Un problema que nos compete a todos: Adolescence

Ante los quince minutos de fama warholianos que actualmente se disputan desde el formato audiovisual los distintos programas, surgen constantes propuestas perdedoras y victoriosas que normalmente sucumben al pozo del olvido; sólo algunas permanecerán en la memoria de quienes las visionan, por su indiscutible calidad. Una de las series que actualmente está obteniendo gran éxito... Leer más La entrada Un problema que nos compete a todos: Adolescence aparece primero en Zenda.

Apr 24, 2025 - 00:02
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Un problema que nos compete a todos: Adolescence

Los profesionales del sector audiovisual tienen ante sí en la actualidad un gran reto: proponer fórmulas y temas nuevos o suficientemente llamativos para el espectador, a fin de brillar por encima de las múltiples propuestas con las que debe competir. El consumidor cinematográfico y televisivo continúa decreciendo, cansado de las grandes pantallas de las salas y de las “cajas tontas” particulares de cada casa. Prima internet como fuente de información y de disfrute en fórmulas donde el ingrediente principal es el contenido breve e impactante. Cada vez poseemos menos capacidad de concentración ante un mundo plagado de estímulos y de consumo fugaz. A su vez, las plataformas se multiplican para ofrecer una gran paleta de contenidos y ello, también, satura la mirada y los intereses. La publicidad, cada vez más intrusiva y presente incluso en los canales de pago, tampoco ayuda nada.

Ante los quince minutos de fama warholianos que actualmente se disputan desde el formato audiovisual los distintos programas, surgen constantes propuestas perdedoras y victoriosas que normalmente sucumben al pozo del olvido; sólo algunas permanecerán en la memoria de quienes las visionan, por su indiscutible calidad. Una de las series que actualmente está obteniendo gran éxito de público es Adolescence. Creada para Netflix por Jack Thorne y Stephen Graham, está dirigida por Philip Barantini. Un reconocimiento que ha obtenido gracias al boca a boca y no precisamente a la publicidad desplegada, que ha brillado por su ausencia. Sus creadores han tenido en cuenta para el funcionamiento de su fórmula un tema y una visualidad sin duda atrayentes, apostando por un caballo que ha acabado llegando primero a la línea de meta.

"Se prohíbe el empleo de elipsis, alargamientos, condensaciones u otras manipulaciones que provoquen la ruptura con el espacio y tiempo escénicos"

Adolescence tiene su interés tanto en su propuesta técnica —principalmente visual— como en la elección de temática y trasfondo: por un lado, cada uno de sus capítulos ha sido rodado siguiendo el estricto sentido del plano secuencia. Una puesta en escena planificada al milímetro que permite a los intérpretes desplazarse a lo largo de los casi cincuenta minutos que dura cada uno de los capítulos por distintos escenarios, seguidos por una cámara que nunca deja de grabar y que nos recuerda a los mejores ejemplos de realización audiovisual: desde films como la clásica Rope (La soga, Alfred Hitchcock, 1948) o Russkiy kovcheg (El arca rusa, Aleksandr Sokúrov, 2002), pasando por algunos capítulos de series ya emblemáticas como The Bear (Christopher Store, 2022). Una filmación que bebe directamente de las obras teatrales —como en el caso del primer ejemplo—, exigiendo de los actores y actrices una capacidad de memorización de texto y de sus acciones extensa, así como una coordinación con el resto del equipo perfecta, donde todo suceda con la duración precisa que requiere el “tiempo natural”. Se prohíbe el empleo de elipsis, alargamientos, condensaciones u otras manipulaciones que provoquen la ruptura con el espacio y tiempo escénicos. Ello incluye viajes en coche con su recorrido exacto o el encuentro con grandes masas de gente durante el recorrido por los distintos lugares dentro de un instituto. Una organización  previa al rodaje matemática por disciplinada que impida tener que volver a empezar desde el principio todo el plano secuencia si algo sale mal.

"La violencia está en todos los lugares, de forma latente, se va inoculando en determinadas comunidades e individuos de forma silenciosa, hasta que estalla"

