Cristina Rivera Garza: “La amistad es lo único que tenemos frente a la máquina de odio en la que se ha convertido el mundo"
La escritora mexicana, pregonera este año en Sant Jordi, publica un libro de relatos que define como "una cara B" de la novela sobre el feminicidio de su hermana con la que consiguió un premio Pulitzer, y afirma que "trabajar con el lenguaje" en estos tiempos es "de una importancia política absoluta"La premio Pulitzer Cristina Rivera Garza da el pistoletazo de salida a Sant Jordi en Barcelona: “La imaginación es adictiva” El viaje por carretera es el hilo más evidente que hilvana los siete relatos recogidos en Terrestre (Random House), el último libro de la mexicana Cristina Rivera Garza. El título llega apenas un año después de recibir el Premio Pulitzer por la edición en inglés de El invencible verano de Liliana (Random House, 2021), donde cuenta la historia del feminicidio de su hermana el 16 de julio de 1990. Ahora ha vuelto a esa misma etapa del siglo XX para dar voz a otras jóvenes que transitaron las carreteras de su país en busca de conocimiento, aventuras y libertad. La escritora visita Barcelona no solo para promocionar su último trabajo, sino también para pronunciar el pregón de Sant Jordi, la celebración cultural más importante del año en Catalunya. “No puedo terminar de contar la alegría que me da participar de una fiesta que está tan orgánicamente trenzada a la ciudad y que pone énfasis sobre instituciones como la educación pública y las bibliotecas”, explicó en esta entrevista con elDiario.es unas horas antes del evento. En su discurso, Rivera Garza propone la idea de que la literatura permite entrar más en los cuerpos de otros. “¿Cómo nos salimos de la sensación de asfixia que este capitalismo del odio ha impuesto sobre nuestros pulmones y sobre nuestro ser? Quiero ver esta fiesta de la lectura como una especie de Amazonas gigante. Un gran pulmón que nos permitirá respirar a nuestras anchas”. Además de ser una autora prolífica, Rivera es profesora en la Universidad de Houston, donde creó el doctorado de Escritura Creativa en español. Su realidad, como la de todos sus conciudadanos, ha cambiado radicalmente desde que Donald Trump tomó la presidencia de Estados Unidos por segunda vez en su historia y el tema aparece de forma recurrente en la conversación. Pero, curtida en múltiples batallas, la escritora muestra una inquebrantable fe en la rebeldía. Terquedad, lo llama ella. La pregunta clásica: ¿De dónde surge Terrestre? Me ha dado por hablar de ese libro como la cara B de El invencible verano de Liliana, que escribí explorando el feminicidio del que fue víctima mi hermana, el 16 de julio de 1990. Me puse a pensar y sentí una deuda con las chicas de esa etapa histórica que no cayeron en las garras del feminicidio. ¿Cómo enfrentaron ese mundo? La violencia de género se dejaba ver mucho más, pero ellas tenían esa voracidad, esa curiosidad por el mundo que le corresponde a múltiples generaciones en esos momentos cruciales de la adolescencia. Y quería hacer esos recorridos, sobre todo en esa excepcionalidad del desplazamiento y el viaje. El encuentro y la transformación en compañía. Son mujeres que no viajan solas, como se dice en plural incluso. Son mujeres que viajan en la complicidad de la amistad, y en lo que esta implica en términos de conversación, de solidaridad, de imaginación, de encuentro. ¿Es posible que la amistad sea una de las relaciones más importantes que se tiene en la vida, incluso más allá de la pareja o de la familia? Sí, pues es la familia que uno elige. Y yo creo que hay algo de lentitud en la amistad, en la manera en que nos invita a la crítica y a la autocrítica, sobre todo, que permite una exploración tal vez más amplia, más proteica, más transformativa. Me interesaba mucho quedarme ahí con la amistad por un rato. El mundo se ha transformado en esta máquina de odio tan tremenda que lo que la amistad implica y nos pide y nos regala, a lo mejor es lo único que tenemos frente a esta cosa horrenda de odio desatado. Lo que nos ha enseñado nuestra adicción a cosas como Facebook o Instagram es que nuestro tiempo y nuestra experiencia se