Franco Leoz convierte la identidad porteña en un universo pop

“No podés ser más palermitano, Franco”, le dijo el conductor Darío Barassi tras escuchar sus canciones. La frase, que podría haber quedado como una anécdota simpática, terminó bautizando el proyecto con el nombre que lo define. Franco Leoz salió del estudio de radio con una certeza: esa identidad, mitad personaje y mitad espejo, encerraba el universo [...] Ver más noticias en Indie Hoy.

Apr 23, 2025 - 18:44
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Franco Leoz convierte la identidad porteña en un universo pop
Franco Leoz.

No podés ser más palermitano, Franco”, le dijo el conductor Darío Barassi tras escuchar sus canciones. La frase, que podría haber quedado como una anécdota simpática, terminó bautizando el proyecto con el nombre que lo define. Franco Leoz salió del estudio de radio con una certeza: esa identidad, mitad personaje y mitad espejo, encerraba el universo que venía construyendo sin saberlo. Palermitano dejó de ser solo una dirección estética y se transformó en una figura que atraviesa cada rincón del álbum debut del músico porteño.

Para Franco, Palermitano es una celebración del amor correspondido, una bitácora emocional que acompaña el recorrido desde el primer fulgor del deseo hasta la calma de una relación sólida. “Quería que fuera lo más real posible”, dice en conversación con Indie Hoy, y esa decisión marcó el tono y el ritmo de todo el proceso creativo. Le llevó dos años escribirlo, atravesando distintas vivencias que le permitieron construir un álbum debut en el que cada canción refleja una etapa sentimental y hasta una estación del año.

El proyecto fue creciendo de manera orgánica, en paralelo a su propia búsqueda personal. “Me propuse que cada paso fuera tal cual me pasó”, cuenta. En esa búsqueda se cruzó con Lucas Morón —conocido por su trabajo en Un Verano— y Nicolás Ciuper, quienes lo recibieron en su estudio y rápidamente conectaron con su propuesta. “Les copó lo que estaba haciendo y sintieron que podían llevarlo más al pop, potenciarlo”, recuerda. Al principio no había un plan concreto de álbum, pero la energía era tal que en poco tiempo el concepto se fue armando solo. “Yo era una máquina de crear”, dice entre risas, y esa intensidad terminó de darle forma a Palermitano.

El título del álbum no fue una decisión planeada desde el inicio, sino una revelación que llegó cuando el disco ya estaba prácticamente terminado. En plena búsqueda de formas de hacerse escuchar, Franco recorría programas de radio y canales de streaming llevando su música a cuestas, hasta que la célebre frase pronunciada por Barassi terminó de darle sentido a todo el concepto. Fue entonces cuando entendió que esa identidad no solo le ponía nombre al proyecto, sino que condensaba el personaje que venía habitando sin nombrarlo. “Fui corriendo al estudio y le conté al productor. Me dijo: esto me lo tengo que apropiar ya”.

A partir de ahí, Palermitano dejó de ser solo una dirección estética y se transformó en un personaje. “Lo metimos en un tema donde digo ‘tomemos un café en esa esquina’ y lo transformamos en ‘tomemos un flat white’, bien personaje, bien Palermo”, cuenta Franco. La voz de Barassi incluso aparece intercalada en esa canción, como una especie de guiño al origen del nombre. Esa construcción del arquetipo palermitano —irónica, sensible, algo melancólica— atraviesa todo el disco.

“En cada canción le meto algo del personaje”, dice Franco, aunque aclara que también hay espacio para momentos más profundos en el disco. Uno de ellos es Algún día”, el tema más emocional de Palermitano. “Es el punto de inflexión. Ahí me cansé de las noches fugaces, de los vínculos sin profundidad. Quise algo real”. Esa decisión lo llevó a mirar a su alrededor y darse cuenta de que, quizás, la conexión que buscaba siempre estuvo cerca. “Me di cuenta que mi mejor amiga era la indicada”, confiesa.

