Comienza la fiesta de la rosa y el libro
HOMENAJE A VARGAS LLOSA EN LA FIL DE GUADALAJARA Marisol Schulz, directora de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, anunció que en la próxima edición de ese encuentro editorial, que este año se celebrará del 29 de noviembre al 7 de diciembre, se le rendirá un gran homenaje al recién fallecido escritor hispanoperuano Mario... Leer más La entrada Comienza la fiesta de la rosa y el libro aparece primero en Zenda.

México ha tomado prestada la celebración catalana de Sant Jordi y la ha rebautizado como “La Fiesta del Libro y la Rosa”, un evento literario organizado por la Universidad Nacional Autónoma de México, con el que cada año festeja el día del libro. En esta ocasión, del 25 al 27 de abril, el Centro Cultural Universitario será la sede principal del evento, que espera recibir a más de 50 mil asistentes, a quienes les ofrecerá un programa que comienza con el conversatorio “El exilio de ida y vuelta”, en el que participan los escritores Jordi Soler, Mónica Lavín y Rosa Beltrán. Entre los nombres destacados del cartel de este año figuran las periodistas y escritoras Lydia Cacho, Marcela Turati y Gabriela Cabezón Cámara; los narradores Naief Yehya, Antonio Ortuño, Guillermo Arriaga y Shadi Rohana; o la astrónoma Julieta Fierro y el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma. Uno de los eventos centrales de esta edición será la exposición Un cielo sin fronteras: Rosario Castellanos, archivo inédito, que abrirá el 24 de abril en el Colegio de San Ildefonso. Será, pues, toda una fiesta.
HOMENAJE A VARGAS LLOSA EN LA FIL DE GUADALAJARA
Marisol Schulz, directora de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, anunció que en la próxima edición de ese encuentro editorial, que este año se celebrará del 29 de noviembre al 7 de diciembre, se le rendirá un gran homenaje al recién fallecido escritor hispanoperuano Mario Vargas Llosa. Schulz, quien además de haberlo editado en México, mantuvo con él una relación de amistad y complicidad literaria, recordó la capacidad de Vargas Llosa para crear obras maestras desde su juventud. Ciertamente, como dijo alguna vez Camilo José Cela, para Vargas Llosa escribir novelas fue un acto de rebelión constante y una forma sutil de deicidio, pues como una especie de divinidad escribidora alcanzó a crear otros mundos para corregir las limitaciones del que le había tocado vivir, ya que la raíz de su vocación era un sentimiento de insatisfacción contra la vida, y cada novela representaba un asesinato simbólico de la realidad.
CARLOS MIRANDA, DESCANSA EN PAZ
Fueron difíciles los últimos años del escritor y traductor Carlos Miranda (1962), quien hace una semana falleció en la Ciudad de México tras una serie de complicaciones que, como una diabólica carambola del destino, acabaron minando su vida. Problemas de salud, económicos y afectivos provocaron que la soledad se apoderara de sus días, encontrando un triste final que, como escribió la poeta María Baranda, ha provocado un enorme pesar en quienes fuimos sus amigos. Sin embargo, es cierto que Carlos tenía una manera muy especial de estar en la vida, una actitud casi suicida que al final le pasó la debida factura de la que él conocía perfectamente el precio. Fuimos colegas en la universidad, donde nos hicimos amigos compartiendo gustos literarios y musicales, pero Miranda, harto de saberes encorsetados, decidió abandonar los estudios formales para ejercer en libertad su vocación literaria. Tuvo suerte y el editor y ensayista José María Espinasa le dio trabajo en la revista Tierra Adentro. Así, fue escribiendo cuentos y haciendo traducciones, que más tarde encontraron eco en el grupo que encabezaba José de la Colina en el suplemento cultural del periódico Novedades. Fue por esa época, a finales de los años 80, cuando volví a encontrarlo, bebiendo cubas libres en el bar El Palacio, donde apuraba los tragos a un ritmo vertiginoso mientras destripaba la actualidad literaria del momento departiendo con el nutrido grupo de jóvenes escritores que pasaba por ahí: Noé Cárdenas, José Homero, Ignacio Helguera, Josué Ramírez, Héctor Orestes Aguilar, Christopher Domíguez Michael y un largo etcétera que se reunía en torno a las figuras tutelares de Juan José Reyes y el maestro Jorge López Páez. Fueron años de felicidad para Miranda, quien al fin, tras mucho pensárselo, publicó en 2013 su primer libro de cuentos, Siempre es peor en noches de paz, al que seguiría un segundo volumen de relatos titulado Tiempo de compensación: para leer en la banca (2014). Y eso fue todo. Miranda decidió guardar silencio. Saltó de trabajo en trabajo y la suerte fue dándole la espalda. Hace pocos años, Carlos me contó que pasaba por un momento de mucha pobreza, y decía que tenía que aceptar corregir novelas mal escritas por una miseria de dinero. Después su salud fue deteriorándose lenta pero inexorablemente. Debía dinero a su casero, no tenía trabajo y al final perdió sus pertenencias, se rompió una cadera y tuvo que refugiarse en casa de su octogenaria madre en Querétaro. En noviembre de 2024, su hermana organizó una campaña para recaudar fondos, pues Carlos necesitaba una silla de ruedas y dinero para medicamentos. Sufría ya una encefalopatía por insuficiencia hepática. Al final, su cuerpo no quiso seguir más. Y echo a correr. Así al menos lo recuerdo ahora: corriendo de la mano de una joven belleza de la que estaba profundamente enamorado cuando aún no había cumplido los treinta años. Estaba feliz, alegre y entusiasmado. Después vendrían las sombras. Y ahora descansa en paz.
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