Así olían las estatuas grecorromanas en la Antigüedad: aceites y ungüentos para potenciar el disfrute

Nuestro concepto del arte antiguo ha sido construido a partir de los restos arqueológicos que, durante siglos, se han recuperado de lugares como Grecia o Roma. Hemos diseñado edificios siguiendo los cánones artísticos de nuestros antepasados grecorromanos, como aquellos levantados sobre elegantes columnas de órdenes dórico, jónico o corintio, construidas con mármol blanco inmaculado . Sin embargo, gracias al análisis detallado de las piezas artísticas que han llegado hasta nosotros, así como al estudio minucioso de las fuentes escritas, hemos llegado a conclusiones que transforman por completo nuestra visión estereotipada del arte grecorromano. En este sentido, la desnudez del mármol en los templos de la Acrópolis contrasta con lo que relatan las fuentes, las cuales describen los templos griegos como lienzos pintados en brillantes tonos de rojo, azul o amarillo. Algo similar ocurre con las esculturas en bulto redondo. Un estudio llevado a cabo por los expertos del Museo de la Acrópolis descubrió que las obras arcaicas custodiadas allí conservaban signos de policromía . El análisis de estas piezas bajo el microscopio y con técnicas avanzadas como la espectroscopía o la fotografía de alta definición ha revelado que, para los antiguos griegos, los colores no solo embellecían las estatuas, sino que también simbolizaban rasgos y características sociales. Así, los dioses se representaban con cabellera rubia, lo que reflejaba su poder divino; los guerreros y atletas con tonos grises en la piel, símbolo de virtud y valentía , mientras que las doncellas mostraban piel blanca, emblema de gracia y juventud, entre otros rasgos. Además, las esculturas más valoradas se vestían con ricos peplos y quitones, y se decoraban con delicada joyería , piedras de vidrio en los ojos y otros adornos que las convertían en un auténtico espectáculo visual. Un reciente estudio publicado en la prestigiosa revista científica 'Oxford Journal of Archaeology' y realizado por la arqueóloga Cecilie Brans, investigadora de la Nueva Gliptoteca Carlsberg de Copenhague, sugiere que los antiguos grecorromanos tenían una comprensión más compleja, incluso multisensorial, del arte de la escultura. Gracias al análisis de fuentes literarias y epigráficas, Brans ha descubierto que muchas estatuas eran perfumadas con aceites y ungüentos , otorgándoles una dimensión olfativa que jugaba un papel fundamental en el disfrute de las obras por parte de sus contemporáneos. En su estudio, Brans cita fuentes históricas como Cicerón , quien menciona la costumbre de ungir con perfumes la estatua de Artemisa en Segesta, Sicilia; o el poeta Calímaco de Cirene, quien describe en un epigrama a la estatua de la reina egipcia Berenice II, impregnada de sustancias aromáticas. El estudio también se refiere al Santuario de Delos en Grecia, donde se han hallado inscripciones que detallan tanto la composición como los precios de los perfumes utilizados para embellecer las estatuas de Artemisa y Hera. Estas fragancias contenían ingredientes como aceites de oliva y de rosa , cera de abejas y carbonato de sodio, entre otros. Según la propia Brans, las perfumerías descubiertas en el Delos sugieren que los perfumes utilizados en la decoración de las estatuas probablemente se producían en la isla y cumplían una función ritual. Para aromatizar las estatuas, se empleaban técnicas como la aplicación de ceras y aceites, que no solo ayudaban a conservar los colores de las estatuas, sino que también realzaban su brillo. Por ejemplo, Pausanias menciona el uso de aceite de oliva en la estatua de Zeus en Olimpia para protegerla de la humedad. Además, la experiencia olfativa parecía ir acompañada por el aroma de las flores de las guirnaldas que se colocaban sobre las estatuas en fechas especiales del calendario festivo de los templos y santuarios, como las denominadas Floralia, la gran fiesta de la primavera romana. En definitiva, el color, los olores y los tejidos, no solo eran un elemento decorativo en las esculturas, sino que también aportaban una nueva dimensión estética , transformando la percepción de las obras en una experiencia multisensorial que incluía el olfato como un factor fundamental.