Franco Leoz.
Franco Leoz. Foto: Rosario Pinard.

La portada de Palermitano no es un detalle menor. Detrás de esa identidad visual está Jerónimo Bosia, primo de Franco, un artista todoterreno: actor, escritor, pintor. “Se me vino esta imagen de que la tapa del disco fuera como una acuarela, un cuadro”, cuenta. Se lo propuso a Jerónimo y la dinámica fue tan espontánea como mágica: “Le puse el disco en loop, me senté y lo dejé trabajar. Yo pensé que iba a dibujar una taza, algo tranqui… pero no, de repente veo fuego de fondo, sol, luna. Quedé loco”.

En cuanto a las influencias que nutrieron el álbum, Franco se toma un segundo para pensar: “Fueron dos años de mucho cambio. Uno va mutando con lo que escucha”. En esa búsqueda encontró referencias que lo marcaron: Julian Casablancas y la evolución de su sonido con The Strokes, The Voidz y más. Mac DeMarco también lo inspiró con su melancolía suelta y despreocupada. Y claro, Gustavo Cerati, siempre presente, como un faro. “Yo buscaba ese sonido nostalgia pop, algo con perfume a Virus, algo cómodo, donde me sintiera yo”.

En el vivo, Franco propone una versión elevada del álbum: “Las canciones van a tener más arreglos, más detalles. Todo lo que ya existe lo quiero llevar a otro nivel”. Se define como un showman. Y no es exageración: “Me pasa algo arriba del escenario, me transformo. Salgo con un tapado como si hubiera mil personas, aunque haya veinte. Esa energía se contagia”.

Esa confianza escénica no es casual: Franco viene de años de formación en teatro. “Muchísimos años —asegura—. Eso me dio exposición, seguridad, me ayudó a sacar la voz, el cuerpo. Hoy sigo entrenando: canto, entrenamiento corporal, bioenergética”. Esta última práctica la describe como “una especie de yoga con movimiento”, que le permite bajar del plano mental al físico, llevar la energía al cuerpo antes de salir a escena. “En el camarín, antes del show, estoy con eso. Me preparo para salir y hacerla explotar. Hice muchas obras de teatro. Todo eso me fue preparando para este momento”.

Palermitano también tuvo su versión audiovisual, una especie de cortometraje que acompaña al disco como una extensión natural. “Quería hacer algo conceptual, algo que el álbum se mereciera, y no caer en lo típico de cantar a cámara”, explica Franco. Entonces fue directo al grano: contactó a una productora de cine independiente, sin saber si siquiera hacían videoclips. Lo importante era la idea.

“Son un grupo de chicas súper piolas que entendieron perfecto el universo que quería construir y lo llevaron a otro nivel”, dice. El resultado: un corto compuesto por planos secuencia, donde se narra la vida de un barista palermitano cuya rutina se ve alterada por la llegada de una clienta misteriosa. Cada canción del disco acompaña una escena, una intención, un gesto. “Tiene un poco de humor, también. Pero sobre todo es otra temporalidad, algo que te obliga a sentarte y mirar”.

La inspiración vino, en parte, de películas que vio en Mubi. “Me instalé la plataforma y me volví loco con algunas cosas, como Perfect Days de Wim Wenders —cuenta—. Ese concepto de que no hay tanta trama aparente, pero si te quedás, pasa un montón”.

Así se gestó este pequeño universo paralelo que rodea a Palermitano, como una obra en sí misma, que va creciendo con el tiempo. “Siento que se va a poner mejor con los años”, dice Franco. Y mientras tanto, ya está craneando lo próximo. “En los shows ya estoy metiendo dos temas nuevos, del próximo disco. Re manija. Y con los mismos productores, así que se viene bueno”.

Franco Leoz se presenta el sábado 26 de abril a las 21 h en Humboldt (Humboldt 1358, CABA) junto a Cisco the Kid y Las Fiebres Polares, entradas disponibles a través de Passline.

Escuchá Palermitano en plataformas (Spotify, Tidal, Apple Music).

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