Triun Arts: «Basta con que un medio publique algo, por muy absurdo que sea, para que el resto se haga eco»
Chico descuartiza a chico. La víctima, un cirujano colombiano. El criminal, un joven con buena percha metido a chef que además es hijo de un famoso actor español. La vida en directo, la historia de siempre; todos saben de todo. Al chaval le sacan esposado en prime time, con la rubia melena ondeando a cada paso de reo que da. Hasta las esposas parece que le quedan bien. La entrada Triun Arts: «Basta con que un medio publique algo, por muy absurdo que sea, para que el resto se haga eco» aparece primero en Zenda.

Chico descuartiza a chico. La víctima, un cirujano colombiano. El criminal, un joven con buena percha metido a chef que además es hijo de un famoso actor español. La vida en directo, la historia de siempre; todos saben de todo. Al chaval le sacan esposado en prime time, con la rubia melena ondeando a cada paso de reo que da. Hasta las esposas parece que le quedan bien. Le escoltan policías y cámaras de televisión en las escenas del crimen: el cuarto de baño de un bungalow en una playa exótica de Tailandia, la ferretería donde ha comprado las herramientas para descuartizar el cuerpo, el vertedero donde aparecieron los primeros restos del cadáver, restaurantes, alquiler de motocicletas y kayaks… La isla en la que se ha perpetrado el crimen es un sueño de George Orwell; las cámaras han registrado (casi) todos los movimientos de los dos protagonistas de la historia.
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—¿Qué diferencia hay entre matar y asesinar?
—Tú puedes matar de forma involuntaria o de forma imprudente. Por ejemplo, durante una pelea le das un mal golpe a alguien y lo matas, pero no ibas con la intención de matarlo. ¿Al final es consecuencia de la pelea? Pues sí, pero no ibas con esa intención. Pero en el asesinato vas con la intención de acabar con la vida de la otra persona. Siguiendo con el ejemplo de la pelea, si sigues agrediendo a esa persona, vas a terminar matándola.
—Entonces, entre matar y asesinar, ¿la diferencia la marca la ley imperante en ese país?
—Al final eres tú el que tiene que demostrar que la persona que ha cometido el crimen o el homicidio lo ha hecho queriendo. En España, por ejemplo, la premeditación no es un agravante, no existe; tú puedes premeditar un crimen y luego arrepentirte. Daniel Sancho premedita el crimen de Edwin Arrieta, lo lleva al bungalow y realmente se desarrolla como él cuenta: se pelea con él, se cae y se parte la cabeza con el lavabo. Si no puede la parte contraria demostrar que eso no ha sido así, sería un homicidio involuntario, porque aunque lo haya premeditado, la muerte no ha sido consecuencia de la premeditación, porque no lo ha matado con los cuchillos. Por eso en España la premeditación no existe. Si Edwin ha entrado en el bungalow y Daniel lo ha emboscado, no se lo esperaba, no tenía escapatoria, y lo supera en fuerza o lo ha drogado o lo ha reducido y luego lo ha matado, eso sí agravaría el homicidio aquí en España. Pero no la premeditación, porque puedes tú premeditar algo y luego, llegado el momento, arrepentirte o que las cosas no van como tú lo habías premeditado.
—Koh Phangan está minada de cámaras y Daniel deja en depósito su pasaporte para alquilar la motocicleta. Si lo ha premeditado, ¿por qué deja este rastro?
—Es que no tenía otra. Si no tiene motocicleta, no puede cometer el crimen. Yo hago un chascarrillo en mi canal: «No moto, no mata». O sea, si no tengo moto, no lo puedo matar. Él estaba muy seguro de que iba a tener éxito, de que no lo iban a pillar, y entonces él no premedita qué excusa va a poner después. Estaba muy seguro de sí mismo. Y otra cosa que es de primero de criminología es no cometer un crimen premeditado en entorno desconocido, porque Daniel Sancho no conocía la isla. Si hablas con gente de Tailandia, te dicen que los extranjeros tienen la falsa creencia de que allí está todo casi permitido, como que es muy difícil que cojan a un extranjero si matan a alguien o que es un sitio donde los extranjeros cada dos por tres están matando gente. Daniel Sancho ya conocía Tailandia. Había estado anteriormente en el 2018 (dos veces). Yo creo que, bajo su punto de vista, se fue a una isla de las más remotas pensando que, además, con la Fiesta de la Luna Llena (Full Moon Party) aquello sería un caos y que dentro de ese caos lo que él hiciese iba a pasar más o menos desapercibido.
