«Si no nos casamos, me hago cura»: La mujer que fue el gran amor de juventud del Papa Francisco

El fin de una era en el Vaticano. El papa Francisco, Jorge Mario Bergoglio, falleció a los 88 años en Roma, cerrando un capítulo trascendental en la historia de la Iglesia Católica. Su partida se produjo después de un largo período de salud delicada, que había obligado a la Santa Sede a restringir parcialmente su ... Leer más

Apr 23, 2025 - 11:51
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«Si no nos casamos, me hago cura»: La mujer que fue el gran amor de juventud del Papa Francisco

El fin de una era en el Vaticano.

El papa Francisco, Jorge Mario Bergoglio, falleció a los 88 años en Roma, cerrando un capítulo trascendental en la historia de la Iglesia Católica. Su partida se produjo después de un largo período de salud delicada, que había obligado a la Santa Sede a restringir parcialmente su agenda. En los últimos días de su vida, Bergoglio mostró una creciente dificultad para realizar tareas cotidianas, como leer discursos o oficiar misas, lo que le impidió desempeñar con normalidad su rol como líder espiritual del mundo católico.

Desde su elección como papa hace doce años, Francisco se destacó por su visión inclusiva y centrada en los más necesitados. «Los pobres serán mi prioridad», fue la declaración que marcó su llegada al papado, y durante su pontificado, esta promesa se reflejó en su labor. Bergoglio, de origen argentino, imprimió a la Iglesia un carácter más global y cercano a las realidades del mundo en desarrollo, lo que le valió tanto la admiración de muchos como las críticas de sectores conservadores que no compartían su enfoque progresista.

Un legado marcado por la cercanía.

El domingo 20 de abril, el papa Francisco realizó su última aparición pública desde el balcón del Vaticano, en la tradicional Bendición Urbi et Orbi de la Misa de Pascua. Su estado de salud ya había empeorado considerablemente, y se le vio en silla de ruedas, delegando la lectura de su mensaje debido a problemas respiratorios. A pesar de su fragilidad física, Bergoglio decidió estar presente en ese acto simbólico y, aún más, recorrió la Plaza de San Pedro en el papamóvil, donde saludó a los miles de fieles que se congregaron para escuchar su mensaje.

Este último gesto de cercanía fue una muestra más de su vocación pastoral, que se caracterizó por su humildad y su contacto constante con las multitudes. En los últimos años, el papa se convirtió en un símbolo de unidad y esperanza, tanto para los creyentes como para los que no compartían su fe, pero apreciaban su humanismo y compromiso con los temas sociales.

Recuerdos de un joven con sueños de amor.

Antes de convertirse en el líder espiritual de la Iglesia Católica, Jorge Bergoglio vivió una vida común como adolescente en el barrio porteño de Flores. Durante su juventud, estableció relaciones cercanas con varias personas, entre ellas Amalia Damonte, su novia de la infancia. Según lo recordó la mujer, cuando ambos tenían entre 12 y 13 años, Bergoglio le hizo una promesa que, en ese momento, parecía una simple declaración de amor juvenil. «Si no me caso con vos, me hago cura», le habría dicho el futuro papa, una frase que se hizo realidad más tarde.

Amalia Damonte recordó con cariño aquellos días en los que Bergoglio le enviaba cartas llenas de sueños. En una de ellas, le dibujó una casa blanca con techo rojo y le escribió: «Yo te voy a comprar una casita así blanca para que vivamos los dos». Sin embargo, la historia de amor se vio truncada por el rechazo de su padre, quien descubrió la carta y reaccionó con un castigo severo hacia su hija. A pesar de la distancia y los cambios en sus vidas, Amalia nunca perdió el contacto con Jorge, aunque sus encuentros fueron muy esporádicos después de que él se ordenara sacerdote.

Una infancia humilde que forjó su carácter.

Bergoglio nunca olvidó sus raíces y siempre recordó con cariño los momentos de su infancia, especialmente aquellos en los que compartía con sus amigos y seres queridos en el barrio. «Era grande, maduro, una maravilla de muchacho. Jugábamos en las aceras o en los parques de la zona, bailábamos. Era algo muy lindo», comentó Amalia sobre su amigo de la niñez. Ambos provenían de familias humildes y compartían un profundo amor por los pobres, algo que, según ella, los unía como «almas gemelas».

Esta conexión con los más desfavorecidos se mantuvo a lo largo de su vida y fue un pilar fundamental en su papado. Francisco siempre manifestó su deseo de acercar la Iglesia a los más necesitados y de luchar contra las injusticias sociales. Para él, la pobreza no era solo un asunto material, sino también un llamado a la solidaridad y al amor incondicional por el prójimo.

El adiós a un papa cercano y querido.

La muerte de Jorge Mario Bergoglio marca el fin de una era en la que la Iglesia Católica experimentó una apertura y un acercamiento a las realidades del mundo moderno. A lo largo de su papado, Francisco dejó un legado de humildad, compromiso con los más necesitados y una visión de una Iglesia más inclusiva y accesible. Aunque su vida estuvo marcada por los desafíos y las críticas, también fue testigo de un profundo amor por la humanidad y una dedicación incansable al servicio de los demás.

En su último adiós, el papa Francisco deja atrás una huella imborrable, no solo en los fieles católicos, sino en todos aquellos que, independientemente de su religión, vieron en él a un hombre comprometido con la paz, la justicia y el bienestar de los más vulnerables. Su figura seguirá siendo un referente para las generaciones futuras, un símbolo de esperanza y un ejemplo de vida dedicada a los demás.