Luciana Tagliapetra: “En este contexto, hacer música es realmente una lucha”
A lo largo de una carrera que ya lleva más de quince años, Luciana Tagliapietra se dedicó a crear melodías cálidas e íntimas. Su música parece habitar un mundo paralelo a las modas y se concentra, en cambio, en construir un camino propio, con unos primeros pasos más acústicos -desde su disco debut, Los domingos [...] Ver más noticias en Indie Hoy.


A lo largo de una carrera que ya lleva más de quince años, Luciana Tagliapietra se dedicó a crear melodías cálidas e íntimas. Su música parece habitar un mundo paralelo a las modas y se concentra, en cambio, en construir un camino propio, con unos primeros pasos más acústicos -desde su disco debut, Los domingos (2009), hasta su tercero, La luna (2013)-, un etapa posterior de pop de teclados -con Kawaii (2017) y Nueva forma (2021)- y ahora, una síntesis de ambos en Sean felices, su último disco de estudio.
Elegido como uno de los mejores discos de 2024 en Indie Hoy, Sean felices tiene el título más impactante del año: el modo imperativo en plural, como si se dirigiera a sus oyentes, nos recuerda que no hay nada más importante en la vida que ser feliz, por más cursi que suene. Pero lejos de ser una declaración grandilocuente, la felicidad está en las pequeñas escenas especiales de la cotidianeidad, cantadas con una lírica que es a la vez directa y poética. Y una vez más, Luciana nos demuestra que su discografía gira en torno a las canciones, en donde cada una es como un pequeño tesoro, una pequeña historia que nos invita a pasar a su mundo.
A pocos días de la presentación del disco este sábado 4 de abril en La Tangente, Luciana habló con Indie Hoy sobre los procesos creativos en sus diferentes discos, su historia particular que mezcla Buenos Aires y Tucumán, y sus planes para el futuro de su carrera musical.
En una entrevista dijiste que estás trabajando en un vivero, ¿puede ser?
A principios de la pandemia tuve mi vivero. Ahora trabajo en una escribanía, pero en realidad estos son mis últimos días de trabajo. Decidí dejar porque la verdad es que ya era demasiado. Así que ahora viajo a Buenos Aires para la presentación del disco y ya medio que me quiero dedicar más a lo mío.
Sean felices, el título, es una de las primeras cosas que llaman la atención del disco. ¿Sentiste momentos de felicidad a la hora de grabar el disco?
Sí, felicidad al grabarlo, al producirlo también, y al crearlo. El nombre del disco es bien fuerte. Le pusimos ese nombre por la pérdida muy importante de un amigo muy cercano. Fueron sus últimas palabras, real. Fue lo que le dijo al sobrino, inesperadamente: “Ustedes sean felices”, abrió la puerta de su casa y murió. Esa parte es lo más impactante, ¿no? Porque se fue así muy repentinamente. Y más allá de ese homenaje a él, también está la cuestión de no rendirse.
Me parece también un mensaje importante en este contexto sociopolítico que vivimos.
Total, creo que de alguna manera tiene que ver con eso. Es muy loco. Nosotros fuimos a grabar a Córdoba. Ensayamos mucho porque teníamos el presupuesto para grabarlo en tres días. Entonces estuvimos todo el año ensayando, maquetando y haciendo todo para llegar y grabar. Y fuimos a grabar justo el día que Milei ganó las elecciones. Así que hubo como una desconexión y como decir: “Bueno, este es el verdadero combate”. A la noche nos entraba el diálogo y la preocupación, pero fue una desconexión tremenda y como una resistencia, porque también en este contexto, hacer música, hacer arte y cualquier cuestión con la cultura es realmente una lucha.
Siempre pienso que en estos gobiernos neoliberales de derecha se le da más énfasis a ser productivos y eficientes, y no a la felicidad.
Totalmente. Mirá esto que yo te cuento. Yo podría seguir en este trabajo, que por ahí me da más dinero, en el cual soy mega productiva pero en algo que realmente no me interesa, y pienso que estoy promocionando un disco que se llama Sean felices… bueno, primero tengo que ser feliz yo, ¿no?
Mencionaste que tuvieron que practicar mucho estas canciones. ¿Cómo fue el proceso de hacerlas?
Fue muy gracioso porque yo tenía muchas canciones y había varias que estaban a la mitad. Yo sabía que les faltaba una parte, pero quería empezar ya la producción. Entonces, me empecé a juntar con José Villafañe, que es mi guitarrista y el productor del disco. Me iba a la casa de él caminando y me decía a mí misma: tengo que hacer la segunda parte de la canción porque tengo que llegar con la canción completa. En esas caminatas las iba armando. Estuvo bueno porque algunas de las canciones eran muy viejas, por ahí tenían ocho años desde que estaba escrita una mitad, y con esta segunda mitad la hacía significar completamente otra cosa, con algo que me estaba pasando ahora.
¿Y cómo te diste cuenta de que este era el momento de completar la canción? ¿Cómo fue armar este conjunto?
Total intuición. Dejarme llevar. Yo suelo ser así, sobre todo en la cuestión artística. No sé cómo llegué a la conclusión de que tenía que terminarlas. De hecho, yo quería hacer otro disco y sentí que no era el momento de hacerlo, entonces terminó siendo este.