—Cuenta que el fallo más grande que Daniel comete es tirar a Edwin a la basura, incluso arrojarlo en bolsas de plástico al mar. De hecho, explica que cuando hace el primer viaje en el kayak no ve que la bolsa que ha lanzado no se ha hundido. Después intenta enmendar el error tirando más partes del cuerpo sin la bolsa.
—Aquella bolsa que flota la encuentran porque —creo que es el 6 de agosto— aparece en las rocas. Igual esa bolsa hubiese pasado desapercibida durante dos semanas allí. Entonces, ¿qué es lo que hace que salten todas las alarmas? Pues que Daniel Sancho tiró a Edwin a la basura. Si Daniel Sancho no tira a Edwin a la basura, yo creo que incluso podría haber llegado a salir de la isla. Fíjate lo que te digo.
—¿Incluso si no hubiera ido a la comisaría a denunciar la desaparición de Edwin?
—Incluso yendo a la comisaría. Daniel Sancho va a la comisaría de Koh Phangan a decir: «Oye, mira, que un compañero mío vino ayer conmigo de viaje y está de fiesta, pero no ha vuelto a la habitación».
—Hay un periodo de tiempo en el que se desconoce qué ha hecho Daniel Sancho. Me refiero a cuando aterriza en Bangkok el primer día. ¿Qué ha sucedido?
—Ese es el día que pasa él en la capital. En un principio se había pensado que Daniel llegó a Bangkok, al aeropuerto de Suvarnabhumi, y directamente cogió un vuelo para Surat Thani. Pero no; se pega toda la tarde en Bangkok y al día siguiente por la mañana coge el vuelo. Si se hubiese registrado en un hotel, como hizo Edwin, aparecería en sus fichas de inmigración, pero ha podido ir a lo que se llaman «casas de masajes», sitios muy habituales allí. Él probablemente pasó la tarde-noche en Bangkok, en ese ambiente, y al día siguiente se fue.
—Daniel tenía una doble vida. Se supone que iba a casarse con su novia, Laura, que se encontraba en Vietnam e iba a ir a Tailandia, pero cuando se entera del crimen directamente vuela a España.
—Eso no es así. Él no se iba a casar con nadie. Estuvo saliendo con Laura durante cuatro años…
—Pero es una información que ha circulado en medios…
—Sí, es algo que se dice, pero es falso; Daniel Sancho no se iba a casar con Laura. Ahí todavía no había visos de boda ni nada. Intentaban medio retomar la relación, y entonces él, aprovechando un viaje que ella ya había hecho con su familia por Vietnam, le dice que peguen el salto a la isla de Koh Tao. Digamos que iba a ser como una especie de presentación de nuevo en sociedad, como diciendo: «Mira, hemos vuelto, estamos otra vez de novios. Vamos a empezar de nuevo a retomar la relación». Hablar de boda es ir demasiado lejos, porque esa relación no estaba suficientemente consolidada. Ellos estaban retomando el contacto, pero no había planes de boda. De hecho, su relación anterior terminó por infidelidades, pero no infidelidades con chicas, sino con chicos.
—Entonces, ¿por qué se insiste en que Daniel se iba a casar?
—Se han dicho tantas cosas que no son ciertas… Basta con que un medio publique algo, por muy absurdo que sea, para que el resto se haga eco. No se paran a comprobar o a corroborar nada, me he dado cuenta con este caso. Yo he tenido siempre mi canal de YouTube muchos casos de crímenes y sucesos, pero no sabía realmente cómo funcionaba la prensa hasta que me metí de lleno en el caso de Daniel Sancho. Lo que me ha sorprendido es lo poco que se corroboran o se comprueban ciertas noticias. Se dice, por ejemplo, que apareció un tórax, y nadie se va a los documentos oficiales del levantamiento del cadáver para ver si realmente apareció ese tórax, pero como lo ha dicho un medio, todos los demás lo publican sin verificarlo.
