"Todo español tiene un cortapizzas en casa y no lo piensa usar". La unánime respuesta a un extranjero que nos reprocha hacerlo con tijeras
Un vídeo de TikTok en el que un joven irlandés se burla de cómo los españoles cortan la pizza ha generado una ola de respuestas que combinan orgullo nacional, memoria gastronómica y cuchillas que no cortan nada. Hay conflictos que no necesitan más que una pizza para estallar. Ni fronteras, ni lenguas, ni tratados internacionales: basta una tijera y una masa con queso fundido para incendiar TikTok. Un expat se ha convertido en protagonista accidental de una batalla cultural al publicar un vídeo en el que lamenta —con cierto dramatismo— que los españoles corten la pizza con tijeras. Sí, con tijeras. Como si fuera lo más insólito del planeta. Como si no tuviésemos ya suficientes cosas que explicar. En Directo al Paladar Soy catalana y lo que hace esta señora con el fuet del Mercadona me parece una aberración La reacción ha sido inmediata y casi unánime. Porque una cosa es aceptar críticas razonadas, y otra muy distinta es soportar que nos juzguen por no usar ese objeto que todos tenemos en casa pero que nadie quiere realmente usar: el cortapizzas. Ese artilugio con nombre de utilidad y alma de decepción, que se atasca, no gira o acaba arrastrando el queso en una sola dirección, dejando un caos de salsa y frustración sobre el plato. El irlandés, lejos de prever la tormenta de críticas (llenas de humor) que se avecinaba, aseguraba con tono revelador que este es "uno de los secretos de la cultura española que la mayoría desconoce". Y no iba del todo desencaminado, pero quizás lo que no conocía era la relación de amor-odio que tenemos con el famoso cortapizzas. Una relación marcada por promesas rotas, filos desafilados y una constante necesidad de recurrir a las tijeras, que sí, cortan, y además son eficaces. En los comentarios, España ha hablado: "Todo español tiene un cortapizzas en casa y no lo piensa usar". Y lo ha hecho con esa mezcla perfecta entre ironía y memoria colectiva. “Amigo, he visto en Inglaterra comer bocatas de patatas fritas”, le recuerda uno. Porque si de gastronomía hablamos, quizás mejor no levantar ciertas alfombras. Otros apelan a la lógica más mediterránea: “It’s Italian proved”, defiende alguien sobre el vistobueno de los italianos en este juego. Y entre los más técnicos, uno da la estocada definitiva: “El cacharro se queda pillado y no corta nada”. He ahí el veredicto popular. Junto a otros olvidados La controversia también ha sacado a la luz una verdad incómoda: el cortapizzas no ha sido nunca el héroe que nos prometieron. Se guarda en el cajón con otros instrumentos olvidados —el saca-huesos, el afilador de cuchillos eléctrico, ese exprimidor manual que nadie recuerda comprar— y aparece solo en cenas con invitados, como si sacarlo justificase cierto protocolo culinario. @coreyyy.exe do I conform to their ways..? #spain #españa ♬ Creepy and simple horror background music(1070744) - howlingindicator En el fondo, lo que se ha defendido no es solo una herramienta, sino un estilo de vida. Cortar la pizza con tijeras no es un capricho: es eficiencia, es cariño por lo cotidiano, es evitar arruinar una comida caliente por culpa de un artefacto que ni siquiera tritura bien el pepperoni. Es, en definitiva, sentido común con sabor a tomate. Así que sí, puede que cortar pizza con tijeras sorprenda al resto del mundo (muchos señalan haberlo visto en otras partes del globo y, de hecho, en Italia es tremendamente habitual). Pero es un acto cargado de pragmatismo, de historia doméstica y de resistencia frente a lo innecesario. Que cada cual utilice lo que quiera. Foto | ROMAN ODINTSOV En DAP | Ikea anuncia un cambio permanente en el horario de sus tiendas tras un acuerdo con sus trabajadores En DAP | Hola, 'reduflanción': la OCU advierte que los flanes del super cada vez pesan menos, pero cuestan lo mismo - La noticia "Todo español tiene un cortapizzas en casa y no lo piensa usar". La unánime respuesta a un extranjero que nos reprocha hacerlo con tijeras fue publicada originalmente en Directo al Paladar por Joana Costa .

