Albert Sánchez Piñol: “Mi vocación infantil era conocer extraterrestres y los encontré”
Acompañado por su editor de La Campana, Joan Riambau, este miércoles Sánchez Piñol ha dejado muy claro que el término “pigmeo” no es nada pertinente, tiene su origen en la Ilíada de Homero, que así bautiza a unas criaturas diminutas, pero los colectivos que viven en los bosques tropicales africanos son los aka, los obongo... Leer más La entrada Albert Sánchez Piñol: “Mi vocación infantil era conocer extraterrestres y los encontré” aparece primero en Zenda.

Sintiéndose más antropólogo que escritor, Albert Sánchez Piñol llevaba muchos años pensando en su nuevo título, Las tinieblas del corazón, un libro de literatura sin ficción, donde podría parecer que los protagonistas son los mal denominados pigmeos, cuando los principales personajes son los individuos fascinados por ellos, incluido él mismo.
Con el libro, que publicará en castellano Alfaguara el 10 de abril, intenta explicar un “viaje dimensional” en el que ahonda en la peripecia de personajes verídicos que llegaron al corazón de África al encuentro de los pigmeos, desde el extravagante naturalista Paul du Chaillu, al botánico alemán Georg A. Schweinfurth; también el olvidado, para él injustamente, etnógrafo Paul Schebesta, así como la pintora Anne Eisner, su marido Patrick Putnam, o el antropólogo Colin Turnbull.
La parte final de la obra es una narración sobre su propia experiencia allí, sobre cómo le quedó la mente en blanco la primera vez que se encontró cara a cara en la selva con un mbuti; cómo fue vivir en sus cabañas, circular con “Ruinoso”, un coche destartalado, o el hallazgo de un espacio creado por un misionero siciliano, donde pudo dormir más cómodamente. “En esos viajes yo iba con la voluntad de descubrir una cosa nueva. Me lo pasaba muy bien, porque mi vocación infantil era conocer extraterrestres y, de repente, allí los encontré, eran los mbuti”.
Aunque una parte importante de la obra la ocupan las experiencias de los citados personajes, la jugosa parte final se centra en su propia experiencia allí, consciente, ha dicho, de que sus “aventurillas” no eran comparables con las de esos “colosos”, pero este cierre del libro le ha permitido hablar de su experiencia interior en un continente que no ha dudado en proclamar como el “inventor del surrealismo mágico”. A la vez, ha confesado que si se ha resistido un cuarto de siglo a sentarse ante el ordenador para pergeñar este libro es porque “sabía que sería un fracaso. Es un libro muy diferente a cualquier otro que habrá en las librerías, porque intentamos explicar con palabras una experiencia que va más allá de las palabras. Ni el sentido de la amistad, ni las medidas, nada es como nuestro mundo”.
Sin rehuir que los prejuicios marcan muchas situaciones, ha considerado que por mucho que reescriba las páginas lo que plasme será “siempre un reflejo muy pálido de la vivencia”. En su trabajo de campo pudo ver que esas sociedades no tienen que ver con las occidentales, donde “todos estamos acostumbrados a hacer cosas constantemente. Allí no. Ves que es un invento del capitalismo, porque la gente no hace nada”.
Tras conocer las relaciones entre hombres y mujeres, concluyó que “todo son construcciones culturales, que lo que diferencia un hombre de una mujer es que ésta da a luz”, porque allí los padres están más tiempo con los pequeños que las madres, encargadas de construir las viviendas. Por sus experiencias sobre el terreno, Sánchez Piñol sostiene, por otra parte, que los occidentales no conocen lo que es la libertad en comparación a esos pueblos. Lo que más lamenta el autor, que no esconde que las páginas de su éxito internacional, La piel fría, están impregnadas de sus vivencias africanas, es que actualmente haya en Congo una “guerra absolutamente cruenta” y sea imposible viajar hasta el país.
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