—¿Ha cambiado tu percepción sobre Daniel Sancho?
—Yo creo que cuando me puse con el libro ya tenía bastante claro el caso. Quiero decir, no lo escribí sobre la marcha. Antes de escribirlo, recopilé información durante meses. Algunas cosas siempre me llamaron la atención, como la actitud de Daniel Sancho cuando está reconstruyendo el crimen o cuando enseña a la policía dónde esparció los restos de Edwin. Si te fijas, y lo extrapolamos a España, cualquier otro criminal normalmente agacha la cabeza, muestra remordimiento, pero Daniel Sancho va con una actitud prepotente, señalando todo como si fuera el director de orquesta. Eso indica ciertos rasgos de una personalidad tal vez narcisista. Luego hablas con personas de su entorno y te confirman que tenía actitudes arrogantes, que trataba mal a la gente.
—Describe en su libro que después de deshacerse de parte del cadáver de Edwin con el kayak, Daniel se sienta frente al mar fumando un cigarro. ¿No debería estar nervioso por lo ocurrido?
—Exactamente, y parece tranquilo. Los psicólogos dicen que esto refleja una falta de empatía impresionante. Estamos hablando de alguien que acaba de descuartizar un cuerpo y es capaz de relajarse fumando un cigarro. Además, subió fotos a Instagram durante esos días, entre ellas un cartel que decía: «Un coco al día te mantiene alejado del doctor». Eso da una idea de su actitud.
—Rodolfo Sancho cuenta en el documental de HBO Max que su hijo tenía una edad todavía influenciable (entre los 29 y 30 años). ¿Hasta qué punto una persona de esa edad se deja influenciar?
—Yo con 29 años tenía dos niños y una casa. Ahora tengo 45. Es que no sé a qué edad madura la gente hoy en día ni a qué edad deja de ser uno influenciable. Conozco gente de 60 años que los llevas por donde quieres. La responsabilidad no depende solo de la edad, sino de la madurez mental de la persona.
—«No vais a arrancar lágrimas de mí», le dijo Rodolfo Sancho a la prensa. ¿Estaba actuando?
—Sí, claro. Rodolfo tiene que mantener una imagen pública. Pero no creo que esté actuando en el sentido de que no le afecte. Ahora, el orgullo y la postura de superioridad es algo que se nota en él.
—¿Le parece que Rodolfo Sancho no quiere admitir ciertos aspectos de la vida de su hijo, como su relación con Edwin Arrieta?
—No creo que Rodolfo tenga problema en admitir que su hijo tenía una relación homosexual. Lo que sí le debe de causar reparo es el hecho de que esa relación parecía estar basada en el dinero más que en el amor. Es decir, si eres un padre con un cierto estatus social, enterarte de que tu hijo estaba con alguien mayor por dinero en lugar de pedirte ayuda, pues sí puede ser un golpe duro. Pero el hecho de que fuera una relación homosexual, sinceramente, no creo que sea el problema.
—¿Es creíble la idea de que Edwin quería invertir en el canal de YouTube de Daniel?
—No tiene ningún sentido. Mira, yo llevo en YouTube cuatro años. Un canal con 300 suscriptores y que tenía cien o doscientas visitas no es una inversión lógica para un empresario de éxito como Edwin Arrieta. Si tú vas a invertir en un negocio, lo normal es que hagas un estudio de mercado antes. ¿Qué retorno voy a tener si tú no ganas ni para ti mismo? Edwin era un hombre de negocios, no iba a invertir sin ver beneficios claros.
—Daniel va al supermercado y compra una sierra, entre otras cosas para —supuestamente— grabar un vídeo de cocina. Pero no compra los ingredientes, salvo algunas piezas de fruta.
—Exacto. Compras una sierra para cortar cocos, pero no llevas cámaras, ni micrófonos, ni alimentos. Es una excusa absurda. Además, en ninguno de sus vídeos anteriores grabó en una cocina real, siempre lo hacía en una terraza, en exteriores.
—¿Quién es Nilson?