Un vídeo de TikTok en el que un joven irlandés se burla de cómo los españoles cortan la pizza ha generado una ola de respuestas que combinan orgullo nacional, memoria gastronómica y cuchillas que no cortan nada.
Hay conflictos que no necesitan más que una pizza para estallar. Ni fronteras, ni lenguas, ni tratados internacionales: basta una tijera y una masa con queso fundido para incendiar TikTok.
Un expat se ha convertido en protagonista accidental de una batalla cultural al publicar un vídeo en el que lamenta —con cierto dramatismo— que los españoles corten la pizza con tijeras. Sí, con tijeras. Como si fuera lo más insólito del planeta. Como si no tuviésemos ya suficientes cosas que explicar.
La reacción ha sido inmediata y casi unánime. Porque una cosa es aceptar críticas razonadas, y otra muy distinta es soportar que nos juzguen por no usar ese objeto que todos tenemos en casa pero que nadie quiere realmente usar: el cortapizzas.
Ese artilugio con nombre de utilidad y alma de decepción, que se atasca, no gira o acaba arrastrando el queso en una sola dirección, dejando un caos de salsa y frustración sobre el plato.
El irlandés, lejos de prever la tormenta de críticas (llenas de humor) que se avecinaba, aseguraba con tono revelador que este es "uno de los secretos de la cultura española que la mayoría desconoce". Y no iba del todo desencaminado, pero quizás lo que no conocía era la relación de amor-odio que tenemos con el famoso cortapizzas.
Una relación marcada por promesas rotas, filos desafilados y una constante necesidad de recurrir a las tijeras, que sí, cortan, y además son eficaces. En los comentarios, España ha hablado: "Todo español tiene un cortapizzas en casa y no lo piensa usar".
Y lo ha hecho con esa mezcla perfecta entre ironía y memoria colectiva. “Amigo, he visto en Inglaterra comer bocatas de patatas fritas”, le recuerda uno. Porque si de gastronomía hablamos, quizás mejor no levantar ciertas alfombras. Otros apelan a la lógica más mediterránea: “It’s Italian proved”, defiende alguien sobre el vistobueno de los italianos en este juego.
Y entre los más técnicos, uno da la estocada definitiva: “El cacharro se queda pillado y no corta nada”. He ahí el veredicto popular.
Junto a otros olvidados
La controversia también ha sacado a la luz una verdad incómoda: el cortapizzas no ha sido nunca el héroe que nos prometieron. Se guarda en el cajón con otros instrumentos olvidados —el saca-huesos, el afilador de cuchillos eléctrico, ese exprimidor manual que nadie recuerda comprar— y aparece solo en cenas con invitados, como si sacarlo justificase cierto protocolo culinario.
@coreyyy.exe do I conform to their ways..? #spain #españa ♬ Creepy and simple horror background music(1070744) - howlingindicator
En el fondo, lo que se ha defendido no es solo una herramienta, sino un estilo de vida. Cortar la pizza con tijeras no es un capricho: es eficiencia, es cariño por lo cotidiano, es evitar arruinar una comida caliente por culpa de un artefacto que ni siquiera tritura bien el pepperoni. Es, en definitiva, sentido común con sabor a tomate.
Así que sí, puede que cortar pizza con tijeras sorprenda al resto del mundo (muchos señalan haberlo visto en otras partes del globo y, de hecho, en Italia es tremendamente habitual). Pero es un acto cargado de pragmatismo, de historia doméstica y de resistencia frente a lo innecesario. Que cada cual utilice lo que quiera.
Foto | ROMAN ODINTSOV
En DAP | Ikea anuncia un cambio permanente en el horario de sus tiendas tras un acuerdo con sus trabajadores
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La noticia
"Todo español tiene un cortapizzas en casa y no lo piensa usar". La unánime respuesta a un extranjero que nos reprocha hacerlo con tijeras
fue publicada originalmente en
Directo al Paladar
por
Joana Costa
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