Hijos del fuego, de Fidel Martínez
Fidel Martínez vuelve a demostrar todo el talento que atesora en Hijos del fuego, una fábula de terror con mensaje ecologista que acaba de editar Norma.


Edición original: Hijos del fuego (Norma, 2025)
Autor: Fidel Martínez
Realización técnica: LimboStudio
Formato: Cartoné. 160 páginas. 23,95€
Venenos del pasado.
«Y si tiene alguna deuda pendiente, es el momento de saldarla.»
Si cuando hojeas un cómic como Hijos del fuego (Norma) lo primero que piensas es que el dibujo un rotundo balco y negro te recuerda para bien a genios como Alberto Breccia o José Muñoz ya es un punto de partida enormemente positivo, aunque firmándolo Fidel Martínez (Sevilla, 1979) tampoco resulta ninguna sorpresa. Cualquiera que haya podido disfrutar tanto de sus trabajos como autor completo como Arconte (Norma), Sarajevo Pain (Norma) y Fuga de la muerte (Edicions de Ponent, 2016) o como sus colaboraciones con el guionista Jorge García en Cuerda de Presas (Astiberri) y Hacerse nadie (Ariadna) es conocedor de su capacidad como historietista. Una vez leído podemos afirmar que, en esta nueva incursión como autor completo, el sevillano vuelve a subir el nivel en todos los sentidos gracias a una fábula ecologista llena de elementos de terror y fantásticos que transcurre en la zona de exclusión de Chernóbil.
La historia sucede en 2011 veinticinco años después de que el 26 de abril de 1986 la central nuclear explotara creando una nube radiactiva que contamino los alrededores creando una zona que desde entonces está aislada incluida la ciudad que ha quedado como una foto fija desierta de lo que fue en la época de la URSS. Pero en los últimos años, la popularidad que ha adquirido el videojuego STALKER que se desarrolla en la zona ha provocado que se haya puesto de moda realizar incursiones furtivas a la zona ignorando los riesgos que entraña el lugar. Un grupo de esos Stalkers guiados por Nikolái, un voluntario que trabajo en la zona haciendo trabajos de descontaminación los días posteriores al desastre, son los protagonistas de Hijos del fuego. Tras llegar las calles de Chernóbil descubren que la radiación no es el peligro más inmediato del lugar ya que allí habitan seres mucho más misteriosos y peligrosos que no están nada contentos con el desastre ecológico que asola la zona desde hace décadas.
A través de Nikolái conocemos lo que sucedió en 1986 y como con muy pocos recursos tuvieron que hacer frente con unos medios muy precarios a una catástrofe provocada por la estupidez y arrogancia humana. Él como muchos otros sufrió las terribles consecuencias que tuvo el accidente para todos los que estuvieron en la zona en aquella época y vuelve a la zona acosado por los fantasmas de su pasado en busca de una redención que es imposible. Un hombre roto como podemos ver en cada una de sus miradas en las que los dibujos de Fidel Martínez dejan ver una falta de esperanza descorazonadora. Al acompañarle en su recorrido por la ciudad vemos los vestigios de un imperio con los pies de barro, algo que sirve como una potente metáfora de lo que le sucedió pese a esa una iconografía que vemos reflejada con majestuosidad.
Esa parte tan realista contrasta de forma muy poderosa cuando hacen acto de presencia los seres misteriosos que habitan la zona tras unas secuencias de persecución magistralmente narradas por El autor sevillano. Se trata de dos entidades que representan la cara primigenia y mitología del planeta y que son los que sirven para dotar a la obra de un mensaje ecologista sobre una desgracia que, aunque queremos creer que no se va a volver a repetir, cada día parece más plausible como hemos podido comprobar en la invasión ruso de Ucrania en la que se han producido ataques muy cerca de centrales nucleares. Esos dos personajes sirven para recordarnos que debemos hacer lo posible para cuidar el planeta en el que deben habitar nuestros descendientes.
Además de ser una obra repleta de diferentes capas que permiten una lectura enormemente fascinante y evocadora también maneja muy bien una primera parte que tiene mucho de tenso thriller de terror gracias a la capacidad del dibujo para evocar las extrañas y perturbadoras atmósferas en las que sucede la obra. Con un dibujo en vemos como al igual que el mejor Alex Toth Fidel Martínez sabe crear unos personajes que expresen mucho con solo unas pocas líneas. Pero también cuando hay que hacer un dibujo más acabado como en las escenas en las que nos quieres mostrar esa magnificencia con la que el régimen soviético construía sus ciudades o para dejarnos ver como la naturaleza imparable e inexorablemente vuelve a reclamar con fuerza lo que era suyo.
Hijos de la tierra es un cómic inmenso en el que con los ropajes de una fachada de una trama de terror con elementos sobrenaturales Fidel Martínez hilvana una historia llena de múltiples capas de lectura que nos habla sobre la importancia de cuidar del planeta. Como en sus últimos trabajos vuelve a dar nuestras de su dominio del blanco y negro y la narrativa que le convierte en uno de los mejores y más personales historietistas de nuestro país.
Lo mejor
• El dibujo y la narrativa.
• La tensión de los primeros momentos.
• Todas las capas de lectura que tiene la obra.
Lo peor
• Que la trama tiene elementos demasiado plausibles.