Si bien están los sintetizadores presentes, este disco es más acústico. ¿Cómo fue la búsqueda del sonido?
Yo venía de hacer dos discos más electropop, digamos, que son Kawaii y Nueva forma, que los hice con Ignacio Molina, un productor de Buenos Aires que vive en Bariloche. Pero era otra modalidad de trabajo porque él hacía todas las bases con instrumentos virtuales y después me los pasaba a mí para grabar la voz. No había una cuestión de banda tocando. Eso fue así también porque esos dos discos los hice en mis dos embarazos. Fue la forma que elegí, la que me resultaba más cómoda para hacerlo en ese momento. Pero cuando volví a Tucumán, me reencontré con mi banda de siempre, con la que empecé prácticamente. Entonces se mezcló hacer el disco con la participación de la banda y que sea un pop más arriba. Creo que esa fusión le dio algo más al disco. También buscamos algunas referencias del soul que me parece que han ayudado mucho en la producción para que suenen así las canciones.
Ahora que el disco tiene un par de meses, ¿qué sentís que te dejó?
Yo pienso que cada disco es un acercamiento a mí misma, y también lo vinculo con el título. Siempre pienso que, como nunca sé bien quién soy o por qué soy, las canciones para mí tienen una magia que no puedo manejar. Para mí vienen las canciones y son algo muy valioso porque tienen ese valor intangible de resignificar. Siento que son eso que me hace reconocerme a mí. Y el hecho de estar tocándolas hace que uno le vaya encontrando nuevos rostros a las canciones.
¿Desde chica sentiste que era el lugar en donde te podías expresar?
De niña para mí yo era escritora. Yo escribía y era una situación mía estar sola escribiendo y sintiendo esa fuerza de la poesía. Publiqué mi primer libro a los 17 años e hice toda una movida en un teatro para llevar gente, porque primero está esa cuestión interior y después está la parte de que una la quiere sacar para afuera, la quiere mostrar, que haya un reconocimiento. Son como dos caras de la misma moneda o de la misma persona, pero son dos personas muy diferentes en mi caso. Después me fui enganchando con la música. Tenía alguna canción y alguien me decía: che, está buenísima tu canción, a ver, grabémosla acá. Y medio que así empecé. Después me dediqué directo a la música porque ya era lo que más me gustaba.
¿Y qué instrumentos empezaste a tocar?
Yo no toco. O sea, toco el piano, un poquito de guitarra, qué sé yo, pero soy un cero a la izquierda con los instrumentos.
La voz es lo tuyo.
Sí. Generalmente camino, canto y por eso siempre necesito de alguien. No puedo hacer las cosas sola, ¿viste? Eso me ata y a la vez es muy hermoso, porque siempre tengo que compartir lo mío. Es mi fortaleza y mi debilidad al mismo tiempo, porque también me digo: ¿por qué no tuve la disciplina de tocar un instrumento y tener más riqueza armónica? A la vez, al no tenerla puedo volar.
De estas personas que te acompañaron en el disco Sean felices, ¿qué sentís que te aportaron?
Poner los acordes en todo. Ellos son mis hermanos, son todos amigos, pero también está mi hermana Agustina. De hecho, hoy me estaba acordando que con Agustina empezamos a tocar juntas cuando yo tenía 20 y ella 14. O sea, re chiquita, desde siempre estuvimos juntas.
¿Vas a venir a tocar con ellos acá a Buenos Aires?
Sí, es todo un envión, la verdad, ir desde Tucumán, gestionar una gira con siete personas en el escenario… pero creíamos que teníamos que ir. A veces nos ponemos como: uh, ¿por qué todo tiene que pasar por Buenos Aires? Pero bueno, está bien, también vamos a tratar de viajar por otras provincias este año, pero es como simbólico llegar ahí, a la meca.
Es cierto, debería estar todo más repartido. ¿Es algo en lo que pensás? ¿Cómo creés se podría mejorar?
Sí, es algo en lo que pienso bastante, sobre todo porque yo viví en Buenos Aires hasta el 2020. Me fui de Tucumán pensando que acá no podía seguir con la música, que ya tenía un techo, pero allá tampoco entendía mucho qué tenía que hacer. Entonces dije: no, es una cuestión mía, ya no tiene que ver con dónde viva. Es muy difícil para los artistas independientes, ni hablar ahora. Acá en Tucumán, no hay muchos lugares para tocar, cuesta bastante. Siempre pienso: ¿qué querría yo? ¿Qué expectativas tengo con mi carrera musical contra la realidad? Nada, pagar las cuentas todos los meses, bueno, es otra cosa. Siempre estuve renegando de eso, entonces digo: bueno, ahora lo voy a dar todo, a ver qué pasa, a ver si por lo menos estoy más contenta y, si me puedo pagar mis cositas, está bien también.
Luciana Tagliapietra se presenta el sábado 4 de abril a las 20 h en La Tangente (Honduras 5317, CABA), entradas disponibles a través de la web de La Tangente. Escuchá Sean felices en plataformas (Spotify, Tidal, Apple Music).
Ver más noticias en Indie Hoy.