Se ruega mantener la alegría y el compás
Las protagonistas de esta novela coral, alocada y divertida son las gemelas Chance —un apellido que, de forma muy apropiada, y más tratándose de Carter, significa «riesgo», «destino» o «suerte» en inglés—. Cualquiera de las dos Chance podría haber sido, sin duda, la autora de la sentencia anterior. La bienvenida a esta historia, en la... Leer más La entrada Se ruega mantener la alegría y el compás aparece primero en Zenda.

Encabezando un pequeño tablón que tengo en mi estudio-refugio, colgué hace unas semanas una postal con la leyenda «Durante su estancia en la Tierra (en la medida de lo posible) rogamos mantengan la alegría y el compás». El descubrimiento de estas tarjetas con fotografías y citas curiosas —de la firma Almacén de Análisis— coincidió con la lectura de un libro cuya filosofía quizá se podría resumir precisamente con estas palabras. La obra, publicada por la editorial Sexto Piso, no es otra que Niñas sabias, de la irreverente y siempre fabulosa Shahrazad, Angela Carter.
Niñas sabias, publicada originalmente en 1991, fue, lamentablemente, el último libro que escribió ya que Angela Carter murió en 1992, a los cincuenta y un años. Igual que en toda su producción anterior, Carter es capaz de romper estereotipos y dedicar una obra a la alegría de vivir narrada, nada más y nada menos, que por dos ancianas, Dora y Nora —o más bien por una, pues, aunque sus vidas se entrelacen como hilos de un telar, es la gemela Dora quien nos relatará las aventuras y desventuras de las Chance a lo largo de décadas de «alegría y compás»—. Estas supervivientes de los años, con espíritus inquebrantables, son un ejemplo que incluso, hoy en día, me atrevería a definir como un atrevimiento: no sé si, en la actualidad, literariamente, la vejez es tratada con la positividad tan generosa de Carter —sin dejar de lado ese sutil y entrañable aroma a tiempos pasados pero no perdidos—. Niñas sabias es también un homenaje al vodevil, que enlaza con los ejes fluctuantes entre lo que algunos llaman alta cultura y la cultura popular, mezclando marcas de perfume y labiales con citas a Shakespeare y mitología clásica. Pero vamos a ser sinceras: por eso nos gusta tanto Carter, porque es capaz de mezclar mundos, para muchos antagónicos, y ofrecernos homenajes, por citar solo algunos, a los cuentos de hadas —La cámara sangrienta—, al circo —Noches en el circo— o al cine —La pasión de la nueva Eva—. ¿Quién sabe cuál hubiera sido el universo-contexto protagonista en una nueva obra —quimérica— de Angela Carter?
De momento, nos quedamos con el mundo de teatro, danza y vodevil que se retrata en Niñas sabias. El libro narra la vida y milagros de las londinenses hermanas Chance, desde su nacimiento en el «lado malo de la ciudad», como hijas bastardas del que después se convertirá en un actor clásico —y reconocido— obsesionado con Shakespeare, Sir Melchior Hazard, hasta su dedicación exclusiva al espectáculo como «actrices y coristas de segunda fila». A través de la trayectoria de las gemelas en mundo de la farándula, que las llevará de Londres a Nueva York y Hollywood, se cuentan las idas y venidas de la familia Chance y los personajes absolutamente adorables y alocados que los rodean en un carnaval continuo y grotesco: la abuela adoptiva Chance, pragmática, vegetariana y nudista; las mujeres y amantes de Melchior, desde ladies a actrices de segunda; los amantes de las gemelas o su tío carnal Peregrine Hazard, un hombretón generoso y despilfarrador que se reinventa en cada aventura y me recordó, aunque en una versión afortunada, al Gran Gatsby si este no hubiera estado obsesionado con su particular «luz verde/Daisy Buchanan». Cada uno de ellos está secundado por un conjunto de «(…) cómicos, admiradores, miembros de la Liberación francesa, polaca y noruega, soldados, marineros, aviadores de todas las naciones…» y un sinfín de personajes que se anuncian en un Dramatis Personae inicial que ya nos avanza el homenaje festivo y literario que estamos a punto de leer. Personajes imposibles y entrañables a quienes autoras como Angela Carter son capaces de dotar de verosimilitud y realidad, convirtiéndolos en protagonistas de anécdotas tan agridulces como la vida misma y que Dora Chance nos transmite con los mejores ingredientes: picardía, ironía y un optimismo indomable. A través de su voz asistimos a muertes y nacimientos, enamoramientos y traiciones, incendios de mansiones muy Manderley y desengaños a ritmo de musical, porque como hemos dicho antes y las propias Chance se encargan de recordarnos continuamente: «¡Qué gozada, bailar y cantar!».
Todo esto lo hallamos en un libro con el especial estilo de Carter, repleto de reminiscencias sensoriales —«Huele un poco a gato, pero más huele a corista geriátrica: crema hidratante, colorete, naftalina, colillas y té rancio»—, numerosas descripciones prodigiosas —Había, ¡qué dicha!, otra escalera que subía en curvas floridas, como Mae West— y frases para conservar en tu cuaderno favorito —Vemos tantas películas antiguas que nuestros recuerdos son en blanco y negro—. Y sabiduría, mucha sabiduría. La de esas niñas-ancianas sabias, dos mujeres que siguen conservando su alegría porque quizá han aprendido que no hay que tomarse nada demasiado en serio. Así Carter nos regala su filosofía en esta obra que, según Ari Smith, es «jovialmente lasciva, la obra narrativa más espectacular, cómica y lograda, sin duda, la más generosa y jubilosamente orgiástica de Carter». Y yo no sé si será la más orgiástica —Noche en el circo y La pasión de la nueva Eva le van, sin duda, a la zaga— pero, desde luego, quienes adoran a Carter lo pasarán muy bien perdiéndose una vez más en el barroquismo, el punk y la fantasía desmedida de Niñas sabias.
Sin más, mantengamos la alegría y el compás como las gemelas Chance. Dejemos que nos sorprenda su libro —y la vida—. Y seamos siempre niñas libres, rebeldes y sabias.
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Autor: Angela Carter. Título: Niñas sabias. Traducción: Rubén Martín Giráldez. Editorial: Sexto Piso. Venta: Todostuslibros.
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