convierte en ganancia para otros En Terrestre hay muchas frases que se pueden subrayar como, por ejemplo: “Hay que regalar el tiempo”. ¿Se ha convertido el tiempo en un producto que se puede comprar y vender? Lo que nos ha enseñado nuestra adicción a cosas como Facebook o Instagram es que nuestro tiempo y nuestra experiencia se convierte en ganancia para otros. Hay mucha ansiedad en cuanto al tiempo en cada una de las piezas [de Terrestre]: el que no vamos a tener, el que no sabemos que no vamos a tener, el que pasa de manera implacable y el de la generosidad, el que hay que regalar. El tiempo implica un desgaste del cuerpo, pero también una recompensa en el sentido del abrazo y la solidaridad. Esa frase está en el texto Práctica de campo, que está

La escritora mexicana, pregonera este año en Sant Jordi, publica un libro de relatos que define como "una cara B" de la novela sobre el feminicidio de su hermana con la que consiguió un premio Pulitzer, y afirma que "trabajar con el lenguaje" en estos tiempos es "de una importancia política absoluta"
La premio Pulitzer Cristina Rivera Garza da el pistoletazo de salida a Sant Jordi en Barcelona: “La imaginación es adictiva”
El viaje por carretera es el hilo más evidente que hilvana los siete relatos recogidos en Terrestre (Random House), el último libro de la mexicana Cristina Rivera Garza. El título llega apenas un año después de recibir el Premio Pulitzer por la edición en inglés de El invencible verano de Liliana (Random House, 2021), donde cuenta la historia del feminicidio de su hermana el 16 de julio de 1990. Ahora ha vuelto a esa misma etapa del siglo XX para dar voz a otras jóvenes que transitaron las carreteras de su país en busca de conocimiento, aventuras y libertad.
La escritora visita Barcelona no solo para promocionar su último trabajo, sino también para pronunciar el pregón de Sant Jordi, la celebración cultural más importante del año en Catalunya. “No puedo terminar de contar la alegría que me da participar de una fiesta que está tan orgánicamente trenzada a la ciudad y que pone énfasis sobre instituciones como la educación pública y las bibliotecas”, explicó en esta entrevista con elDiario.es unas horas antes del evento.
En su discurso, Rivera Garza propone la idea de que la literatura permite entrar más en los cuerpos de otros. “¿Cómo nos salimos de la sensación de asfixia que este capitalismo del odio ha impuesto sobre nuestros pulmones y sobre nuestro ser? Quiero ver esta fiesta de la lectura como una especie de Amazonas gigante. Un gran pulmón que nos permitirá respirar a nuestras anchas”.
Además de ser una autora prolífica, Rivera es profesora en la Universidad de Houston, donde creó el doctorado de Escritura Creativa en español. Su realidad, como la de todos sus conciudadanos, ha cambiado radicalmente desde que Donald Trump tomó la presidencia de Estados Unidos por segunda vez en su historia y el tema aparece de forma recurrente en la conversación. Pero, curtida en múltiples batallas, la escritora muestra una inquebrantable fe en la rebeldía. Terquedad, lo llama ella.
La pregunta clásica: ¿De dónde surge Terrestre?
Me ha dado por hablar de ese libro como la cara B de El invencible verano de Liliana, que escribí explorando el feminicidio del que fue víctima mi hermana, el 16 de julio de 1990. Me puse a pensar y sentí una deuda con las chicas de esa etapa histórica que no cayeron en las garras del feminicidio. ¿Cómo enfrentaron ese mundo? La violencia de género se dejaba ver mucho más, pero ellas tenían esa voracidad, esa curiosidad por el mundo que le corresponde a múltiples generaciones en esos momentos cruciales de la adolescencia. Y quería hacer esos recorridos, sobre todo en esa excepcionalidad del desplazamiento y el viaje. El encuentro y la transformación en compañía. Son mujeres que no viajan solas, como se dice en plural incluso. Son mujeres que viajan en la complicidad de la amistad, y en lo que esta implica en términos de conversación, de solidaridad, de imaginación, de encuentro.
¿Es posible que la amistad sea una de las relaciones más importantes que se tiene en la vida, incluso más allá de la pareja o de la familia?
