«La soledad de Alcuneza»: un homenaje a la Caballería
Situada en el marco de la Guerra Civil Española, la obra ofrece una conexión profunda con las tradiciones literarias de las novelas de caballerías y el romanticismo, mientras narra los últimos momentos de la Caballería como un cuerpo militar relevante. Lenguaje Romanticismo en el lenguaje El estilo elevado y poético de Pruneda convierte incluso las escenas más ordinarias en... Leer más La entrada «La soledad de Alcuneza»: un homenaje a la Caballería aparece primero en Zenda.

En La soledad de Alcuneza, Salvador García de Pruneda nos ofrece una obra que, lejos de ser solo una novela de guerra, se convierte en un testimonio profundo del ocaso de la Caballería.
Lenguaje
- Romanticismo en el lenguaje
El estilo elevado y poético de Pruneda convierte incluso las escenas más ordinarias en algo trascendental, dotándolas de una carga emocional y nostálgica. Su estilo, inspirado en el espíritu caballeresco, se acerca más al romanticismo moderno que al arcaísmo de novelas como Amadís de Gaula. En vez de reproducir un tono medieval, el autor recurre a imágenes sensoriales y reflexiones de gran profundidad, características del siglo XX, para evocar la melancolía de un mundo que se desvanece. Su prosa, aunque mantiene una conexión con la tradición caballeresca, es mucho más accesible y sentimental, ajustada a una época en la que los valores del honor y el sacrificio son vistos desde una perspectiva más nostálgica que heroica. «Quedaba rescoldo en el fuego y un ligero aire atizaba sus mortecinas brasas» y «el viento mugía suavemente entre los olivos» son ejemplos de cómo Pruneda eleva las descripciones cotidianas, impregnándolas de una atmósfera poética. Esto crea una sensación de belleza melancólica, propia del romanticismo, y contrasta con la literatura comercial más directa y funcional.
Este enfoque sitúa a Pruneda en una tradición literaria más cercana a autores románticos como José Zorrilla o incluso pasajes de Cervantes en el Quijote, donde se parodia el ideal caballeresco con un tono más reflexivo y melancólico.
Con frecuencia, Pruneda recurre a figuras retóricas, entre ellas los hipérbatos, que ralentizan la lectura y exigen una mayor atención del lector, pero que aportan una cadencia evocadora de los relatos heroicos medievales. Frases como «llenaban la ancha calle que a la plaza conducían» no solo sitúan al lector en el contexto, sino que también conectan el estilo narrativo con el pasado literario.
Palabras como «dable» o «mohíno» no son comunes en el uso cotidiano actual, y refuerzan la sensación de que el texto pertenece a un tiempo pasado. La palabra «dable», en particular, es un ejemplo de un término que ya no se usa frecuentemente, excepto en contextos literarios, lo que resalta el tono arcaico que busca Pruneda.
Sin embargo, el cuidado por el lenguaje que tanto destaca en la prosa de Pruneda no ha sido correspondido con el mismo celo por parte de la editorial sevillana (Editorial Renacimiento, Ediciones Espuela de Plata, 2013), que ha permitido la publicación de algunas faltas ortográficas, si bien no relevantes sí constantes a lo largo del texto, sin la corrección necesaria.
- Descripciones vívidas y sensoriales
Pruneda domina las descripciones sensoriales, permitiendo que el lector experimente los escenarios con gran detalle. Las escenas de batalla, los caballos y las cargas están llenas de imágenes potentes. Por ejemplo, la frase «un múltiple relincho, hondo y desesperado, gritaba el pavor de los corceles» transmite la agitación física de los caballos y el caos emocional de la guerra. Expresiones como «el silencio estaba poblado de presagios» y «deslumbraba el albar» son imágenes que evocan una atmósfera cargada de significado.
- Lenguaje como herramienta de reflexión
El lenguaje en esta obra no se limita a relatar los acontecimientos; también provoca reflexiones filosóficas y morales. Alcuneza, a través de su relato, reflexiona sobre el honor, el sacrificio y el paso del tiempo. Frases como «la muerte es la vida de los Ejércitos» no son simples comentarios, sino que plantean cuestiones más profundas sobre el sentido de la guerra y el papel del honor caballeresco, recordando las reflexiones de los caballeros andantes en las antiguas novelas de caballerías.
- Nostalgia por un pasado perdido
Entre los temas recurrentes, destaca la nostalgia por un pasado glorioso. El teniente Alcuneza se siente atrapado en un mundo que ya no existe, donde la Caballería ocupaba un lugar central en la vida militar. El lenguaje arcaico y poético que utiliza Pruneda refuerza esta sensación de pérdida, sugiriendo que lo que se narra es parte de una época que no puede ser recuperada.
- Alejamiento de la literatura comercial actual
Este tipo de lenguaje, con sus hipérbatos y metáforas elaboradas, se distancia de la prosa sencilla y comercial que domina gran parte de la narrativa contemporánea, tal como, acertadamente, denunciaba Juan Goytisolo en sus críticas a la literatura de consumo. Pruneda sigue una tradición literaria que privilegia el estilo y la profundidad emocional sobre la inmediatez y el entretenimiento fácil.
