Hay que fijarse bien: el gesto de la Reina Sofía que hace saltar todas las alarmas
Preocupación por el estado de la reina Sofía. La reina Sofía, nacida princesa de Grecia y Dinamarca, ha sido durante décadas un pilar de estabilidad en la monarquía española. Su discreción, sentido del deber y dedicación a la familia la han convertido en una figura muy querida por los ciudadanos. En los últimos tiempos, sin ... Leer más

Preocupación por el estado de la reina Sofía.
La reina Sofía, nacida princesa de Grecia y Dinamarca, ha sido durante décadas un pilar de estabilidad en la monarquía española. Su discreción, sentido del deber y dedicación a la familia la han convertido en una figura muy querida por los ciudadanos. En los últimos tiempos, sin embargo, su estado de salud y su situación personal han generado preocupación en la opinión pública.
El creciente deterioro físico de su hermana Irene de Grecia, con quien mantiene una relación profundamente estrecha, ha intensificado esta inquietud. Ambas han compartido no solo la vida palaciega, sino también un pasado marcado por las dificultades: la guerra, el exilio, y las tensiones internas en sus respectivas familias. Su historia común evoca ahora la complicidad entre la princesa Leonor y la infanta Sofía, aunque en circunstancias mucho más duras.
La reina Sofía ha tenido que reinventarse muchas veces a lo largo de su vida, pero nunca ha soltado la mano de su hermana pequeña. «Que la reina Sofía siempre ha sentido devoción por su hermana Irene de Grecia no es ningún secreto». Su conexión va más allá de lo familiar: es el lazo que les ha dado fuerza frente a la adversidad.
Una vida marcada por la lealtad y la música.
En 1981, Irene de Grecia se instaló en España junto a su hermana, tras haber vivido con su madre en la India. Desde entonces, ambas han compartido techo, confidencias y una intensa agenda cultural. Irene, soltera y apasionada por la música clásica, ha sido un apoyo esencial para Sofía, especialmente en los tiempos difíciles con el rey emérito Juan Carlos.
La música ha sido un refugio para ambas. Aunque Irene ya no puede tocar el piano debido a una enfermedad degenerativa —de la que se especula podría tratarse de Alzheimer avanzado—, sigue participando en la vida cultural tanto como su salud le permite. Las dos hermanas asistieron recientemente a un concierto en el Auditorio Nacional, donde disfrutaron de la novena sinfonía de Bruckner.
«Doña Sofía e Irene de Grecia fueron juntas al Auditorio Nacional de Música para deleitarse con la novena sinfonía de Bruckner dirigida por Teodor Currentzis en el ciclo de La Filarmónica». Fue un acto que no pasó desapercibido: la reina emérita lució un conjunto sobrio y elegante, mientras que su hermana, en silla de ruedas, acompañaba con serenidad y discreción.
El deterioro físico y la fortaleza emocional.
Aunque Irene de Grecia apenas puede caminar, no ha dejado de acudir a eventos públicos. Su última aparición en los Premios de Pintura BMW provocó inquietud por su aspecto físico. Aun así, mantiene su voluntad de hierro, y su hermana Sofía no se aparta de su lado.
«Fuentes muy cercanas a la Casa Real aseguraron que no está, ‘pero, lógicamente, va languideciendo'». La devoción de doña Sofía por Irene es ahora también un acto de resistencia frente al paso del tiempo y los golpes de la vida. A pesar de su movilidad reducida, Irene sigue presente en los momentos clave, como la exposición de Picasso en Creta o la boda de su sobrina Teodora.
La relación entre ambas ha madurado en una complicidad que se ha vuelto imprescindible para la reina emérita. Irene, descrita como “la princesa rebelde” en su biografía, es ahora su mayor confidente. «Porque una hermana es una hermana, aquí y en Grecia».
Las heridas que no se ven, pero se sienten.
A este escenario íntimo se suma una tensión que va más allá de lo físico. El experto en comunicación no verbal Javier Torregrosa ha analizado los últimos gestos públicos de la reina Sofía. Y sus conclusiones son claras: «Hay varios elementos de la comunicación no verbal que indican ira, tensión y malestar».
La imagen de Sofía, tan controlada y serena durante décadas, comienza a mostrar fisuras. «La cabeza está inclinada hacia el lado derecho… las cejas en disposición ‘v’… la boca apretada», describe Torregrosa, asegurando que esas señales revelan una ira contenida. Una emoción que, aunque disimulada, refleja el desgaste de los últimos escándalos relacionados con su marido.
«La mirada es muy directa… nos indican un pensamiento de ataque. La boca está apretada… se aprecia tensión articular». En resumen, la reina emérita está aguantando el tipo en público, pero sus gestos la traicionan. Está dolida y cansada, en una etapa de la vida donde ya no tendría que dar más explicaciones.
La intimidad rota y los silencios elocuentes.
Por si fuera poco, han salido a la luz audios de Juan Carlos I hablando sobre su relación con Sofía. “Se encierra en su cuarto… Está enfadada conmigo”, se le escucha decir en una conversación privada revelada por Ok Diario. Estas declaraciones no solo muestran el desgaste del matrimonio, sino también una falta de empatía llamativa por parte del emérito.
«Vivo en otra parte de la casa separado de Sofía. No entiende que yo un sábado y domingo me vaya», afirma en otro fragmento. Palabras que han escandalizado a la opinión pública y que muestran hasta qué punto se ha erosionado la relación entre ambos. Ya no hay espacio ni para la cortesía en sus testimonios.
En uno de los audios más significativos, Juan Carlos se refiere al rechazo de Sofía a cualquier gesto afectivo en público. «Se molestaba, por ejemplo, porque le cogía la mano en público». Una frase que resuena con la dureza de los vínculos que se rompieron hace ya demasiado tiempo, y que ahora solo sobreviven bajo el mismo techo por protocolo y costumbre.