'The Studio' sube el listón en la batalla de los planos secuencia de televisión. ¿Su truco? Viene con chistes metanarrativos
Es difícil estar al día con todas las series que "hay que ver", y aún así, 'The Studio' es una de esas series que hay que ver, sobre todo si eres cinéfilo. La nueva comedia Seth Rogen y Evan Goldberg es lo mejor que han hecho hasta el momento. Un deliciosamente satírico retrato de Hollywood que no quiere dejar títere con cabeza, y en el que se permiten reírse del propio formato cinematográfico, como la obsesión de los directores con los planos secuencias. Por aquello de predicar con el ejemplo, la propia serie está hecha a través de largos planos secuencias engarzados entre sí. Esto puede pasar de primeras desapercibido para el espectador menos experto. Es un formato que encaja de forma totalmente natural con el espíritu frenético de la serie y de su argumento, que trata las peripecias de Matt Remick (Seth Rogen) como cabeza de un nuevo estudio cinematográfico, y cómo tiene que constantemente poner en balance sus filias artísticas con las necesidad comercial de un gran negocio. El segundo episodio va precisamente de un plano secuencia fallido. Matt acude al set de la nueva película de Sarah Polley, de quién es muy fan, y es ese fanatismo el que acaba siendo la perdición del rodaje. Queriendo ser un productor guay y no uno de tantos ejecutivos sin alma, las sugerencias de Matt o su mera torpe presencia pone todo patas arriba. Es aquí donde el humor muestra su faceta más Seth Rogen. La serie no tiene ningún interés en hacer que sus cameos queden bien, poniendo a Greta Lee como una estrella superficial a hacer chistes sobre el poco dinero que cobró haciendo 'Past Lives' con A24. Pero el humor tontorrón de Rogen no es la única capa cómica presente aquí. A lo largo del episodio es difícil desconectar el cerebro de la idea de que todo lo estamos viendo en una única toma. Al contrario que el primer episodio, al que no le importa revelar los cortes entre sus largas tomas, aquí se utilizan trucos visuales para hacernos creer que todo el capítulo es en sí un plano secuencia. En un brillante momento que representa el espíritu metanarrativo del capítulo, tras arruinar la toma Matt propone que hagan un paneo para "falsearlo", Sarah Polley afirma que no hay paneos ni trucos que valgan, y acto seguido, la propia serie hace un paneo. En Xataka El coche español saldrá indemne de los aranceles de EEUU por un motivo muy sencillo: fabricamos modelos baratos Los chistes no quitan que esta vacilada sea una hazaña celebrable. Todas las dificultades del rodaje ficticio son cosas por las que también tuvo que pasar el rodaje real, incluyendo tener que romper parte del atrezo. En entrevistas el cinematógrafo Adam Newport-Berra ha comentado que el conjunto llevó "docenas de tomas", pifias de todos los tamaños y colores y semanas de preparación. La localización complicó mucho las cosas porque era todo cristal, así como la propia luz, ya que toda la secuencia ocurría en la hora dorada. El broche final fue tan magistral como complejo, ya que mientras los personajes en la ficción se lamentaban de no haber podido hacer la toma por perder la luz, el propio equipo de la serie tuvo que clavar el cierre del episodio mientras se les hacía de noche. En Espinof | El personaje de Bryan Cranston en 'The Studio' tiene un nombre que nos es familiar, pero Seth Rogen se inspiró en estos CEOs de Hollywood En Espinof | Las 10 mejores series de 2025 (por ahora) - La noticia 'The Studio' sube el listón en la batalla de los planos secuencia de televisión. ¿Su truco? Viene con chistes metanarrativos fue publicada originalmente en Espinof por Miguel Solo .

Es difícil estar al día con todas las series que "hay que ver", y aún así, 'The Studio' es una de esas series que hay que ver, sobre todo si eres cinéfilo. La nueva comedia Seth Rogen y Evan Goldberg es lo mejor que han hecho hasta el momento. Un deliciosamente satírico retrato de Hollywood que no quiere dejar títere con cabeza, y en el que se permiten reírse del propio formato cinematográfico, como la obsesión de los directores con los planos secuencias.
Por aquello de predicar con el ejemplo, la propia serie está hecha a través de largos planos secuencias engarzados entre sí. Esto puede pasar de primeras desapercibido para el espectador menos experto. Es un formato que encaja de forma totalmente natural con el espíritu frenético de la serie y de su argumento, que trata las peripecias de Matt Remick (Seth Rogen) como cabeza de un nuevo estudio cinematográfico, y cómo tiene que constantemente poner en balance sus filias artísticas con las necesidad comercial de un gran negocio.

El segundo episodio va precisamente de un plano secuencia fallido. Matt acude al set de la nueva película de Sarah Polley, de quién es muy fan, y es ese fanatismo el que acaba siendo la perdición del rodaje. Queriendo ser un productor guay y no uno de tantos ejecutivos sin alma, las sugerencias de Matt o su mera torpe presencia pone todo patas arriba. Es aquí donde el humor muestra su faceta más Seth Rogen. La serie no tiene ningún interés en hacer que sus cameos queden bien, poniendo a Greta Lee como una estrella superficial a hacer chistes sobre el poco dinero que cobró haciendo 'Past Lives' con A24.
Pero el humor tontorrón de Rogen no es la única capa cómica presente aquí. A lo largo del episodio es difícil desconectar el cerebro de la idea de que todo lo estamos viendo en una única toma. Al contrario que el primer episodio, al que no le importa revelar los cortes entre sus largas tomas, aquí se utilizan trucos visuales para hacernos creer que todo el capítulo es en sí un plano secuencia. En un brillante momento que representa el espíritu metanarrativo del capítulo, tras arruinar la toma Matt propone que hagan un paneo para "falsearlo", Sarah Polley afirma que no hay paneos ni trucos que valgan, y acto seguido, la propia serie hace un paneo.
Los chistes no quitan que esta vacilada sea una hazaña celebrable. Todas las dificultades del rodaje ficticio son cosas por las que también tuvo que pasar el rodaje real, incluyendo tener que romper parte del atrezo. En entrevistas el cinematógrafo Adam Newport-Berra ha comentado que el conjunto llevó "docenas de tomas", pifias de todos los tamaños y colores y semanas de preparación. La localización complicó mucho las cosas porque era todo cristal, así como la propia luz, ya que toda la secuencia ocurría en la hora dorada. El broche final fue tan magistral como complejo, ya que mientras los personajes en la ficción se lamentaban de no haber podido hacer la toma por perder la luz, el propio equipo de la serie tuvo que clavar el cierre del episodio mientras se les hacía de noche.
En Espinof | Las 10 mejores series de 2025 (por ahora)
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'The Studio' sube el listón en la batalla de los planos secuencia de televisión. ¿Su truco? Viene con chistes metanarrativos
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Miguel Solo
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