Sí, pues es la familia que uno elige. Y yo creo que hay algo de lentitud en la amistad, en la manera en que nos invita a la crítica y a la autocrítica, sobre todo, que permite una exploración tal vez más amplia, más proteica, más transformativa. Me interesaba mucho quedarme ahí con la amistad por un rato. El mundo se ha transformado en esta máquina de odio tan tremenda que lo que la amistad implica y nos pide y nos regala, a lo mejor es lo único que tenemos frente a esta cosa horrenda de odio desatado.
Lo que nos ha enseñado nuestra adicción a cosas como Facebook o Instagram es que nuestro tiempo y nuestra experiencia se convierte en ganancia para otros
En Terrestre hay muchas frases que se pueden subrayar como, por ejemplo: “Hay que regalar el tiempo”. ¿Se ha convertido el tiempo en un producto que se puede comprar y vender?
Lo que nos ha enseñado nuestra adicción a cosas como Facebook o Instagram es que nuestro tiempo y nuestra experiencia se convierte en ganancia para otros. Hay mucha ansiedad en cuanto al tiempo en cada una de las piezas [de Terrestre]: el que no vamos a tener, el que no sabemos que no vamos a tener, el que pasa de manera implacable y el de la generosidad, el que hay que regalar.
El tiempo implica un desgaste del cuerpo, pero también una recompensa en el sentido del abrazo y la solidaridad. Esa frase está en el texto Práctica de campo, que está muy ligado a estas primeras experiencias con ciertas formas de lo político y de subversión. Hablamos demasiado poco, en estas épocas, de la utopía y de la insurgencia. A lo mejor para las nuevas generaciones esto no forma parte de lo que existe y creo habría que insistir en que ha existido y que su energía sigue latente, que tal vez lo que tenemos que hacer es reactivarlo para poder producir un mundo en el que el odio no cabalgue con tanta facilidad de un lado a otro.
El tiempo que no se tiene impide quizá tener conversaciones más profundas acerca de ese odio.
Yo ubico a Barcelona como uno de esos lugares privilegiados en la esfera terrestre donde todavía hay cafés en las esquinas y veo a la gente discutir todo el tiempo de todo. Tienes que tomar en cuenta que vengo del lugar de donde se está generando este discurso y esta práctica de odio cotidiano, y que eso se ha logrado, entre otras cosas, porque han destruido completamente la vida pública. La gente en Estados Unidos se reúne para comprar, es un intercambio material, económico y financiero. No es necesariamente una relación que implica reconocer a otro y encontrarse en un espacio en común. Ese es un peligro enorme porque una vez destruyes esa posibilidad, lo que produce son seres aislados, paranoicos, sin ninguna posibilidad de conexión más allá de sus pantallas. Y eso es peligroso, como lo estamos viendo.
Hablamos demasiado poco, en estas épocas, de la utopía y de la insurgencia. A lo mejor para las nuevas generaciones esto no forma parte de lo que existe y creo habría que insistir en que ha existido y que su energía sigue latente
En su libro también dice: “Hay pocos nombres para definir la violencia. La violencia siempre es violencia”. Pero quizás sí existen eufemismos, no es lo mismo morir que ser asesinado. ¿Qué importancia tiene el lenguaje a la hora de de explicar el mundo?
Es una reflexión que vengo arrastrando desde El invencible verano de Liliana, cómo ciertas narrativas hegemónicas, ya sea del Estado o del capital en general, nos enseñan a no decir. Como es el caso de la violencia de género, cuando esta narrativa del crimen pasional nos disciplina. Implícitamente estamos culpando a las mujeres y exonerando a los perpetradores.
Y por eso ahí está la batalla importantísima del lenguaje, en eso y en mil cosas más. En el momento de las fake news, en el que una declaración de la Casa Blanca, que es totalmente infundada y una mentira obvia, se convierte en el dictamen del día, trabajar con el lenguaje es de una importancia política absoluta.
En El invencible verano de Liliana dice: “Al patriarcado lo vamos a tirar”. Pero la realidad no parece muy alentadora a este respecto.