Paralelismo con las novelas de caballerías
- El ideal del héroe caballeresco
En La soledad de Alcuneza, el protagonista sigue un estricto código de honor que evoca los ideales propios de los caballeros andantes. Conforme avanza la trama, el protagonista evidencia su valentía y lealtad hacia sus compañeros, y afronta situaciones de vida o muerte con una serenidad propia de los héroes caballerescos. Un ejemplo claro es cuando asume la responsabilidad por los errores de un compañero, recordando a los caballeros medievales, cuyo deber siempre era anteponer el honor colectivo al individual.
Esta disposición a actuar con responsabilidad y sacrificio es un rasgo compartido con los protagonistas de novelas como Amadís de Gaula o Tirante el Blanco, donde los caballeros no solo luchaban por su honor personal, sino también por el bienestar de sus reinos. En este sentido, el teniente, al igual que estos héroes literarios, se presenta como un líder moral, dispuesto a tomar decisiones difíciles por el bien de su unidad, reflejando la ética caballeresca en un contexto moderno.
- La guerra como escenario de prueba y gloria
En La soledad de Alcuneza, como en las antiguas gestas caballerescas, la guerra se convierte en el espacio definitivo para demostrar el temple y la lealtad del protagonista. En las novelas caballerescas, los caballeros se enfrentan a batallas épicas no solo para alcanzar la victoria, sino para demostrar su coraje y honor. Del mismo modo, en la novela de Pruneda, el teniente Alcuneza concibe la guerra como una oportunidad de gloria, aun cuando es consciente de sus consecuencias trágicas y dolorosas.
Una reflexión del teniente, «la guerra es la escuela de todas las disciplinas del cuerpo y del espíritu», subraya este paralelismo: la guerra no se limita al campo de batalla físico; es también una prueba espiritual, un tema recurrente en las novelas de caballerías, donde los caballeros se forjaban a través del combate. A lo largo del conflicto, se examinan tanto las habilidades militares como la disposición al sacrificio del protagonista.
- Los combates a caballo: la última gran estrategia caballeresca
La conexión más directa entre La soledad de Alcuneza y las novelas de caballerías reside en la descripción de las cargas de caballería, que en la novela tienen un correlato histórico en la Guerra Civil Española. En concreto, la Batalla de Alfambra (1938), donde se produjo la última carga exitosa de caballería en una guerra moderna, resuena profundamente con las gestas heroicas de los caballeros medievales.
Antes de esta carga, Alcuneza arenga a sus tropas diciendo: «Que nadie pueda decir que los escuadrones se volvieron atrás porque la Caballería no retrocede». Este tipo de arenga recuerda los discursos de los caballeros andantes antes de enfrentarse a un combate decisivo. Aunque la Caballería fue desplazada por la modernidad y la mecanización de la guerra, en ese momento logra demostrar su valía estratégica, tal como los caballeros medievales confiaban en su destreza y coraje a pesar de estar superados en número o tecnología. Aquí, Pruneda refuerza la idea de que la Caballería no solo es táctica, sino también moralmente superior, evocando el heroísmo épico de las antiguas gestas caballerescas.
- El manuscrito y la transmisión del legado caballeresco
Al igual que en el Quijote con el manuscrito de Cide Hamete Benengeli, Pruneda utiliza el recurso del manuscrito legado a un tercero, que es encargado de publicarlo o destruirlo. Este acto simbólico refleja la transmisión de un legado, una tradición literaria donde los héroes buscan asegurar que sus hazañas sean recordadas a través de la escritura. En las novelas de caballerías, este gesto era fundamental: los caballeros confiaban en que sus gestas sobrevivieran al olvido mediante la palabra escrita. En La soledad de Alcuneza, el protagonista también deposita su confianza en un amigo para que su historia no se pierda, conectando así la novela con la tradición caballeresca de la inmortalización del héroe.
- El enfrentamiento con el enemigo: valor y respeto
Un aspecto esencial en la literatura de caballerías es el respeto hacia el enemigo. A pesar de estar inmerso en un conflicto brutal, como el de la guerra del Rif, el protagonista narrador muestra respeto hacia los soldados republicanos y las Brigadas Internacionales, describiéndolos como valientes y aguerridos. Este tratamiento es un reflejo del código de honor caballeresco, donde los caballeros, independientemente del bando, veían en sus adversarios a dignos rivales.
En novelas como Amadís de Gaula o Tirante el Blanco, el caballero siempre reconoce la nobleza de su adversario, lo que refuerza la idea de que el honor y el valor no son exclusivos de un solo bando. Pruneda retoma esta tradición literaria, subrayando que, incluso en la guerra moderna, los valores caballerescos de valor y respeto permanecen intactos.
