y Melville se crucen.
Una ballena es una película magnética que plantea cuestiones de dudosa solución. La mitología próxima a Lovecraft está muy presente en escenas oníricas de gran belleza. A pesar de haber sido rodada en los alrededores de Bilbao, Una ballena pertenece a un cosmos propio del que nos gustaría seguir indagando. Fría y minimalista, la cinta creada por Pablo Hernando no está destinada a un público generalista, pero hará las delicias de todos aquellos amantes del fantástico que no rechacen su tempo lento. Más allá de la extraordinaria labor tanto del padre de la criatura como de la pareja protagonista, cabe destacar el estupendo empaque audiovisual (la fotografía de Sara Gallego es, nunca mejor dicho, de otro mundo) que empuja a que su visionado sea en salas de cine.
ENTREVISTA A PABLO HERNANDO
ZONA NEGATIVA (ZN): ¿En qué momento supo Pablo Hernando que se quería dedicar al mundo del cine?
PABLO HERNANDO (PH): Viendo el making of de Parque Jurásico. Había visto la película en el cine. Teníamos Canal+ en casa. Entonces las pelis tardaban como un año en salir y se estrenaban los viernes. Con algunas películas (con Parque Jurásico lo hicieron) antes de la película ponían un making of y en aquel making of se veía como habían hecho todos los dinosaurios. Y viendo ese proceso, de como se hace una peli de monstruos, alucinaba. Durante un par de años pensé que quería ser paleontólogo aprendiéndome todos los dinosarurios. Mi padre, que es biólogo, estaba súper contento. Luego descubrí que lo que me gustaba de Parque Jurásico no eran los dinosaurios, era hacer una peli con dinosaurios (risas).
ZN: Has comentado que el germen de Una ballena resultó ser un asesino a sueldo con miedo a la oscuridad. ¿Recuerdas cuándo surgió la idea en tu cabeza?
PH: Sí, fue en agosto de 2012. Estábamos rodando La Tumba de Bruce Lee, que es la peli de Canódromo Abandonado. Nos encontrábamos en Washington viviendo todos en la misma casa y, en un descanso después de comer, estaba yo tirado en el colchón del salón donde dormía y se me ocurrió. No sé por qué sucedió. No hubo nada que me inspirara. Estaba simplemente tirado, mirando por la ventana y apareció.
ZN: ¿En algún momento contemplaste que tu guion pudiera ser dirigido por otra persona?
PH: No, porque yo lo que quería no era escribirla, era hacer la peli.
ZN: En Una ballena hay ecos del cine de David Lynch o de Under the Skin. ¿Cuáles son tus referentes a nivel cinematográfico? ¿Y cuáles dirías que lo han sido a nivel argumental?
PH: A ver, no hay ningún referente consciente más allá de Le Samouraï / El silencio de un hombre (Jean-Pierre Melville, 1967), porque sí que era como pensar en esa peli a la hora de ver cómo a partir de un arquetipo tan manido de asesinos a sueldo tan guays, hacer algo como interesante o nuevo. Pero luego es cierto que yo no pienso así haciendo las pelis. No pienso en «a qué quiero que se parezca» o «de qué puedo robar cosas». Eso no significa que no se parezca a nada, ni haya robado cosas. Simplemente es que lo hago de manera inconsciente. El caso de Under the Skin (Jonathan Glazer, 2013), que lo dice mucho la gente, me parece razonable mencionar ese parecido. También creo que es un poco parecido, más que nada, a primera vista o como muy en la superficie, porque luego en el fondo yo creo que son pelis muy distintas. Under the Skin es una de mis pelis favoritas, pero la primera versión de guion de Una ballena es de antes de que yo viese Under the Skin e, incluso, antes de que se estrenase Under the Skin.
ZN: ¿Cómo entraron en el proyecto Ingrid García Jonsson y Ramón Barea?