—Nilson es el «monstruo» que ellos mismos crearon. Lo gracioso de esto es que crearon a Nilson para que defendiera la versión de Daniel, pero luego se les volvió en contra. Por lo que sé, Nilson ha buscado un abogado en España (el mismo de Elisa Mouliaá) y, según me dicen, en febrero se esperan noticias. Posiblemente alguna denuncia contra Rodolfo Sancho o su entorno, por temas presuntamente de extorsión y coacción.
—Rodolfo Sancho también ha insinuado que si Daniel fuera una mujer, la historia sería diferente.
—Sí, y eso no tiene ningún sentido. En España hemos tenido casos similares, como el de Juana Canal, donde un hombre mató a su pareja, la descuartizó y la tiró a la basura. Nadie puso en duda su culpabilidad. Lo que pasa es que aquí entra en juego el «efecto halo». Daniel es guapo, es español, de buena familia… Y Edwin era colombiano, mayor que él y menos atractivo según los estereotipos. En España nos escandalizamos porque un hombre de 44 años estaba con un joven de 29, pero no nos escandalizamos cuando vemos a hombres de 60 con chicas de 20. Aquí el problema no es la diferencia de edad, sino que eran homosexuales y que Edwin era colombiano. Se ha hecho un estudio que demuestra que los asesinos atractivos suelen recibir un trato más favorable por parte de la sociedad, y eso es lo que ha pasado con Daniel Sancho. También está el tema de la hibristofilia, que es esa atracción que algunas personas sienten por los criminales. Lo que no es normal es que esta hibristofilia llegue a los platós de televisión. Eso ya es algo que nunca había visto antes.
—¿El morbo vende?
—Totalmente. Este caso saltó de la crónica negra a la prensa rosa por quién era el padre de Daniel Sancho y su familia. El morbo ha vendido muchísimo más por el trasfondo mediático. Hemos visto casos mucho más atroces en España que han pasado casi desapercibidos porque no involucraban a alguien famoso. Esto se puede comparar con el caso de los marqueses de Urquijo en los años 80. Es un crimen mediático de la alta sociedad, pero adaptado a los tiempos modernos y con el impacto de las redes sociales.
—Respecto al documental de HBO, ¿le parece ético?
—La ética y la moral dependen de cada uno. Pero si me preguntas a mí, no me parece ético que el padre de un asesino se beneficie económicamente del crimen que cometió su hijo. Porque indirectamente, ese dinero ha servido para pagar una mejor defensa, mejor alimentación en la cárcel y ciertos privilegios para Daniel Sancho. Al final, ¿quién se ha beneficiado del documental? El asesino. ¿Y la víctima? La víctima no se ha beneficiado en nada.
—¿Y es ético escribir libros sobre este caso?
—Es una pregunta complicada. Yo creo que es ético si se hace desde un punto de vista informativo, respetando a las víctimas y ofreciendo información objetiva y documentada. Al final, todo el mundo se lucra de una forma u otra. Los médicos forenses viven de hacer autopsias, las funerarias ganan dinero con la muerte… La clave está en cómo se hace. Si el objetivo es aportar información veraz, sí lo veo ético. Si es simplemente para lucrarse vendiendo morbo y sensacionalismo, entonces no.
—Entonces, ¿qué diferencia su libro de los demás?
—Mi libro tiene una diferencia clara: contiene toda la documentación oficial del juicio traducida. Cuando en un juicio se pregunta a un testigo, se le dice que debe decir «toda la verdad y nada más que la verdad», y de ahí viene el título de mi libro. Es el primero que lleva las actas traducidas, toda la información oficial. Los libros que vengan después, si siguen el caso cronológicamente con declaraciones y pruebas, tendrán que basarse en el mío, porque no hay otro con esta documentación. Además, las actas del juicio están firmadas por todas las partes: Daniel Sancho, su abogado, la acusación… Así que no pueden ser manipuladas. Quien lea mi libro puede sacar sus propias conclusiones basándose en los documentos oficiales. Aunque incluyo mis opiniones e hipótesis, el lector puede prescindir de ellas y quedarse solo con los documentos, que hablan por sí solos.
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