La Caballería y su ocaso
En La soledad de Alcuneza, el protagonista se convierte en el testigo nostálgico del declive de la Caballería. Las cargas a caballo que describe evocan un heroísmo antiguo que contrasta con la realidad de una guerra moderna donde los caballos ya no tienen lugar. Alcuneza lo expresa con contundencia: «Créame, la Caballería se acaba. Asistimos a la última guerra con caballos». Esta frase refleja una realidad histórica, como la de la Batalla de Alfambra durante la Guerra Civil Española, una de las últimas grandes cargas de caballería. A través de esta mirada, Pruneda muestra un mundo en transición, donde el pasado caballeresco se desvanece.
Sin embargo, la desaparición física de la Caballería no elimina el espíritu épico de sus hazañas, ya que la guerra, más allá de una confrontación bélica, sigue siendo, para el teniente protagonista, un escenario de sacrificio y gloria.
La guerra como escenario romántico
La guerra en la novela está impregnada de un romanticismo que la eleva más allá de un mero enfrentamiento bélico. Alcuneza ve la guerra como una prueba de nobleza y sacrificio, un espacio donde el ser humano enfrenta tanto lo mejor como lo peor de sí mismo. Frases como «la guerra es la higiene del mundo» conectan con el futurismo de Marinetti, pero también con las gestas caballerescas que planteaban la guerra como una vía hacia la gloria y el honor.
El protagonista, con sus ideales caballerescos, se enfrenta a los desafíos de un mundo moderno
En el transcurso de la historia, Alcuneza se mantiene fiel a los principios de honor y lealtad que definían a los caballeros medievales. En situaciones críticas, como cuando asume la responsabilidad moral por los errores de un compañero, demuestra un sentido del deber que lo conecta con figuras como Amadís de Gaula o Tirante el Blanco. Esta ética inquebrantable define su carácter, mostrándolo como un héroe caballeresco adaptado a la modernidad. Sin embargo, este compromiso inquebrantable con los valores caballerescos culmina en un inevitable choque con la realidad de un mundo en transformación, dejando al protagonista atrapado en la soledad de su propia misión, como veremos acto seguido en la reflexión final.
Reflexión final: La soledad del héroe
Al finalizar la guerra, Alcuneza enfrenta una soledad devastadora. La guerra, que había sido su forma de vida, llega a su fin, dejándolo sin rumbo o propósito claro: “La guerra acaba y nosotros con ella”. Con ello, Pruneda no solo refleja la pérdida de compañeros, sino también el fin de una era caballeresca, que, al igual que la Caballería misma, ha quedado relegada en un mundo moderno.
En un contexto cultural donde los valores asociados con la Caballería pueden parecer anacrónicos, esta obra no solo explora la nobleza y la libertad individual desde una perspectiva literaria, sino que también invita al lector a cuestionar la idealización de esos principios en un escenario bélico.
Alcuneza, atrapado en un mundo que se resiste a reconocer el valor de la Caballería, refleja un espíritu de lucha y honor que puede parecer romántico, pero también conflictivo y ambiguo, dado el marco brutal de la guerra. Esta narrativa nos lleva a reflexionar sobre el peso de las tradiciones, los ideales y sus limitaciones, reconociendo que el combate raramente se corresponde con las imágenes de gloria y sacrificio.
Conclusión
La soledad de Alcuneza, de Salvador García de Pruneda, no es solo una novela de guerra: es un tributo a una forma de nobleza y sacrificio que para el autor define el espíritu caballeresco. A través de una prosa rica y cargada de romanticismo, Pruneda rinde homenaje a los soldados de Caballería, quienes luchan no solo contra el enemigo, sino también contra el paso del tiempo y la modernidad. Aunque las cargas a caballo pertenecen al pasado, la obra plantea que los valores de la Caballería —honor, valentía y lealtad— perduran en aquellos que los defienden con convicción. No obstante, desde la perspectiva del lector moderno, esta visión puede resultar cuestionable; la guerra, en su esencia, deja poco espacio para el idealismo, y los mismos valores caballerescos se enfrentan a una realidad donde la gloria y el sacrificio se ven enredados con el dolor y la pérdida.
A lo largo de la novela, Pruneda aborda con sutileza la interacción entre la guerra moderna y los vestigios de un pasado glorioso. Alcuneza, consciente de lo anacrónico de su misión, encarna al caballero moderno, comprometido hasta el final con los principios de su Arma. Así, se convierte en un puente entre la tradición heroica y un presente donde la guerra mecanizada ha transformado las normas del combate. Pero a través de su figura, la Caballería persiste, no como una táctica militar, sino como una exigencia moral, histórica y estética que sigue siendo relevante en la actualidad.
La verdadera batalla no es solo contra el enemigo visible, sino contra el olvido que amenaza con apagar el legado de la Caballería. En esa lucha, la Caballería no solo sobrevive: evoluciona, adaptándose a los nuevos tiempos sin perder nunca su esencia. Hoy, sigue siendo un símbolo inquebrantable de coraje, lealtad y entrega, representado por quienes encarnan estos ideales, manteniendo vivo su espíritu en cada misión, en cada gesto. La Caballería sigue cabalgando con fuerza, más allá del tiempo.
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