PH: Ingrid estuvo no al principio, principio, porque hubo una primera versión de guion en el que el protagonista era masculino, pero un día, simplemente, se me ocurrió. En plan como pensando en quién podría ser, apareció en mi cabeza la imagen de Ingrid sostiendo una pistola, como en el póster básicamente. Y dije, «claro, es ella». Ingrid es perfecta. Entonces, a partir de ahí, ya reescribí el guion pensando en ella y todas las versiones que ha habido después han sido con ella en la cabeza. Melville (Barea) es un personaje que ganó peso en versiones más cercanas a cuando ya entró la productora. Es decir, cuando ya estábamos como levantando la peli de verdad y, casi desde el principio, tuve claro que tenía que ser Ramón. Ingrid estaba dentro, pero porque Ingrid y yo somos amigos. Entonces ya sabía que iba a hacer la peli, a no ser que se rajase totalmente o que me traicionase (risas). Pero no veía a nadie más que no fuera Ramón para el papel y, si decía que no, ¿a quién recurriríamos? No había plan B, pero bueno, salió bien.
ZN: ¿Cuál es el mayor reto al que te enfrentaste en el rodaje de Una ballena?
PH: La falta de tiempo. Hemos rodado en cinco semanas y dos días que, para una peli más pequeña igual no hubiese sido tan apretado, pero para esta peli ha habido momentos de ver que había que correr demasiado. Y yo sufrí especialmente el día de la escena de la ballena, porque por un lado estás en una playa al aire libre. Tienes seis horas para rodar esa escena, que es una escena clave, ya que le da título a la peli. Es el encuentro entre dos personajes, la protagonista y el personaje de Kepa Errasti, y es una escena delicada. Estás en una playa, a merced de las mareas, a merced de la atmósfera, a merced de los movimientos del sol, a merced de la gente que aparezca, de los surferos de mierda (risas) y, bueno, pues hay una ballena digital gigante que, en el momento, tú no la estás viendo. Hay cuatro palos marcando donde luego va a haber una ballena. Es como un salto a ciegas, al vacío, pero ese día fue un poco crítico. Y luego pues eso, ir corriendo. Me gustaría a mí tener cien días para rodar las cosas y poder hacer todo con más mimo y no tener la sensación de que estás montando en el tren y vas poniendo las piezas de las vías sobre la marcha.
ZN: Es evidente que Una ballena nos acerca al horror cósmico de Lovecraft pero, ¿de la mitología que aparece en la película cuánto es cosecha propia y cuánto es adaptado?
PH: Son inventadas todas pero, lógicamente, cuando ves al monstruo principal y donde vive… Evidentemente, en el momento que haces un monstruo que tenga algo que ver con el mar, aunque no esté en el mar, que tenga tentáculos y que halla vestigios como de una civilización arcana… Eso es Lovecraft, no puedes huir de Cthulhu. A mí me gusta muchísimo. Su huella es demasiado grande como para para no caer dentro de ella y me parece bien. Todo lo demás… hay muchísimo folclore marinero y muchísimas leyendas. Si vas a Japón, por ejemplo, hay una cantidad de bichos, espíritus, monstruos que salen del mar… es riquísimo todo. En Una ballena, en concreto, hay una figurita que le regalan al personaje de Melville y ese bicho es inventado, pero podría existir dentro de los abanicos de las galerías de mitos marineros que hay en Japón, en Escandinavia o en cualquier otro país.
ZN: ¿Cómo calificarías el estado del cine fantástico español en la actualidad?
PH: Pues no lo sé. Así como a nivel local, Paul Urkijo (Irati) ha conseguido establecerse y crear una especie de sello propio y le va muy bien. Es algo que hay que celebrar. Este año he visto películas españolas como El llanto, por ejemplo, que me parece… no sé si es fantástico, o es terror, pero claro, muchas veces se solapan. No son categorías tan estancas. No se hace tanto como me gustaría o me da la sensación de que hay unas modas o cosas impuestas por la lógica de mercado y la lógica de financiación industrial que limitan más el tipo de pelis que más se hacen o más se ven o más fáciles de hacer o más factibles son: comedias familiares, dramas semirurales o dramas iniciáticos de camino… No sé, soy optimista en ese sentido.
