Adolf Hitler se jactó de que la isla de Guernsey, ocupada por los alemanes en 1940, era el lugar más fortificado del planeta. No era una exageración porque el Reich obligó a miles de prisioneros de guerra a construir decenas de búnkeres en este enclave cercano a Normandía, situado en el Canal de la Mancha. Fue a mediados de 1941 cuando el Führer encargó a Fritz Todt, ministro de Armamento, la construcción de un muro defensivo en el Atlántico, cuya primera línea estaría en las Islas del Canal. Guernsey, de 65 kilómetros cuadrados de extensión, estaba bajo soberanía británica, pero cayó en manos de la Wehrmacht sin resistencia. El Gobierno de Su Majestad consideró que era indefendible y no disparó...
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