Apr 1, 2025 - 05:42
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Así olían las estatuas grecorromanas en la Antigüedad: aceites y ungüentos para potenciar el disfrute
Nuestro concepto del arte antiguo ha sido construido a partir de los restos arqueológicos que, durante siglos, se han recuperado de lugares como Grecia o Roma. Hemos diseñado edificios siguiendo los cánones artísticos de nuestros antepasados grecorromanos, como aquellos levantados sobre elegantes columnas de órdenes dórico, jónico o corintio, construidas con mármol blanco inmaculado . Sin embargo, gracias al análisis detallado de las piezas artísticas que han llegado hasta nosotros, así como al estudio minucioso de las fuentes escritas, hemos llegado a conclusiones que transforman por completo nuestra visión estereotipada del arte grecorromano. En este sentido, la desnudez del mármol en los templos de la Acrópolis contrasta con lo que relatan las fuentes, las cuales describen los templos griegos como lienzos pintados en brillantes tonos de rojo, azul o amarillo. Algo similar ocurre con las esculturas en bulto redondo. Un estudio llevado a cabo por los expertos del Museo de la Acrópolis descubrió que las obras arcaicas custodiadas allí conservaban signos de policromía . El análisis de estas piezas bajo el microscopio y con técnicas avanzadas como la espectroscopía o la fotografía de alta definición ha revelado que, para los antiguos griegos, los colores no solo embellecían las estatuas, sino que también simbolizaban rasgos y características sociales. Así, los dioses se representaban con cabellera rubia, lo que reflejaba su poder divino; los guerreros y atletas con tonos grises en la piel, símbolo de virtud y valentía , mientras que las doncellas mostraban piel blanca, emblema de gracia y juventud, entre otros rasgos. Además, las esculturas más valoradas se vestían con ricos peplos y quitones, y se decoraban con delicada joyería , piedras de vidrio en los ojos y otros adornos que las convertían en un auténtico espectáculo visual. Un reciente estudio publicado en la prestigiosa revista científica 'Oxford Journal of Archaeology' y realizado por la arqueóloga Cecilie Brans, investigadora de la Nueva Gliptoteca Carlsberg de Copenhague, sugiere que los antiguos grecorromanos tenían una comprensión más compleja, incluso multisensorial, del arte de la escultura. Gracias al análisis de fuentes literarias y epigráficas, Brans ha descubierto que muchas estatuas eran perfumadas con aceites y ungüentos , otorgándoles una dimensión olfativa que jugaba un papel fundamental en el disfrute de las obras por parte de sus contemporáneos. En su estudio, Brans cita fuentes históricas como Cicerón , quien menciona la costumbre de ungir con perfumes la estatua de Artemisa en Segesta, Sicilia; o el poeta Calímaco de Cirene, quien describe en un epigrama a la estatua de la reina egipcia Berenice II, impregnada de sustancias aromáticas. El estudio también se refiere al Santuario de Delos en Grecia, donde se han hallado inscripciones que detallan tanto la composición como los precios de los perfumes utilizados para embellecer las estatuas de Artemisa y Hera. Estas fragancias contenían ingredientes como aceites de oliva y de rosa , cera de abejas y carbonato de sodio, entre otros. Según la propia Brans, las perfumerías descubiertas en el Delos sugieren que los perfumes utilizados en la decoración de las estatuas probablemente se producían en la isla y cumplían una función ritual. Para aromatizar las estatuas, se empleaban técnicas como la aplicación de ceras y aceites, que no solo ayudaban a conservar los colores de las estatuas, sino que también realzaban su brillo. Por ejemplo, Pausanias menciona el uso de aceite de oliva en la estatua de Zeus en Olimpia para protegerla de la humedad. Además, la experiencia olfativa parecía ir acompañada por el aroma de las flores de las guirnaldas que se colocaban sobre las estatuas en fechas especiales del calendario festivo de los templos y santuarios, como las denominadas Floralia, la gran fiesta de la primavera romana. En definitiva, el color, los olores y los tejidos, no solo eran un elemento decorativo en las esculturas, sino que también aportaban una nueva dimensión estética , transformando la percepción de las obras en una experiencia multisensorial que incluía el olfato como un factor fundamental.