ZN: Has afirmado que durante años Una ballena se convirtió en una obsesión ¿La sensación que te queda ahora es de alivio o echas de menos todo aquel proceso creativo?
PH: No lo echo de menos porque estoy como embarcado en muchos otros proyectos, que no sé si se van a poder hacer. Hay una cosa que sé que se va a hacer porque la voy a rodar sin dinero en primavera, en cuanto tenga huecos dentro de la promoción de la peli y, entonces, ese gusanito lo estoy matando con otros guiones, que ya voy acumulando varios. El estreno de la peli yo lo veo con mucho alivio. Como acabar el libro, cerrar las tapas, pasar páginas, tirar el libro al mar o, mejor dicho, devolverlo a la biblioteca y que ahora sea de cualquiera que lo quiera coger.
ZN: Por género negro y Lovecraft me viene a la mente Fatale, cómic de Ed Brubaker y Sean Phillips ¿Lo conoces?
PH: No, no lo conozco pero de Brubaker sí que he leído algunas cosas. ¿Cómo has dicho que se llama? (saca el móvil y toma nota). De todas formas, ayer lo hablaba con Ingrid. Ella me decía que pensaba que yo rechazaba muchas ideas que se me ocurrían porque he visto muchas cosas y digo «no, eso ya se ha hecho». En realidad, no soy así en absoluto. Tengo amigos que sí son así (risas). Si se me ocurre una idea, hago un esfuerzo consciente por no ver si ya existe algo así. Hice un corto titulado El ruido solar (2020), del cual estoy bastante orgulloso de cómo quedó, que la premisa es como que toda la población mundial ha tenido flashazos del futuro por una cosa que pasa. Hice una recopilación de todas esas visiones, pero no lo busqué previamente. Luego sí que hice y vi que había una serie bastante famosa titulada Flashforward, que es algo parecido.
ZN: Sí, la vendieron como la nueva Perdidos.
PH: Sí, no sé. La mayoría de las ideas ya se han hecho, pero eso no es lo importante.
ZN: Totalmente de acuerdo. Vamos a terminar, Pablo. Para todos los lectores que estén pensando en ir a ver Una ballena ¿Por qué deben acercarse a salas de cine? ¿Qué se van a encontrar?
PH: Pues, por lo menos, por una cuestión que es difícil de replicar en casa. A mí me gusta mucho ver pelis en casa y la etiqueta en los cines no siempre es la mejor. Hay gente que a veces habla o mira Whatsapp. El otro día, alguien estaba mirando Bluesky. Si te aburres, vete (risas). Pero hay dos cosas que, creo, no se pueden replicar en casa. Una es que en esta película Andrea Sáenz y Xanti Salvador han hecho un trabajo especialmente cuidadoso con el sonido (algo que no puedes conseguir en casa) e Izaskun González también con la música. Solo por eso, ya me parece un aliciente, un motivo para ver esta peli en salas. Más allá de todo lo bueno que tiene una sala, que se apagan las luces, estás secuestrado por la pantalla, no hay nada más. Y luego también es cierto que cuando funciona bien la experiencia de ver una peli en salas, está a mil ligas por encima de ver una peli tú solo en tu casa. Es muy evidente con las pelis de terror y con las comedias, porque oyes la reacción de la gente, pero, aunque no haya nada externamente visible en la reacción del público, yo creo que se contagia el hecho de estar viendo algo todos a la vez. Estar callados mirando al mismo sitio, a ese proscenio que es una puerta que se abre a otro mundo. Eso es mágico.
ZN: Pues ya lo tenemos, Pablo. Mil gracias por todo.
PH: Gracias a ti.