Por otro lado, además de cómo se va a contar, prima en esta serie lo que se quiere contar. Adolescence ha comenzado a ser la comidilla de adolescentes, progenitores o docentes. El tema es tan atrayente como delicado: las razones que pueden llevar a un menor de edad a cometer un asesinato. La serie no se encuentra inspirada en ningún hecho real concreto, sino en distintas situaciones que se han venido produciendo en los últimos años, desajustes cada vez más preocupantes en la forma de proceder de los adolescentes. Algo que sin duda es reflejo del momento histórico que nos encontramos viviendo, donde la sociedad asiste a acciones violentas surgidas de ámbitos donde de forma previa y supuestamente todo parecía funcionar. No obstante, la violencia está en todos los lugares, de forma latente, se va inoculando en determinadas comunidades e individuos de forma silenciosa, hasta que estalla. Esto es fruto de un mundo donde cada vez se banalizan más las agresiones, verbales y físicas. Están presentes en letras de canciones, videojuegos, películas y series o en las noticias. Esta forma de transmitir y procesar una información tan sensible se ha ido normalizando y esto es peligroso, sobre todo en unos años de desarrollo clave, donde las ideas y la mentalidad en definitiva todavía se encuentran formándose. La capacidad crítica aún no se encuentra presente y el sector adolescente de nuestra sociedad es bien manipulable. Además, cada vez tiene un acceso más temprano a determinadas informaciones y canales impropios de su edad. Los controles hacia esta información inadecuada para dicha comunidad resultan bien difíciles de gestionar. Todo ello sumado al temprano uso de teléfonos móviles, con todo lo que implica —el consumo masivo de imágenes, la necesidad constante de entrar en redes sociales (su dependencia), el cada vez mayor aislamiento social en favor de la comunicación virtual, la visualización de contenidos no aptos, los modelos de relaciones que buscan tantas veces la aceptación del otro o el tratamiento de las relaciones sexuales, deformado por el contenido erótico y pornográfico consumido a edad temprana, la exposición de la vida privada y de los cuerpos y la forma de adoctrinamiento presente en estos ámbitos, incluyendo la transmisión de un pensamiento misógino— acaba resultando un cóctel explosivo que difícilmente puede ser gestionado por familiares, docentes o clase dirigente.

Todo parece estar fallando en la educación de estos jóvenes que en un futuro supondrán la representación de nuestra sociedad adulta. Adolescence supone un toque de atención a todo esto y ya ha logrado sus primeras repercusiones sociales positivas en Reino Unido. El gobierno británico ha informado de que permitirá la proyección de la serie en los institutos del país, buscando concienciar respecto de los discursos radicales que pueden influir en los adolescentes actuales. Por su parte, Netflix ha informado que la serie estará disponible para su difusión gratuita en estos centros educativos. El primer ministro, Keir Starmer, ha confesado públicamente resultarle difícil su visionado como padre de dos adolescentes, reconociendo la imposibilidad de encontrar recetas concretas con las que paliar lo que está sucediendo.

"En definitiva, quien visione Adolescence se encontrará con una serie llena de interrogantes y no tanto de respuestas, lo que llevará a que se pregunte por ese origen del mal"

En la miniserie Adolescence, Jamie Miller —de trece años— es detenido acusado de asesinato. La policía entra a una hora temprana y de forma violenta —dada la gravedad de los hechos que han dado lugar a su intervención— en la casa donde éste vive, y se lo lleva, mientras los padres y la hermana asisten atónitos a lo que está pasando. Desde la familia a los profesionales policiales, educativos y sociales buscan comprender las razones que han llevado a un menor a una acción tan grave como irracional: acabar con la vida de otra persona de su edad. Los padres de Jamie se preguntan sobre lo que ha podido hallar en la educación de su hijo, la psicóloga que atiende al menor detenido encuentra difícil de sobrellevar las sesiones que tiene con él estando privado de libertad. Se trata de un muchacho muy inteligente, capaz de manipular los hechos y de llevar a plantearse a los adultos su propia visión de las cosas. A esto habría que añadir una especie de dualidad que le hace mostrarse vulnerable y, por otro lado, violento y autoritario, convencido de lo que piensa y contrariado por la situación generada debido a su forma de proceder. En este sentido, resulta bien loable el trabajo llevado a cabo por el intérprete de Jamie (Owen Cooper), quien para su edad asume una personalidad compleja y difícil de llevar a la pantalla, plena de matices.

En definitiva, quien visione Adolescence se encontrará con una serie llena de interrogantes y no tanto de respuestas, lo que llevará a que se pregunte por ese origen del mal. Esto es un claro signo de la calidad del producto, pues mantiene al público activo y partícipe, como investigador de un caso abierto en su génesis, no tanto en su resolución. Su tema nos compete a todos, permanece de plena actualidad agravándose progresivamente. Más allá de algunas medidas que seguramente acabarán imponiéndose —la prohibición de teléfonos móviles para menores, más allá de su uso en centros educativos—, la sociedad debe plantearse qué es lo que está pasando más seriamente con sus actuales valores, dejar de mirar hacia otro lado respecto a determinados hechos y reformular el perímetro de actuación. Está en nuestra mano y el audiovisual como herramienta de ficción es un claro y poderoso espejo de todo esto para avivar conciencias en la realidad.

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