La galería de los recuerdos inventados
Cugat se situaba entre lo cañí y lo kitsch. Lo digo por el bisoñé que llevaba puesto y con el que incluso jugaba a que se le caía durante la actuación, entre el mambo y la rumba con decorados fucsia y pistacho. Lo que yo no sabía en aquellos primeros noventa es que Cugat venía... Leer más La entrada La galería de los recuerdos inventados aparece primero en Zenda.

Tal vez fuese Cugat uno de los personajes públicos más exagerados que recuerde de mi infancia. Cugat, Xavier Cugat (1900-1990), para aquellos que no lo conozcan por ser demasiado jóvenes. Para mí, era un hombre pegado a una batuta. Lo recuerdo de espaldas, bailando, mirando de soslayo a la cámara en esos programas de entretenimiento inacabables de los incipientes canales privados en España, aquellos en donde alguien como Cugat encajaba perfectamente, entre el exceso, la ironía y el humor.
Lo que yo no sabía en aquellos primeros noventa es que Cugat venía de vuelta ya de casi todo: de los excesos, del lujo, de las luchas, de la vida interminable en hoteles, de varios matrimonios fracasados, de lucirse por toda la geografía estadounidense tocando sin cesar. Fue el hombre que desde el principio de su carrera tuvo muy claro que quería ser famoso a toda costa, y lo consiguió, sin importarle mezclarse con gente de todo pelaje: directores de cine, productores, las mujeres más bellas de Hollywood, músicos, boxeadores, amantes despechados, incluso gangsters que lo contrataban para amenizar su lavado de dinero en Las Vegas.
Todo es un exceso: los matrimonios congestionados, su amor hacia los perros y, en especial, a los chihuahuas, que iba regalando a conocidos y amigos, y que, incluso, metía en los bolsillos de la chaqueta en sus actuaciones. Todo era espectáculo para él, sin apenas diferenciar entre vida pública y privada, el hombre que vivía en un escaparate.
La novela es una indagación pormenorizada en la vida de Xavier Cugat, trabajador incansable, con talento para la música y la pintura (como su propio hermano, Francis Cugat, que diseñó la portada de la novela de Scott Fitgerald El gran Gatsby), con idas y venidas continuas por todo el mundo, dirigiendo su orquesta o perfeccionando el violín. Las caricaturas que realizaba mientras tocaba la banda, en un momento en que, el espectáculo en televisión, se estaba empezando a convertir en lo que es hoy en día.
Pormenorizada biografía que Puntí ha realizado con esmero, contada desde el punto de vista, dentro de la novela, de un periodista al que conoce en el viaje iniciático desde Cuba a Estados Unidos, con un jovencísimo Cugat sentado en la mesa de las grandes fortunas americanas.
“En un lugar destacado de su Galería de Recuerdos Inventados, Cugat atesoraba el origen, por no decir la autoría, de una de las canciones más famosas de Cole Porter. […] Cugat sugirió que probara a tocarla con el ritmo sinuoso del beguine, una música originaria del Caribe que sonaba a una rumba lenta. Así nació “Begin the Beguine”.”
Todo valía para agrandar su fama, todo era una cámara de eco en la que él era el mejor producto.
Cugat se hizo a sí mismo compartiendo películas y escena con Fred Astaire y Rita Hayworth, con músicos de jazz que estaban cambiando la escena musical del siglo XX como Benny Goodman, Count Basie, Lionel Hampton, cuando surgía el swing en el Cotton Club de Harlem. O Duke Ellington, Dina Shore o Miguelito Valdés, músicos negros que aún estaban vetados en gran parte de los locales estadounidenses, y con los que Cugat no tuvo reparo alguno de tocar o compartir escena.
La época dorada que no volverá a repetirse, y en el centro de todo ese cogollo musical, Cugat como maestro de ceremonias. Cugat en los grandes hoteles de Las Vegas, o en Los Ángeles, o La Habana.
“Me fascinaba ese mundo de músicos con camisas de seda y volantes en las mangas, esmóquines y lentejuelas, voces seductoras y melodías pegadizas que alimentaban la felicidad ajena, mientras escondían una guerra de vanidades y envidias.”
No se pierdan la oportunidad de leer este libro y disfrutar esta historia musical del crepúsculo de los dioses, de la fama efímera y de la estética de la burbuja de champán. Alguien que ha visto pasar a tantas estrellas nos ha invitado a su fiesta final, traed el confeti.
—————————————
Autor: Jordi Puntí. Título: Confeti. Traducción: Rita da Costa. Editorial: Anagrama. Venta: Todos tus libros.
La entrada La galería de los recuerdos inventados aparece primero en Zenda.