Estos días las malas noticias son muchas, como la declaración de Milei de que iba a quitar el feminicidio del código penal. Si las coleccionamos, parece que están ganando por goliza. Pero es precisamente en esos momentos en los que hay que insistir en la mera posibilidad. Ursula K. Le Guin decía que en algún momento el poder de los reyes parecía inalienable y eterno, igual que nos parece ahorita el capitalismo, y sin embargo, cayeron los reyes. No es un optimismo ciego, porque estoy muy consciente de los peligros y de cómo estamos avanzando, pero es simplemente que muchas veces la terquedad es más importante que la esperanza. La terquedad de decir que esto es posible, ha sido posible y será posible tal vez de otra manera. Insistir en esa posibilidad es lo único que me permite respirar.
No tengo un optimismo ciego, soy muy consciente de los peligros y de cómo estamos avanzando, pero es simplemente que muchas veces la terquedad es más importante que la esperanza
Usted es socióloga e historiadora. ¿Qué opina de la idea tan asentada de que la historia se repite? ¿Cree que es posible que vuelvan a suceder los hechos terribles del siglo XX como las guerras mundiales?
Tengo amigos en Houston que no salen a la calle sin su pasaporte o sin su visa o sin sus documentos de identidad. Veo a estudiantes migrantes guardando silencio. Es más, yo vivo en un barrio muy mexicano en Houston y he estado fuera por cuestiones de familia, pero ahora que regresé, una cosa que me llamó mucho la atención es el silencio apabullante de una calle que era muy bullanguera. Todo eso me recuerda mucho una etapa de la historia que no viví, los años 30 en Alemania, con el ascenso del nazismo. Hay cosas ahí que es difícil no asociar. No es lo mismo, por supuesto, pero hay ecos que son preocupantes.
Pero también me recuerda la energía de resistencia que se requirió en otros momentos de gran urgencia, porque hubo estrategias, hubo maneras no solo de sobrellevar sino de subvertir. Eso también puede repetirse aunque no de la misma forma, claro, nada es lo mismo. Ya lo decía Marx, si se repite una vez, es farsa. Nuestro gran reto es encontrar una salida que sea imaginativa, comunitaria, enraizada también en experiencias que a lo mejor han sido truncadas en el pasado, pero que es nuestra responsabilidad saber y decidir si esa es la energía que necesitamos hoy.
Ante provocaciones tan crueles no sé si la organización sea lo que necesitamos, a lo mejor es una desorganización generalizada. No sé, creo que el momento es tan grave que va a exigir una imaginación también inédita
Desde que le otorgaron el premio Pulitzer en mayo de 2024 con la historia del feminicidio de su hermana, el estado de las cosas a nivel internacional ha cambiado muchísimo. ¿Cree que podría haberlo ganado a día de hoy?
Ah, qué buena pregunta. No tengo ni la menor idea. Sé que, en el mundo en el que estamos, la discusión es distinta a la que teníamos incluso hace apenas unos cuantos meses. Entonces, tal vez una manera inmediata de contestar a tu pregunta es que seguramente no. Pero no hay que desestimar también la presencia y la importancia del disenso de los miembros de los comités que deciden este tipo de cosas, su necesidad de hacer un posicionamiento claro. Hablo de los comités porque me preguntas específicamente del premio, pero sirva esto para verlo en otros elementos. Ante provocaciones tan crueles no sé si la organización sea lo que necesitamos, a lo mejor es una desorganización generalizada. No sé, creo que el momento es tan grave que va a exigir una imaginación también inédita.
Como residente en Estados Unidos, ¿se ha planteado irse del país?
Todos los días. Una parte de mí está listísima para venirse a vivir a Barcelona, y otra parte de mí dice: “¿Por qué le voy a dejar que un dictadorzuelo sin imaginación me corra de mi país?”. Entonces, las dos son fuerzas importantes. Tengo amigos que ya se fueron, otros que están buscando maneras de sobrevivir en otros lugares. Y yo sigo todavía entre esas dos cosas, detesto la idea de que este tipo vulgar, racista, xenófobo, todo lo que ya sabemos, pueda quitarnos no solo un trabajo, sino un espacio y una comunidad.
En Autobiografía del algodón exploré un poco la experiencia migrante de mis abuelos y su relación con Estados Unidos, especialmente con el sur de Texas. Y un poco es como decir: “No, alguien como él no puede arrancar algo que le ha costado a mi familia y a tantas familias, generaciones enteras de trabajo y de compromiso”. Esa es la parte de mí que insiste en que hay que luchar, pero otra parte de mí está está terriblemente asustada y lista para partir.